Suelo acostumbrar ir a las librerías para ver las novedades literarias cada mes. No os podéis imaginar mi sorpresa al encontrar una nueva edición de Alas de Ónix, la tercera entrega de la Saga Empíreo. Pensaba que era una broma, porque no fui yo la que se dio cuenta e interpreté que me estaban tomando el pelo. Pero no, allí estaba el nuevo formato color turquesa; "enriquecida y limitada" sostienen algunos portales de venta. No tengo nada en contra de la saga y mentiría si dijera que este fenómeno pertenece tan solo a Rebecca Yarros, pero es como si ahora los libros fueran Funkos: de mil formas y apariencias. Este fenómeno parece especialmente llamativo dentro de la fantasía moderna y, como fan de ella, sinceramente creo que me bajo del carro. Es como anunciar un remake de un juego de 2024: ocurre, pero sorprende. Seguramente esta reflexión sea un tanto impopular para muchos de los lectores que acuden a las tiendas, pero no es nada personal, solo una mirada crítica hacia las tendencias actuales.
No hay estanterías para tanto libro
Los libros se han convertido en un objeto de coleccionismo; no solo por el precio que no deja de aumentar, sino también por la nueva estrategia de las editoriales. Por supuesto, esto responde a un interés por parte de los consumidores, que se puede traducir en mayor apoyo a los autores y trabajadores del sector: algunas ediciones están apoyadas por ilustradores que encuentran más trabajo de lo suyo y eso siempre es positivo.
En esta crítica hay tanto argumentos a favor como en contra. Podemos tratar de analizar el origen de este fenómeno, señalar que, tal vez, gracias a este furor nuevos autores consiguen hacer destacar sus obras y tampoco hace falta analizar la situación desde una mirada nostálgica y acudir al "antes era mejor" o señalar que ahora esto es mainstream como algo negativo. Las cifras de ventas de Sarah J. Maas (más de 75 millones de libros) o Rebecca Yarros (más de 12 en menos de dos años) indican que el sector está en plena forma. Al igual que en el manga (que también se va a llevar su parte de crítica en este artículo), todo lo que conlleve una mayor expansión es bueno.
Ahora bien, como consumidora, no puedo evitar sentir cierta sensación de exceso. Entiendo la parte de sacar ediciones coleccionista limitadas a fecha de lanzamiento de un libro: interesan y son un furor. Estas suelen tener bordes pintados o una portada distinta, y una vez que se acaban se acabó. Pero no dejamos de ver reediciones de las mismas historias una y otra vez. A veces desaparece una edición antes de que puedas llegar a terminarla y te toca comprar la nueva. No quieres tener un libro de cada, así que tus opciones son: o comprar todos los libros rápidamente o volver a comprar la misma historia en una edición nueva. Veo que los ritmos de compra se han acelerado y, aunque es bueno para la industria, no sé si tanto para los lectores.
Vuelvo al ejemplo de Alas de Ónix, puesto que tiene ya tres formatos diferentes: el libro normal con la tapa negra, el libro especial con la tapa negra y los dragones en los bordes y, ahora, el libro turquesa con dragones en los bordes. Es como una Stacy Malibú con un sombrero nuevo y eso que el libro original se lanzó el 22 de enero de 2025. Entiendo el ejemplo de Crepúsculo: con motivo de su 20 aniversario, se ha lanzado una nueva edición especial, pero tres en un año me parece demasiado. Eso sí, no seré yo quien juzgue lo que cada uno quiera hacer con su dinero. Hablo a título personal.
Yo me bajo del barco. Vengo de una generación en la que tus libros acababan desgastados de tanto leerlos y todavía los mantengo. Ahora se ha puesto de moda poner los libros en la estantería al revés para que se vean los bordes pintados y no podría mantener el ritmo, ni tampoco soportaría tener algunos que sí o otros que no. Lamentablemente, en nuestro país tampoco tienen un precio que todo el mundo se pueda permitir, así que casi que prefiero apostar por nuevas historias que por tres ediciones de un mismo libro.
Lo mismo va para los mangas: todavía no he terminado una edición y ya tiene su formato 3 en 1. Muchas veces pienso que tendría que haberme esperado, que las nuevas ediciones son mejores y que he estado tirando el dinero. Al igual que con Crepúsculo, hay buenas ideas. Por ejemplo, Yu-Gi-Oh! ha regresado en manga a nuestro país gracias a estas ediciones o Evangelion, cuyo manga original era difícil de obtener, pero ya no creo que termine Naruto, los más de 70 volúmenes, si sacan una edición más cómoda y que ocupa menos.
Tampoco creo que lo haga con Sailor Moon, Ataque a los Titanes, One Piece o Bleach. Sus versiones originales siguen disponibles, pero parecen haber pasado a segundo lugar y eso (al contrario que en el caso anterior) me hace replantear el dar apoyo a nuevas colecciones, porque no sé cuánto tardarán en sacar la edición especial que, a la larga, también sale algo más económica.
Es un dilema personal. Más oferta, más posibilidad de adaptarse a todos los públicos, pero también un ritmo de consumo más frenético, como todo en general. Porque, al final, estas ediciones de novelas son pura fachada: lo de dentro es lo mismo. Como esa muñeca a la que le pones el sombrero nuevo. Tal vez no sea justa, esto viene ocurriendo en la gran mayoría de sectores, pero el cambio en la literatura fantástica ha sido muy llamativo durante los últimos años y quería reflexionar sobre ello.
En 3DJuegos | Escribir ciencia ficción no es para todo el mundo. Nunca me costó tanto terminar una novela
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