Nos volvemos a sumergir en la mazmorra más oscura, esta vez con la versión final del juego, para descubrir hasta dónde ha sido capaz Red Hook Studios de llevar su título de rol. Y no hay duda de que lo ha conseguido excavando hondo, hasta lo más profundo del género.
Puede que Darkest Dungeon no sea para todo el mundo, pero eso es exactamente lo que hace que si disfrutas de un juego con personalidad, lo hagas por partida doble. Pero es que este pequeño gran juego de rol y estrategia por turnos no tiene compasión por los más impacientes. Desde el primer momento te pide una concentración extrema mientras sus tutoriales te explican lo básico y el resto ya lo aprenderás por el camino.
El argumento es aquí menor protagonista, pero lo poco que se nos cuenta para arrancar la aventura es suficiente: un familiar nos escribe una carta donde nos revela que somos el único heredero de unas tierras y la mansión familiar que en una ocasión brillaron con esplendor, pero que ahora están asoladas por un antiguo mal que ha despertado al intentar excavar en las ruinas sobre las que se construyó el gran caserón. Será nuestro deber entonces limpiar sus mazmorras y restablecer el buen nombre de nuestra casa.
Para ello, cuatro héroes se encargarán de recorrer distintas zonas como laberintos, bosques y poblados malditos enfrentándose a criaturas de pesadilla. Todo en una distribución bastante clásica de juego de rol por turnos, en los que podremos realizar todo tipo de ataques o hacer uso de habilidades únicas de cada clase. Y si algo tiene Darkest Dungeon, es una gran cantidad de clases entre las que elegir, que fomenta la rejugabilidad del título y hace que cada combate se tenga que afrontar de distinta forma.
El horror de Red Hook
Pero donde en radica la verdadera mecánica del juego es en su sistema de estrés y cordura y en la necesidad de mantener a un buen número de héroes en buen estado mental. Estas criaturas de pesadilla están basadas en el horror cósmico de Lovecraft, y como muchos juegos antes que él, siempre que se aborda este tipo de terror, se juega con la cordura y locura de nuestros personajes. A medida que vamos avanzando por las mazmorras irán acumulando estrés y si llega a un límite su determinación se pondrá a prueba, lo que dará lugar a sacar lo mejor o lo peor de sí mismos. Pero si alcanza el límite será prácticamente como haberlos perdido en combate.
Este sistema lo envuelve todo, porque mientras que vamos aliviando a nuestros personajes en el pueblo, tendrán que ser sustituidos por otros. Y esto significa que tendremos que utilizar a todo nuestro grupo frecuentemente si no queremos que los reservas se queden con poco nivel. Porque aquí, una muerte es irrecuperable y si tus otros personajes no están a la altura, no podrás continuar con la aventura.
Así que, mientras que unos entran en las mazmorras más oscuras, otros tendrán que descansar y relajarse en el pueblo. Según su condición, algunos preferirán la Taberna, mientras que otros querrán rezar a entidades superiores en la Abadía. Todo ello hará que disminuya el estrés y estén listos para combatir. Pero a lo largo de su carrera también irán desarrollando otro tipo de filias y fobias que habrá que curar en el Sanatorio, pues si se acumulan demasiadas podrán llegar a ser demasiado imprevisibles e incontrolables.
Todo ello aparte de ir mejorando sus habilidades en el Gremio, para lograr que los ataques sean más poderosos o las curaciones más eficientes, y mejorar el equipo en la herrería o las dotes de liderazgo para las acampadas. Demasiadas gestiones para el poco dinero del que disponemos en cada incursión, pues todo en Darkest Dungeon es tremendamente caro. Hay otra moneda de cambio: los bustos, emblemas, escrituras y cuadros que encontramos en las mazmorras nos ayudarán a mejorar cada establecimiento y lograr que los precios bajen un porcentaje.
La gran cantidad de clases fomenta la rejugabilidad y hace que cada combate deba afrontarse de distinta forma
Lo necesitaremos, porque además de gastar nuestros ahorros en el pueblo, tendremos que aprovisionarnos para cada expedición, comprando comida, antorchas, curas, palas y cualquier material que creamos nos sea útil. ¿Cuál es el problema? Que en primer lugar, nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar, por lo que podemos comprar una llave de más que luego no usaremos o una pala que al final no necesitamos. Y todos los recursos que nos sobren al terminar la misión no se recuperan, lo cual resulta siempre una apuesta donde necesitamos tener algo de suerte para equilibrar bien nuestras provisiones.
El caos reptante
Y así, van pasando las semanas en el juego, las mazmorras se van haciendo más difíciles y tendremos que ir derrotando a los jefazos que nos esperan al final de cada una de ellas; seguir subiendo de nivel, seguir cuidando de nuestros héroes mientras contratamos nuevos en la Diligencia. Es por ello que quizá el mayor problema que hemos tenido con Darkest Dungeon es que se puede volver algo rutinario y acusa esa repetición de actividades al tener que ir con paciencia, poco a poco, donde las novedades van siendo cada vez más escasas. Es cierto que su mecánica principal es tan atractiva que te mantiene enganchado al teclado y ratón durante mucho tiempo, pero se echan de menos establecimientos y habilidades avanzadas que nos hagan replantearnos de nuevo toda la aventura, ya que mucho de su contenido se desbloquea en los primeros compases del juego.
Donde no hay pega alguna es en sus decisiones de diseño. Red Hook ha sido muy inteligente al crear un sistema de exploración 2D que le da personalidad propia con unos dibujos de gran calidad y, sobre todo, una gran contundencia en las batallas, en las que se siente cada golpe propinado y cada cuchillo o hechizo lanzado. A esta contundencia ayuda mucho el sonido, visceral y buen mezclado, junto a una voz del narrador atronadora y unos monólogos fenomenalmente escritos y que ambientan a la perfección. El juego además cuenta con traducción a nuestro idioma, algo que se había echado de menos en los primeros compases del título como Early Access.
Darkest Dungeon atrapa. En una época donde ya estamos acostumbrados a los juegos tan desafiantes, a los roguelike donde tenemos que empezar nuestras andanzas desde el principio, sorprende que un título recoja de aquí y de allá sus mecánicas y las mezcle con tanta personalidad. Como hemos comentado, no es un juego para todo el mundo, pero es precisamente eso lo que lo hace tan especial. Y aunque en algunos momentos pueda tornarse algo repetitivo, los acérrimos exploradores de mazmorras pasarán aquí semanas en la oscuridad más absoluta.
- El sistema de estrés y cordura que hace que tengamos que replantear nuestra estrategia
- La variedad de héroes y clases, algunos muy originales
- Puede ser algo repetitivo en los momentos más avanzados de la aventura
- Algunos bugs de traducción o que dejan la pantalla en negro durante las mazmorras
