Análisis de Dragon Quest XI, un videojuego absolutamente épico

Análisis de Dragon Quest XI, un videojuego absolutamente épico
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¿Qué significa Dragon Quest? Batallas por turnos, mucha exploración, mundos de fantasía, historias fascinantes, personajes memorables… pero sobre todo: tradición. La nueva entrega de la reputada serie de Square Enix está ya en Occidente para demostrarnos por qué tenemos que regresar a su epopeya. Análisis de Dragon Quest XI.

Épico. La serie Dragon Quest siempre se ha definido por esta palabra a lo largo de sus más de 30 años de historia. Luchar contra el mal en un mundo que parece desmoronarse. Progresar y hacerte más fuerte a cada hora que transcurre. Convertirte en amigo de personajes que compartirán tu mismo periplo. Visitar maravillosos lugares y vivir situaciones que se quedan grabadas en la memoria.

Dragon Quest XI vuelve a casa, y eso quiere decir que todo eso está de vuelta. No es una entrega revolucionaria, porque ese no ha sido nunca el objetivo de esta licencia. Hay videojuegos que tratan de llevarnos a un nuevo destino con cada entrega, lo desconocido. Sin embargo, como nos contó Yuji Horii, máximo responsable de Dragon Quest, el objetivo siempre ha consistido en devolvernos a un lugar familiar… que nos produce nostalgia.

Esta nueva entrega combina gráficos en alta resolución con efectos de sonido y melodías que no han cambiado nada desde el año 1986. Este bello y sincero anacronismo explica la pureza de una serie que, de hecho, y si os fijáis, no ha modificado su logo en todo este tiempo. Permanece inalterable, como metáfora de una jugabilidad tradicional, con sus combates por turnos, exploración y abundantes conversaciones… aunque ahora con el poder de una PlayStation 4 que nos hace trasladarnos -como nunca- a un increíble mundo de epopeya y fantasía que contiene un mínimo de 60 horas de rol de la vieja escuela. Son, como reza el propio título del juego, los ecos de un pasado perdido, que resuenan fuerte tanto para los puristas, como para aquellos que quieran descubrir por primera vez el fascinante mundo de Dragon Quest.

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Un héroe, un destino y una gran aventura

Si comparamos Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido con pasadas entregas, probablemente uno de los aspectos más destacados sea su argumento. Es la clásica historia de bien contra mal, representada en nuestro protagonista -el luminario- que todo el mundo afirma que está destinado a salvar el mundo. Sin embargo, todo lo que gira alrededor de este cuento de hadas está perfectamente escrito, con personajes bien perfilados y una cantidad de situaciones tan variada como interesante. Si aguantas tantas horas jugando, es en parte gracias a la curiosidad que te provoca conocer qué vendrá después.

Una de las mejores cosas de la historia, es que tiene una gran importancia y presencia en la aventura. Es sencilla pero se sigue bien, con grandes momentos que se quedan en la memoria.
Una de las mejores cosas de la historia, es que tiene una gran importancia y presencia en la aventura. Es sencilla pero se sigue bien, con grandes momentos que se quedan en la memoria.


Yuji Horii, máximo exponente de la licencia, tiene como espacio de trabajo habitual una oficina de estética medieval. Allí escribe sus historias: gestas de caballeros que combinan fantasía, magia, dramatismo, pero también humor. Tal vez más que nunca, hemos notado una perfecta fusión entre los diseños de Akira Toriyama y la historia que se narra. Sólo se acerca Dragon Quest VIII a la sensación experimentada. Lejos, muy lejos, quedan las primeras aventuras de 8-bits, en que tu mente rellenaba todo lo que no cubrían los pixels y sprites.

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La sensación de aventura es impecable

La sensación de aventura es impecable, y no sólo por los hechos que acontecen, sino por los entornos que visitamos. Sin llegar a ser un mundo abierto y persistente -más bien son regiones medianas con libertad de exploración- el videojuego nos propone una increíble variedad de paisajes, así como ciudades. Hay enormes castillos, con pasillos interminables. Los poblados están cargados de detalles, y hay tantos habitantes que a veces puede abrumar hablar con todos. Mientras exploramos, la cantidad de enemigos a la vista también es abundante, dando lugar a un mundo que nunca parece vacío.

Una de las novedades con respecto a la versión japonesa es que hay movimiento libre en las batallas. No implica un cambio importante en la jugabilidad, pero añade dinamismo.
Una de las novedades con respecto a la versión japonesa es que hay movimiento libre en las batallas. No implica un cambio importante en la jugabilidad, pero añade dinamismo.


En Dragon Quest XI, la epicidad nos acompaña a cada paso que damos, ya hablemos de la historia o del entorno. La historia es una de las mejores que jamás se han contado en un título de la serie Dragon Quest. El mundo es enorme, y conforme avanzas las sorpresas se presentan una tras otra. Cada región dispone de su propia estética, e incluso sus personajes hablan de forma diferente, algo que nos deja ver en una traducción al castellano simplemente sensacional. Hay que ponerlo en relieve. Este Dragon Quest es mucho más recomendable al estar en español y con una traducción tan sumamente trabajada.

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Por eso, aquí va un mensaje para los indecisos. Si alguna vez sentiste algún tipo de interés por los RPG, no lo dudes. Como exponente clásico de los J-RPG, este título puede ser un fantástico punto de partida. Incluso si no te convencen los combates por turnos, has de considerar que no son tan sesudos ni complicados como en otras sagas. Yuji Horii se define como una persona simple, y sus videojuegos así lo manifiestan. Si vienes, te encontrarás con batallas que se pueden superar rápidamente. No nos han resultado especialmente difíciles, y a poco que te entretengas un poco en tus trayectos, no te será necesario levear.

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La progresión se apoya en este árbol, independiente para cada personaje. Nos permite evolucionar en el uso de un determinado arma, aunque siempre podemos cambiar.
La progresión se apoya en este árbol, independiente para cada personaje. Nos permite evolucionar en el uso de un determinado arma, aunque siempre podemos cambiar.


Tal vez el usuario veterano echará en falta atascarse alguna vez, sufrir un poco más en el avance, o experimentar algo más de complejidad. Sin embargo, también es digno de alabanza que el juego, tal y como está construído, aguante 60 horas y lo haga de una forma tan excepcional. A ello contribuyen un par de detalles muy interesantes. Uno de ellos es el sistema de progresión, basado en adquirir puntos para invertir en nuevas habilidades. Cada personaje dispone de su propio árbol de técnicas, y lo más atractivo del asunto es que podemos hacer que se incline más hacia el uso de una determinada arma. Si no te gusta, incluso puedes revertir dicho progreso, recuperar los puntos, y probar otra especialidad. Simplemente genial.

La otra novedad que destacamos es la forja fantástica, que nos permite (usando determinados materiales) fabricar nuevas armas o mejorar las preexistentes. Pero lo más curioso es que se comporta en realidad como un pequeño minijuego, ya que debemos acertar al golpear el material fundido, dependiendo de las técnicas de fundición que hayamos aprendido hasta entonces. Es un elemento que se integra dentro del sistema de progresión, al permitirnos evolucionar en cuestión de equipamiento: un añadido acertado y muy adictivo.

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La historia es una de las mejores que hemos visto en la serie

Ya que hablamos de minijuegos, a lo largo de nuestro periplo nos encontraremos con más, pero no os las vamos a destripar aquí. Sólo constatar que el videojuego dispone de muchos elementos accesorios y detalles. En los mapeados hay infinidad de tesoros y caminos opcionales. Tenemos decenas de misiones secundarias a completar, y no poco interesantes. Además, la aventura no acaba cuando ves la pantalla de créditos… sino que hay más contenido disponible.

La técnica de inspiración permite mejorar atributos de personaje de forma temporal, e incluso permite lanzar ataques combinados junto a nuestros aliados.
La técnica de inspiración permite mejorar atributos de personaje de forma temporal, e incluso permite lanzar ataques combinados junto a nuestros aliados.


Por tanto, si queréis una aventura longeva, estáis en el punto indicado. Cierto es que Dragon Quest XI no propone algo nunca visto. Su núcleo es el que conocíamos, así como su estructura. Dirígete a un nuevo poblado, descubre el problema, resuélvelo y sigue avanzando hasta completar el juego. Los combates, lo mismo. Selecciona acción y espera tu turno con un ojo siempre puesto en los puntos de vida y de magia. A veces aparece la habilidad de inspiración, que mejora las estadísticas de forma temporal, y hasta permite ataques combinados. Sin embargo, la tónica aquí es la tradición, porque ya sabes a lo que vienes.

Sobre esa filosofía se levanta Dragon Quest XI, y la clave es que lo hace con esa palabra con que comenzábamos: épica. Los modelados y diseños son los mejores de la saga. El trabajo gráfico es minucioso y perfeccionista, al tiempo que simple pero efectivo. Rara vez encontraréis defectos o errores de programación. En pocas palabras, la ejecución visual es simplemente maravillosa, consecuente con una intenciones no basadas en revolucionar, sino en representar la simpatía y explosivo colorido del arte de Akira Toriyama.

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El trabajo gráfico es minucioso y perfeccionista, al tiempo que simple pero efectivo

La impresión es que jugabilidad, historia y diseño artístico se integran como nunca en este Dragon Quest, y eso es impresionante para cualquier amante de la saga. Tal vez, y por poner una nota discordante, las composiciones musicales esta vez no se han acabado de fusionar con tanto acierto. A pesar de que las composiciones de Koichi Sugiyama son de indudable calidad, hay partes que se nos han hecho monótonas por la música, y eso cualquier amante de los buenos J-RPG sabe que es un problema a considerar. Se echa de menos una mayor variedad de temas.

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Dado que el videojuego contaba con un año de margen desde el estreno en Japón, hubiese sido buen detalle orquestar las composiciones. Sin embargo, encontramos algunos cambios con respecto a la versión original. Se ha introducido la opción de correr, algo que facilita mucho los desplazamientos. Se incorpora la primera persona, permitiéndonos apreciar el mundo en mayor detalle. En los combates se introduce movimiento libre, de forma que podamos desplazarnos con libertad (aunque sin implicaciones importantes en la jugabilidad). También se incorpora la misión draconiana, un modo de dificultad en el que se nos prohíbe comprar, huir de combates, usar objetos defensivos, etc.

Aparte, encontramos ligeros retoques visuales, cambios en la interfaz para hacerla más legible y otras serie de detalles menores. Se modifican ciertos efectos de sonido (se elimina el "boing" de los saltos), y en general se occidentaliza más el juego. Esa es la razón por la que se añaden abundantes voces en inglés, aunque seguís teniendo la opción de desactivarlas para disfrutar del "ri-ri-ri-ri" tan icónico de los Dragon Quest clásicos mientras saltan líneas de texto. Y es curioso que pueda hacerse así. Después de todo, la tradición y simplicidad mandan en esta serie. Es importante saberlo, porque cuanto más se comprenda, más se disfrutará.

La versión de PC de Dragon Quest XI es tan discreta como cabe esperar de un juego de estas características: disponemos de menús para ajustar la resolución y escala de resolución hasta 100%, calidad de suavizado de bordes, de sombras, de postprocesado y VSync. Teniendo en cuenta el diseño artístico del juego, no creemos que haga falta pedir mucho más que eso, pero sí le hubiera venido muy bien tener opciones para ajustar la profundidad de campo, campo de visión y distancia de dibujado. ¿Por qué? No se puede decir que este port esté especialmente bien optimizado y además usa Denuvo, de tal forma que la tasa de fotogramas se resiente a menudo, incluso en equipos de altas prestaciones como el que usamos para probar esta versión de DQ XI. Como ves, el juego por sí mismo sólo te brinda las opciones justas y necesarias; pero si no te da miedo explorar carpetas, podrás configurar manualmente ciertos parámetros (como una tasa de fotogramas superior a 60 o hacer supersampling, entre otras cosas) desde un archivo de programa.

Magnífico

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Dragon Quest XI

Por: El equipo de 3DJuegos
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Hay series de videojuegos en que cada entrega es un nuevo destino. Sin embargo, Dragon Quest XI es como volver a casa, un lugar familiar, conocido, con todas esas convenciones de los RPG clásicos a los que nos hemos habituado tras 30 años de historia. Bajo ese prisma hay que entender un J-RPG de historia interesante, personajes bien construidos, jugabilidad tradicional pero gratificante, así como unos nombres (Yuji Horii, Koichi Sugiyama y Akira Toriyama) que aseguran el éxito, o al menos recuperar el alma rolera de los juegos de los ochenta y noventa. Todo ello con el potencial de PS4 en una aventura que además está indicada tanto para fans de toda la vida, como para los que lleguen nuevos. Simplemente épico.

Comprar Dragon Quest XI
  • Una historia bien escrita, hilada e interesante, con personajes bien construidos.
  • La aventura es sencillamente épica, con escenarios enormes y variados
  • Ideal para fans, pero también para los nuevos en Dragon Quest
  • Grata sensación de progresión, con un árbol de técnicas muy interesante
  • Elevadísima duración y cantidad de elementos de rejugabilidad
  • Pocos pero acertados cambios con respecto a la versión japonesa original
  • Aunque intencionalmente tradicional, no le vendría mal renovar algunas mecánicas
  • La música puede volverse bastante monótona en el transcurso de la aventura
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración: 60 horas (mínimo)
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