Una de las competiciones relacionadas con el mundo de las dos ruedas, TT Isle of Men (o Tourist Trophy), regresa a formato videojuego después de bastantes años en la nevera. Repasamos en este análisis de TT Isle of Man: Ride on the Edge lo que da de sí esta nueva incursión dentro del mundo de las carreras de motos.
Sin obtener el éxito alcanzado por títulos como Daytona USA o Sega Rally, todavía recuerdo el impacto que tuvo Manx TT SuperBike cuando apareció en los salones recreativos a mediados de los 90. Un sensacional arcade de motos que se basaba (aunque pocos lo sabíamos en aquel entonces) en una de las pruebas más veteranas que se celebra todos los años en la Isla de Man, concretamente en la ruta de la montaña Snaefell. Una competición muy particular porque se celebra en carreteras convencionales (nada de circuitos) y que, este año, tendrá lugar entre los días 26 de mayo y 8 de junio.
Después de varios años sin dar señales de vida dentro de nuestra industria (a excepción del gran Tourist Trophy de PS2), por fin Kylotonn y BigBen Interactive se han hecho con la licencia oficial de dicho evento para recrearlo en formato PS4 (versión que hemos analizado), Xbox One y un poco más adelante en PC: TT Isle of Man: Ride on the Edge. Un videojuego que posee cierto encanto debido a las particularidades que posee la propia competición real pero que, desgraciadamente, no ha terminado de gozar de la calidad que a muchos nos hubiera gustado.
Evidentemente, la cualidad más importante de todas las que presenta este juego tiene que ver con lo que da de sí su licencia oficial. Gracias a ella es posible participar en esa locura de competición que tiene lugar en un circuito realmente complicado que se extiende a lo largo de más de 60 kilómetros, hecho que supone un gran aliciente en sí mismo. Pero los desarrolladores han tenido la gran idea de incluir otros trazados complementarios en los que también es posible competir (como Super Hill Side o Tyrone Track), aumentando así la vida útil del juego.
A medio camino
Todos los pilotos, motos, categorías e incluso todo lo relacionado con la publicidad y los sponsors también son reales. Varios modelos de Honda, Kawasaki, Triumph y demás marcas están a nuestra disposición divididas en dos categorías diferentes, SuperBikes y SuperSport, así como más de 20 pilotos reales, entre ellos esa “máquina” en forma de piloto de carne y hueso llamada John McGuiness (23 victorias en 73 carreras).
Los modos de juego en los que es posible participar en TT Isla de Man no es que sean especialmente originales ni, menos todavía, cuantiosos. Al margen del modo online para ocho participantes (que, por desgracia, mostraba muy poca actividad a la hora de elaborar este análisis) y de las carreras sueltas o contrarrelojes, sin duda el principal reclamo en este terreno es el modo Carrera… aunque tampoco es que sea gran cosa. En él debemos crear a nuestro piloto mediante un editor más rudimentario de lo que cabría esperar y, a partir de ahí, ir adquiriendo nuevas motos cada vez más potentes a medida que vamos aceptando diferentes competiciones y desafíos. No está mal, pero tampoco es que sea una modalidad especialmente atractiva: cumple sin más.
Se posiciona más cerca del estilo arcade que de la simulación
En cuanto al sistema de control y al carácter que ostenta el título, se trata de un juego que se posiciona más cerca del estilo arcade que de la simulación. Pero una vez dicho esto, también es cierto que el título nos permite personalizar ciertas ayudas en la conducción para acomodarla a nuestro nivel, pudiendo desde ajustar la asistencia del ABS a activar o desactivar la trazada ideal, escoger cambio automático o manual, etc.
Dejando de lado lo “pelado” que anda TT Isle of Man: Ride on the Edge en cuanto a sus posibilidades jugables (opciones, modalidades, etc.) se refiere, el aspecto más flojo que presenta y que acaba pesando como una losa tiene que ver con toda el área técnica, y en toda su extensión. Eso es, porque más allá de la sensación de velocidad que ostenta el juego (muy conseguida) y la ausencia de popping (salvo excepciones) excesivamente evidente, el resto deja bastante que desear.
La peor parte tiene que ver con todo lo vinculado con la física de las motos. La sensación que transmite el título es que tanto las motos como los propios pilotos carecen de peso alguno, comportándose como si fueran de papel, lo cual resta bastante realismo a la experiencia de juego. Pero lo más dramático llega cuando nos chocamos contra algún elemento de los escenarios o contra algún rival y nos caemos al suelo, momentos que nos dejan unas animaciones e imágenes bastante pobres dado lo mal ejecutadas que están.
Por otra parte y si bien el modelado de las motos y de los pilotos no es malo en absoluto, aunque sin llegar a cotas muy destacadas, la apariencia de los escenarios deja bastante más que desear. Las texturas que pueden apreciarse en determinadas zonas no gozan de la nitidez exigible para un videojuego lanzado en el 2018, mientras que otros efectos como la iluminación no pasan de correctos.
El sonido, ya para acabar, se muestra algo más elaborado que el apartado anterior, ya que incluso integra doblaje en español que se suma a la correcta banda sonora y a los correctos efectos sonoros.
Esta nueva producción de Kylotonn Games repite los mismos errores que se dejaron notar en sus últimas creaciones. En un género como es el de la velocidad, donde existen grandes representantes del género (aunque no tantos dentro del mundo de las motos, todo hay que decirlo), el hecho de albergar defectos como un sistema de físicas poco creíble, gráficos no muy llamativos y una escasa sensación de realismo es algo que se paga caro. Una pena, porque la competición en sí resulta atractiva y además TT Isle of Man: Ride on the Edge presenta ciertas cualidades, como una notable sensación de velocidad o la posibilidad de poder competir en otros circuitos complementarios más allá del que tiene cabida en la montaña Snaefell.
- Poder disfrutar de una prueba como la de TT no sucede todos los días
- La inclusión de otros circuitos extra es todo un acierto
- Las opciones de personalización en la conducción se agradecen
- La física de las motos y pilotos deja bastante que desear
- Técnicamente está lejos de los grandes del género
- Escasa cantidad de modos de juego
- Los que busquen realismo, aquí no van a encontrarlo
