La brisa golpeando tu cara, el ruido de las olas del mar, el olor a arena mojada, el sol cegador… Es verano, también en los videojuegos gracias a contribuciones como la de Summer in Mara, un indie realizado íntegramente en España que nos propone relajarnos y disfrutar. ¿Lo consigue? Os lo contamos en nuestro análisis.
Eres el tipo de jugador paciente, que no le importa invertir tiempo en el juego para ver cómo avanza, incluso a pesar de que al principio no te convenza del todo. No te molesta especialmente que la acción pase a segundo plano, y de hecho agradeces un poco de paz, simplemente sembrando en tu huerto, consiguiendo semillas y construyendo dentro de tu propia isla. Tampoco te frustra un diseño a veces confuso, que te acribilla a tareas no siempre estimulantes, con algunos bugs de por medio y un acabado muy mejorable en casi todas sus parcelas.
Si acabo de describir un perfil semejante al que puedas poseer, creo que Summer in Mara supone una alternativa para tu particular catálogo de verano de 2020. Desgraciadamente, no fue mi caso. Me aburrí yendo de un lado para otro cumpliendo recados dentro de un juego con muy interesantes ideas, pero una ejecución irregular. No obstante, respetos al máximo. Los desarrolladores españoles de Chibig consiguieron sacar adelante un Kickstarter con el apoyo de casi 10.000 personas totalmente entregadas y deseosas de recibir el título. Eso siempre es de elogio, y para mí es un logro que haya generado cierta expectación.
No fue un desarrollo sencillo, con un retraso de por medio y un grupo pequeño: menos de diez trabajadores. Eso sí, con experiencia. La valenciana Chibig ya había trabajado en Deiland, un videojuego similar en concepto, consistente en meter sandbox, crafteo, construcción y simulación agraria en el mismo saco. Algo similar a lo que ocurre en Summer in Mara, solo que aquí en un mundo repartido en varias islas, mucho viaje en barco y unos personajes que parecen haber sido sacados de un anime. No me parece un mal juego, se puede disfrutar, aunque son muchas las frustraciones que podrías encontrarte en un retiro que prometía ser más placentero.
Una aventura relajada
Tal vez lo que más me ha gustado de Summer in Mara es precisamente lo que puedes hacer en tu isla. El tiempo pasa, ves cómo pasan las horas y tanto tu hambre como tu resistencia se merman hasta que te vas a dormir o comes algo. Los árboles que plantas y las cosechas que cuidas requieren paciencia, en un proceso lento pero continuo. Notas el flujo de la vida, cómo los naranjos reponen sus frutos e incluso cómo los minerales reaparecen tras un tiempo para volver a ser explotados.
Darme una vuelta por la isla para recoger caracolas, pescar, talar árboles o descubrir algún que otro secreto es lo que más me ha apetecido. Colocas unos pinos y ahí se quedan para siempre, dando lugar a un hogar personalizado. El problema llega cuando tienes que salir en busca de más materiales, porque tu tierra es limitada. Entonces llenas el tanque de combustible de tu barco y pones rumbo a nuevos territorios: vas y vuelves una y otra vez cumpliendo una serie de recados que la mayor parte del tiempo consisten en ir de un personaje para otro. ¿Divertido? No me lo ha parecido.
El juego presume de tener más de 100 quests y cerca de una veintena de personajes con los que conversar. Está bien, pero creo que aquí no importaban tanto los números como crear una experiencia adictiva y gratificante. A pesar de la sensación de apaciguamiento global, un juego es también desafío, pero yo no lo he experimentado. Tampoco evolución. Aunque puedes mejorar tu barco, existen un montón de ítems para comerciar y puedes personalizar a tu protagonista, he tenido cierta sensación de vacío.
No ha sido por la historia, que no está mal. Koa es una niña de 12 años que vive en una isla remota hasta que un buen día -por avatares del destino que no concretaremos- se ve empujada a salir en busca de aventuras. Existe un secreto relacionado con una puerta misteriosa, además de una malvada corporación que trata de explotar los recursos del océano Mara. El juego tiene cierto tono ecologista, de defensa de la naturaleza: una de las tareas consiste en reciclar (y te dan puntos). Es de elogio, aunque no tanto el hecho de que al final el argumento no está tan presente como se podría esperar.
Notas el flujo de la vida, cómo los naranjos reponen sus frutos o reaparecen los minerales
Me han gustado las cinemáticas 2D que a veces aparecen, así como en general los diseños usados para ilustrar las conversaciones. En el plano 3D el juego no brilla tanto. Conceptualmente es un juego muy bonito, pero tengo la sensación de que algo de la magia se ha perdido al aplicarla sobre un lienzo tridimensional. Podría ser porque los modelados no están lo suficientemente detallados, pero también porque las animaciones -sin ser mediocres- no me han terminado de convencer. Otra vez, parecía demasiado trabajo para tan pocas personas, pero yo lo único que puedo hacer desde aquí es deciros lo que me ha parecido, y esto es que me he llevado una desilusión al comprobar que la representación visual está algo lejos de lo que prometían los pantallazos originales. Probado en PC, también tengo que decir que la optimización no es la mejor, y que será deseable que tengáis el equipo recomendado (Intel Core i5 y GTX 660) para escoger la máxima calidad sin que vaya a tirones. Son tres opciones en total, y la variación es notable entre ellas, principalmente por el uso del alisado y efectos de iluminación.
La música es tal vez el apartado del que menos pueda quejarme. Melodías suaves, perfectas para acompañarnos en nuestra aventura, siempre teniendo de fondo el sonido ambiente de la naturaleza. Unido al ciclo día-noche y la presencia de eventos climáticos como la lluvia, el juego consigue transportarte a un entorno agradable. Summer in Mara tiene cosas muy buenas, aunque sepultadas en buena medida por un puñado de importantes frustraciones tanto jugables como técnicas.
Me ha costado cumplir las tareas que se me pedían, porque no les veía la diversión, y en lo técnico no he terminado de disfrutarlo porque la sensación era que faltaba trabajo de pulido. No obstante, siempre hay que quedarse con lo bueno, y sería una pena dejar de lado el importante mensaje que nos manda este videojuego: el de fundirnos con el entorno, ser uno con la belleza que nos rodea y disfrutar del momento, aunque sea cultivando unas lechugas. Eso el juego lo consigue… y tiene su mérito.
Summer in Mara cumple su objetivo de suponer una aventura calmada, en la que el foco está en cuidar de tu isla, mientras hablas con diversos personajes y cumples cantidad de tareas. El problema está en que a la diversión le cuesta llegar, haciéndose un juego monótono, con una sensación de progresión insuficiente y unos valores de producción que realmente destacan por la faceta artística, a la cual lamentablemente no se le hace justicia en lo técnico. Tengo la convicción personal de que el juego apuntó alto, pero que se quedó a medio camino de sus intenciones por diversas razones. Aun así, si tienes en cuenta todo esto y quieres intentarlo, descubrirás un fantástico mensaje en favor de la vida y la naturaleza.
- Apartado artístico inspirado y vibrante, que refleja la alegría de la aventura
- Tono y mensaje en favor de la vida y la naturaleza
- La gestión de la isla y su personalización
- Mecánicas aburridas a medio y largo plazo, poca sensación de progresión
- Muchas tareas a cumplir, pero la mayor parte de ellas poco interesantes
- Técnicamente irregular, con modelados y animaciones que requerían más trabajo
