Hasta ahora exclusivo de Wii U, el terror de Project Zero: Maiden of Black Water reaparece a tiempo para Halloween con el propósito de infundir el miedo entre los jugadores de PC, Xbox, PlayStation y Nintendo Switch. En el análisis de esta remasterización te contamos qué hace de este survival horror un juego especial, y te hablamos también de las mejoras que introduce el último Fatal Frame.
Me encantan los juegos de terror, son una de mi debilidades, esa sensación dopaminérgica y adrenalínica que me provocan mientras sostengo el mando y me pregunto si no estaría más tranquilo jugando a Stardew Valley es de lo mejor que me ha dado el videojuego desde que tengo uso de memoria. Las tardes con mi hermana al lado para no "cagarme encima" entre los inquietantes polígonos de Alone in the Dark, o las sesiones con los amigos en una habitación con las luces completamente apagadas mientras la primera PlayStation nos hacía recorrer una mansión repleta de infectados a la afueras de Racoon City son momentos inolvidables.
Con el tiempo empecé a jugar en solitario (obviamente, supongo), y han sido muchos los títulos que han ido ocupando huecos en mi estantería. Con más o menos suerte y con planteamientos diferentes, el género ha demostrado que, por encima del teatro o el cine, su espacio natural es el videojuego. En los últimos tiempos las dos entregas de The Evil Within, por perturbador y, sobre todo, por ser un auténtico survival dentro del campo del horror, así como la serie Outlast, por explotar la primera persona sin ningún tipo de piedad para con el jugador, se han convertido en mis exponentes favoritos dentro de un género que no pasa nunca de moda.
Sin embargo, dentro de las distintas aproximaciones que se pueden hacer al miedo, hay una que sobresale por encima de todas las demás. Estoy hablando de la representación japonesa de los yurei, los fantasmas o espíritus que pueblan lo sobrenatural. El final del siglo XX fue clave para el reconocimiento de las producciones niponas dentro del cine como las más perturbadoras de todas las que pueblan la cultura popular a lo largo y ancho del mundo. Las películas originales de Hideo Nakata y Takashi Shimizu autores de Ringu y Ju-on respectivamente nos dejaron a muchos sin dormir, haciendo palidecer a sus homólogas occidentales que, en comparación, eran cuentos de viejas para infantes.
Belleza y terror: las claves de Project Zero
Pero, ¿por qué nos perturba tanto el terror japonés? La respuesta es más sencilla de lo que parece: la exposición. A diferencia del estilo occidental donde el desconcierto sucede a través de secuencias rápidas, saltos en la silla algo gratuitos, mucho maquillaje y "zumo de tomate"; en la concepción nipona del miedo todo ocurre de manera lenta, no se oculta nada al espectador, el horror llega de la mano de asumir que nuestros peores temores no se esconden, están ahí para que los observemos, para que nos espantemos, para que sintamos el pavor que sólo puedes experimentar cuando el peligro que te acecha lo hace sin miramientos, de frente.
Como ese niño que se tapa los ojos con las manos y deja el hueco entre sus dedos para ver aquello que le repele y atrae con la misma fuerza equidistante. Así es como nos exponemos al terror japonés y uno de sus mejores exponentes dentro del videojuego es, por pura definición, la saga Project Zero. Bajo el amparo y esplendor del nuevo cine de terror del país del sol naciente parte el inicio de la franquicia, que data su primer juego para PlayStation 2 y Xbox del año 2001 y, el último, precisamente el título cuyo relanzamiento hoy nos atañe, en exclusiva para Wii U en 2014.
A lo largo de ese tiempo la franquicia ha construido una identidad propia, basada fundamentalmente en su mecánica principal: fotografiar entes fantasmales para acabar con ellos. Explorando la narrativa más críptica y apoyándose en el surrealismo de muchas de sus situaciones, Project Zero se ha convertido en una saga de culto a la que cuesta encontrar detractores. Con todo, Project Zero: Maiden of Black Water fue un título que, ya en el momento de su lanzamiento, podía considerarse un tanto anclado en el pasado. Sin embargo, gran parte de su encanto reside precisamente ahí, en respetar su fórmula, en dar a sus jugadores lo que buscan, una experiencia casi voyerista en la que nos deleitamos con la belleza de sus protagonistas y el espanto de las criaturas que les acechan.
La idoneidad de Project Zero para Wii U está fuera de toda duda. El centro de su jugabilidad giraba alrededor de utilizar el GamePad para hacer fotos a los yurei que nos acechaban en esta quinta entrega que pivota en torno a un trío de personajes: Yuri Kozukata, Ren Hojo y Miu Hinasaki, siendo esta última hija de la primera protagonista de la franquicia, Miku Hinasaki. Resolver el misterio del Monte Hikami, punto elegido por numerosas personas para acabar con su vida en extrañas circunstancias, era un auténtico reto muy inmersivo gracias a esta implementación del control de Nintendo.
Nuevos controles para Project Zero: Maiden of Black Water
Obviamente, cómo se ha adaptado este tipo de control era un punto delicado a tratar en este relanzamiento y, lo cierto, es que la versión analizada de PS5 consigue un resultado muy satisfactorio. El DualSense aprovecha muy bien su control por movimiento y, de la misma manera que ocurría con la "tableta" de Wii U, puedes inclinarlo y girarlo a uno u otro lado, consiguiendo de esta manera realizar capturas con cualquier orientación o grado de inclinación. Sin embargo, aquellos que quieran decantarse por un estilo de juego menos "movido", siempre pueden recurrir a la utilización de los botones L1 y R1 para lograr un resultado similar. Esta posibilidad de elegir un estilo concreto de manejo, incluso los dos de manera simultánea, es un acierto de esta nueva versión.
Indudablemente no es lo mismo que sentir que tienes entre tus manos la mismísima Cámara Obscura, pero dadas las circunstancias…. Pero como os decía, este Fatal Frame fue un título que incluso en el momento de su lanzamiento se podía sentir un tanto desfasado. Eso se hace todavía más patente a día de hoy, especialmente en la exploración desde una perspectiva de tercera persona en la que las animaciones de nuestros protagonistas no son las más óptimas. Mejora desde la perspectiva en primera persona de la cámara, en dónde su mayor escollo reside en el diseño de las esquivas que cambian la perspectiva del juego de forma demasiado brusca en ocasiones.
Con todo, no he tardado en sobreponerme a estas pegas menores con cierta rapidez y volver a disfrutar de nuevo de un título que fue innovador en algunos aspectos que, por supuesto, se mantienen. Los enfrentamientos contra los espectros son los más dinámicos y entretenidos de la saga, contando con más puntos débiles a los que atender, creando un minijuego muy resultón en el que cuantos más de estos consigues encajar dentro del marco de la fotografía, más daño causas, teniendo que estar girando e inclinando la cámara de manera constante durante las 15-20 horas que dura la partida.
El uso de la cámara no se queda ahí, y también es el recurso central para resolver algunos puzles y acertijos repartidos por los escenarios que muchas veces otorgan mejoras significativas en forma de nuevas lentes para nuestra máquina fotográfica. "Cazar fantasmas" en el momento justo, o realizar los "parrys" que dan nombre a la saga en tierras americanas (Fatal Frames) son al fin y al cabo más mecanismos con los que el título se carga de dinamismo y, al mismo tiempo, consigue dotar a la aventura de ese puntito arcade en el que cada acción tiene su recompensa en forma de puntos que podremos utilizar para comprar objetos curativos o ir mejorando las distintas cámaras de nuestros personajes.
La aventura de ese puntito arcade en el que cada acción tiene su recompensa
Completar la partida con el rango S siempre es un desafío, especialmente en la segunda vuelta cuando se desbloquea la dificultad pesadilla. Dicho esto, conviene señalar que la versión original del Project Zero: Maiden of Black Water regalaba al jugador un añadido muy especial en forma de cuatro episodios jugables con el personaje de Ayane en un cameo con Dead or Alive que no se quedaba únicamente en un mero cambio de protagonista, indagando en otras mecánicas más orientadas al sigilo de lo que lo hacía la base central del juego. Este contenido sigue estando presente, algo que no ocurre con algunos de los trajes licenciados por Nintendo para la ocasión como el de Samus. A cambio se ha implementado un buen montón de nuevas skins y un nuevo modo foto que permite colocar y alterar elementos del escenario a gusto del jugador.
Un remaster muy ligero
Project Zero: Maiden of Black Water se lanza al mercado solo en digital. Las mejoras en el apartado gráfico vienen en este caso potenciadas por la nueva generación, donde el juego reescala la resolución y consigue moverse a unos fluidos 60 fps. A pesar de mejorar los 720p de la versión de Wii U, las texturas y los modelados siguen siendo muy dispares según dónde miremos, consiguiendo excelentes resultados en los personajes principales que se ven un poco deslucidos en las distancias más cortas cuando enfrentamos espectros. Los tiempos de carga también se han visto acortados a casi la inexistencia.
Si bien las mejoras gráficas no marcan tanto la diferencia como lo han hecho otros títulos como Alan Wake Remastered recientemente. Los entornos salen claramente beneficiados en líneas generales, especialmente en las partes de agua, donde nuestro personaje ve limitada su capacidad de movimiento y donde tienen lugar los enfrentamientos más asfixiantes de todo el juego. En estos segmentos, los ropajes se notan más empapados, con un efecto algo más realista.
Esta temática del agua que podría confundirse en el imaginario occidental con la leyenda de La Dama del Lago, tiene más que ver con el mundo de los muertos denominado yomi que en su traducción del japonés viene a significar "aguas sucias", de ahí las aguas negras que son la fuente de la desesperación y congoja de nuestros protagonistas. La utilización de este motivo central introdujo además un factor a tener en cuenta. Conforme nuestro personaje se moja, ya sea por la lluvia o por ataques de enemigos irá entrando en un estado de maldición que solo será posible solventar a través del uso de un agente purificador que elimina las aguas negras que nos invaden.
Project Zero: Maiden of Black Water peca en demasía de repetir escenarios, muchos de ellos tendremos que visitarlos en hasta tres ocasiones. Esto es algo que puede agotar a aquellos que requieran de más novedad. Sin embargo, y a pesar de que el diseño de los mapeados es cerrado, el título invita (diría incluso que requiere) a explorarlos en profundidad en busca de nuevos y más potentes tipos de películas, secretos y elementos de curación. En su momento fue muy criticada la implementación de un sistema de guiado que, manteniendo presionado el botón R2, permitía ver los pasos de la persona que íbamos a rescatar. Sin embargo, en un título como este, en el que las acciones que llevamos a cabo pueden delimitar una zona de paso o cerrar un escenario, si se usa bien, puede indicarnos precisamente el último camino a explorar si lo que queremos es ver el cien por cien del juego.
Además, el compendio de fantasmas es bastante extenso y, si bien muchos de ellos se repiten, existe una mecánica denominada Fatal Glance que es de lo que más me gustó en su día y que sigue manteniéndose muy fresca. Al derrotar a los espectros contamos con una ventana de tiempo para tocarlos y conseguir más puntos. Sin embargo, la primera vez que lo hacemos con un tipo nuevo de yurei se activa un pequeño fragmento de película de terror en formato VHS que explica las circunstancias de la muerte de dicho espectro. Con esto, poco a poco nos hacemos una idea de qué es lo ocurrido exactamente en el Monte Hikami e, incluso antes de acabar la aventura, ya vamos a tener una idea bastante precisa de por qué se encuentran ahí todas esas almas en pena. Algo que dota de mucha profundidad al juego dentro de una narrativa, que, cómo he mencionado, muchas veces puede ser algo críptica.
Muestra de este "secretismo" es la cantidad de finales distintos que tiene el juego, marca de la casa por otro lado. Hasta ocho en total repartidos entre sus tres protagonistas. La manera de llegar a uno u otro prácticamente se puede determinar siempre en el último capítulo y pasa por hacer cosas que no van a estar del todo claras para el jugador. Cierto es que existen un enorme número de manuscritos a los que atender a lo largo del juego que potencian el conocimiento de su trasfondo argumental, no obstante, de la misma forma que ocurrió con el lanzamiento original, Project Zero: Maiden of Black Water llega sin traducir al castellano. Una pena que no se haya aprovechado esta oportunidad para hacer que este juego sea más accesible al público de habla hispana.
Hasta ocho finales repartidos entre sus tres protagonistas
Para ir cerrando una pequeña curiosidad. Project Zero: Maiden of Black Water no cuenta con una implementación específica en su sistema de control para el DualSense de PS5 más allá del tema de la cámara. De hecho, la vibración se ha medido bastante mal, siendo un poco burda y demasiado potente, habiéndome hecho sufrir por la batería más de la cuenta, pero, de manera accidental, los gatillos adaptativos del mando con pulsación progresiva le dan una nueva dimensión a una mecánica que te mantenía en vilo en todo momento en el lanzamiento original. Al recoger cualquier objeto del escenario, una mano fantasmal puede aparecer para agarrarte, pero si sueltas el gatillo a tiempo puedes evitar perder salud o tener que forcejear con ella para liberarte haciendo uso de los joysticks. Pues bien, ahora esa pulsación acompaña a la lenta animación en pantalla y de la misma manera que el personaje tiene mucho cuidado al moverse, tú lo tienes al pulsar el gatillo, siendo suave a fin de reducir el recorrido y escapar de la amenaza lo más rápido posible.
Project Zero: Maiden of Black Water es un título que, en el momento de su lanzamiento, ya se podía considerar anticuado para las tendencias del mercado. Sin embargo, es ahí donde reside su encanto, en mantener una fórmula que ha funcionado desde sus comienzos en PS2 y Xbox, exponiendo el terror japonés como muy pocos han conseguido. Este relanzamiento mejora la tasa de FPS, reduce los tiempos de carga, añade nuevos contenidos estéticos o el modo foto. A pesar de que la experiencia original Wii U y su GamePad es irrepetible, la versión analizada en PS5 consigue adaptar correctamente sus mecánicas. Sin duda, un juego más que necesario para los amantes del terror.
- Project Zero: Maiden of Black Water es, esencialmente, el mismo juego lanzado en 2015 para Wii U, se trata de una remasterización muy ligera.
- Se pierde el control especial del GamePad de Wii U; PS5 y Switch usan el control por movimientos.
- Puede sentirse anticuado para los cánones actuales, pero sigue siendo un título de terror muy placentero.
- Se ha desaprovechado la oportunidad de traducirlo al castellano, una pena.
- Tiene novedades como un modo foto, añadidos estéticos y mejoras de rendimiento alcanzando los 60 fps en PC y consolas de nueva generación.
