Todo en Immortality es un misterio que pide ser desvelado. Por eso, en este análisis solo podemos darte las claves para picar tu curiosidad, pero solo tú puedes investigar estas tres películas que conforman la nueva obra de Sam Barlow para responder a una pregunta: ¿Qué pasó con Marissa Marcel?
Con esta tercera obra, queda claro que el trabajo de Sam Barlow comienza a tomar forma e identidad. Her Story no fue un golpe de suerte, sino una forma de utilizar el medio interactivo como soporte para otro tipo de historias y, sobre todo, su forma de descubrirlas. Llevo tiempo dándome cuenta ya de que esto es lo que buscan los nuevos jugadores: una narrativa que, a falta de mejores términos, podríamos definir como arqueológica. Fragmentada. Que exija la participación del jugador para conectar todas las piezas. Es algo que ha causado todo un movimiento en los juegos de FromSoftware, pero que muchos otros autores han explorado de formas distintas, pero similares, en los últimos años. La historia definitiva no te la cuenta el creador; te la cuentas tú a ti mismo. Sam Barlow pertenece a esta misma escuela, pues desde Her Story ha enfocado las mecánicas detectivescas como un inmenso puzle que es menos cinematográfico de lo que parece a simple vista. Porque sí, todo el material que encuentras en sus juegos está grabado con una cámara, pero la narrativa no funciona como una cinemática, sino como piezas de ese puzle al conectar los diferentes clips de vídeo y comprender sus conexiones.
El planteamiento de Immortality sigue la misma línea que sus anteriores trabajos. Es, por tanto, algo menos innovador que el impacto que supuso su primer videojuego, pero es también más fresco y original de lo que fue Telling Lies, que seguía punto por punto la misma estructura que Her Story. Ahora el jugador se pone en la piel de un aficionado a las películas de Marissa Marcel, una actriz a la que rodea una gran incertidumbre por su desaparición. Con la presentación del material rescatado de sus tres películas, tenemos que desentrañar el misterio de qué pasó con la actriz. Nuestras herramientas son dos: el rebobinado hacia atrás y hacia delante, rápido y lento, de las cintas, y un sistema de búsqueda de conceptos relacionados mediante el cual podemos pinchar en cualquier lugar de la imagen para que nos lleve a otra relacionada. Puede ser el rostro de un actor, pero también un cuadro, un libro o una vela.
La presentación, y en el fondo el marketing del propio juego, se asemeja mucho al realizado con El Proyecto de la Bruja de Blair. Hacer pasar por real un "material encontrado", pero que, en esta ocasión, no viene editado para su visionado en formato película, sino que somos nosotros los que debemos ordenarlo y descubrirlo como si estuviéramos en una sala de montaje. Y es aquí cuando las cosas se pondrán interesantes, porque, a medida que vamos viendo los diferentes clips, llegará un momento en que nos daremos cuenta de que hay "algo más" en estas cintas de lo que parecía a simple vista. Este es uno de los momentos más intensos de Immortality y, por tanto, es mejor no hablar demasiado de él.
El cine al servicio del juego
En cuanto a su sistema de juego, sin embargo, creo que Immortality no funciona mejor que Her Story. Como derivado de su fórmula, esos vínculos entre conceptos se han tenido que adaptar a un lenguaje más visual, pero la idea pierde algo de fuerza. Mientras que en Her Story teníamos que seguir la trama y quedarnos con las palabras clave para encontrar nuevos vídeos relacionados con esos conceptos, aquí los elementos con los que podemos interactuar son más aleatorios. Las migas de pan no llevan a ningún sitio, sino que te permiten desbloquear todo el material a tu manera. Es una idea interesante, sacada de la obra de J.G. Ballard y su Exhibición de Atrocidades, que animaba al lector a leer párrafos desordenados (a la que añadiría los capítulos de la Rayuela de Cortázar), pero dentro de esa mecánica detectivesca, que te permite seguir una serie de pistas, no encontramos un sentido tan directo. La obra se resuelve en momentos clave, cuando, por suerte o por insistencia, llegamos a dar con clips clave que hacen avanzar la historia. Y, por tanto, también hay momentos menos intensos e incluso redundantes, en los que vagabundearemos por este material sin saber bien hacia dónde nos dirigimos.
La historia definitiva no te la cuenta el creador; te la cuentas tú a ti mismo
Por fortuna, el material es interesante de por sí. Las tres películas (Ambrosio, Minsky y Two of Everything) son lo suficientemente atractivas como para que quieras ahondar en la vida no solo de Marissa Marcel, sino de todos los actores y el equipo técnico que las filmó. Y también en las razones de por qué nunca se llegaron a estrenar. En especial me ha cautivado la primera de todas, Ambrosio, una adaptación de la novela gótica de El Monje de Mathew G. Lewis que fascina por una fotografía muy lograda y la aplicación de técnicas y efectos de la época en la que quiere emular ser grabada. Y es que Immortality contiene varias historias dentro de estas cintas. No solo queremos saber qué pasa con Marissa Marcel. No solo ansiamos desvelar los extraños secretos que rodean a estas cintas. También logra que nos interesemos por lo que sucede detrás de las cámaras y por la presión del arte y los artistas en algunas de las épocas más convulsas del cine.
Immortality es, por todo ello, la obra más original de lo que llevamos de año. No exenta de altibajos, tendría que añadir. Porque aunque logra hacer que el viaje merezca mucho la pena, también pasarás por momentos en los que parece que la historia no avanza. Recomiendo encarecidamente que se juegue con mando, y así lo hace también sus desarrolladores, porque las palancas y botones se adecúan mejor al control de las bobinas que el teclado y ratón, y sobre todo porque la vibración no solo es necesaria, sino que diría que imprescindible, a no ser que juguemos con unos buenos cascos y mucha atención. Será interesante comprobar qué tal se adapta Immortality en móviles gracias a Netflix.
Con todo esto, es difícil que no te veas atrapado por su historia, y que durante los próximos meses no veamos muchos foros llenos de teorías sobre sus distintas connotaciones, pero también creo que algunas de ellas pueden ser deliberadamente confusas y alegóricas y pueden perder algo de la intensidad del momento en que son descubiertas. No hay duda, sin embargo, del valor autoral de Immortality; el contenido de sus cintas dice mucho más que las palabras de sus actores. Nos habla del sacrificio del arte, del misticismo de la inspiración y de todo lo que requiere esa entrega: un precio que, en ocasiones, puede ser verdaderamente terrorífico.
Immortality es una de las obras más originales del año. Una de la que es difícil hablar porque cuanto menos se sepa, mejor. Es uno de los trabajos más sacrificados de Sam Barlow, que se nota en el cuidado enfermizo puesto en la elaboración de todas las películas que acompañan a este metraje. También es un derivado de la fórmula de Her Story que no siempre mantiene esa mecánica detectivesca tan coherente como lo era su obra original. Pese a sus altibajos, todo el misterio que rodea a Marissa Marcel es fascinante y merece ser descubierto para comprender cómo los videojuegos, incluso apoyados en técnicas cinematográficas, sigue siendo el mejor material plástico para moldear ideas, historias y sensaciones únicas. Barlow exige tu participación absoluta en esta obra, y tú la completas.
- Una producción exquisita con un gusto cinematográfico enfermizo.
- El misterio que hay detrás de las cintas es cautivador.
- Se recomienda encarecidamente el uso de mando, auriculares y vibración.
- Tiene algunos altibajos dependiendo de la "suerte" que tengas al encontrar nuevo material.
- La idea se mantiene fresca, aunque no siempre tan coherente como Her Story.
