Tras varios años de ausencia, Guybrush y compañía regresan al desértico panorama de las aventuras gráficas. Tales of Monkey Island es una nueva oportunidad de sumergirnos en el característico sentido del humor pirata, y en los retos y los desafíos de una de las sagas con más salero de la historia de los videojuegos. ¿Está a la altura del original? Ni remotamente, pero es que el listón estaba muy alto, y esta entrega cuenta con la dificultad añadida de llegar a nuestro país sin ningún tipo de traducción.
Con fervor se esperaba la nueva aventura gráfica sobre las series Monkey Island entre la comunidad de aficionados al género. No perderemos tiempo recordando la historia de la saga porque es sobradamente conocida, y sinceramente haríamos flaco favor a los aficionados que no hayan tenido oportunidad de probarla contándoles sus secretos. ¿Un consejo? Quien guste de las aventuras gráficas y no haya tenido el placer de encarnar todavía a Guybrush Threepwood tiene una cita obligatoria con las entregas primera y segunda de la saga.
Con Tales of Monkey Island tenemos una nueva revisión a cargo de Telltale Games de otra clásica aventura de LucasArts, y de nuevo ésta se divide en capítulos. Tras el controvertido salto de la franquicia a las tres dimensiones, Launch of the Screaming Narwhal vuelve a apostar por un estilo artístico similar, que en sus primeras imágenes y videos no ha calado particularmente bien entre los fans.
Soy Guybrush Threepwood, Valeroso Pirata
El Episodio 1 da comienzo al más puro estilo Monkey Island con la bella Elaine Marley secuestrada por el temible LeChuck en su propio barco. Los planes del villano pasan por un sobrenatural secuestro de monos y unas deshonestas intenciones hacia nuestra todavía esposa, aunque nosotros estamos ahí para impedirlo.
Guybrush irrumpe con virulencia en el secuestro de Elaine para, con su habitual torpeza, darle la vuelta a la situación de la forma más inesperada. Un reactivo basado en el Grog, su espada y un puñado de barriles de pólvora le alejarán bruscamente de su amada y de un sorprendente LeChuck. La explosión nos llevará a la Isla Flotsam –término marítimo para denominar los restos de, por ejemplo, naufragios- de la que sus pintorescos habitantes nos advertirán que será imposible escapar debido a unos caprichosos vientos.
No tardaremos demasiado tiempo en darnos cuenta de la inexactitud de sus advertencias y comenzaremos a tejer el siempre tupido tapiz de favores, objetos y rompecabezas que conforman las clásicas aventuras de la marca Monkey Island y que finalmente nos permitirán abandonar este pedazo de tierra. El videojuego, sin embargo, no acaba de remontar el vuelo en cuanto al sentido del humor o el gancho de la historia y personajes. Hay intentos por conseguirlo, pero resultan algo blandos y no demasiado inspirados.
Prácticamente a partir de la segunda entrega hemos visto una caída alarmante en la calidad de diálogos y argumentos de la saga, cuyas partes tercera y cuarta fueron muy irregulares en este sentido, y cuya calidad del quinto capítulo no hace sino confirmarlo. No es que el videojuego sea malo, esté pésimamente escrito o no tenga gracia; en absoluto, es un título seductor. Lo que sucede es que la chispa de los dos primeros títulos era tan mayúscula que desde entonces el listón ha descendido mucho, especialmente con este nuevo videojuego que es el peor de las series en este sentido. Conoceremos a algunos personajes secundarios interesantes, y volveremos a ver de nuevo a algunos ya clásicos de la saga, en un agradecido guiño para los aficionados pero en líneas generales da la sensación de que este primer contacto deja las cosas a medias en casi todos los sentidos.
El Secreto de Monkey Island
Los retos de este capítulo son en líneas generales muy sencillos, algo alejados de los habituales estándares de las series. Quizá sea porque estamos ante el primer capítulo y sus creadores buscaban algo accesible, o quizá estemos ante la casualización de las series, pero el hecho es que podemos superar la campaña del videojuego en unas cuatro o cinco horas en función de nuestra habilidad y experiencia.
El control es algo confuso, puesto que Tales of Monkey Island parece optar por una línea más cercana a la de los últimos videojuegos, con una mezcla entre el uso del teclado para el desplazamiento de las últimas entregas, con la de un ratón que nada tiene que ver con el de las primeras. Así pues podemos movernos con el empleo del clásico W,A,S,D, por el escenario en función de la localización de la cámara, o empleando el ratón con idéntico propósito, dejando apretado el botón izquierdo y girándolo en la dirección deseada para decidir la orientación de Guybrush al caminar. No es que echemos en falta el clásico sistema SCUMM de los primeros videojuegos de la saga, al que de hecho extrañamos… y mucho, sino que este procedimiento no acaba de ser válido, y sí una opción confusa y caprichosa, especialmente al cambiar la perspectiva de sitio constantemente debido a cada pantalla que cruzamos.
Una vez superados estos molestos problemas de control, a los que nos acostumbraremos, sin duda, lo que nos queda es una aventura gráfica con parte del concepto clásico de las series intacto. Un videojuego, en definitiva, divertido, agradable y ligero con el que pasar el rato; pero que sin duda nos traerá de forma constante a la mente la brillantez de los originales, y la indeleble sensación de que este título, por notable que sea, no tiene la chispa ni el talento de éstos.
En la faceta visual poco que añadir. Como ya hemos señalado Tales of Monkey Island va a apostar en todas sus entregas por entornos y personajes tridimensionales, con una dirección artística adecuada, pero que no ha acabado de calar entre los aficionados a la franquicia. El aspecto de Guybrush no está gustando demasiado, y tampoco el de LeChuck o Elaine. Es indudable que el vago y confuso puñado de pixels de El Secreto de Monkey Island y Monkey Island 2 tenía mucho más encanto y carisma que estos estilizados caracteres tridimensionales.
Cabe destacar en última instancia que contra todo pronóstico el videojuego no cuenta con distribución para nuestro idioma ni en textos ni en diálogos, lo que significa que de momento no hay forma de disfrutar de él sin hacerlo en perfecto inglés. Nos hemos puesto en contacto con sus creadores, y éstos nos han contestado que lamentablemente “no hay planes de poner a la venta versiones localizadas a diferentes idiomas”.
Tales of Monkey Island debuta con un primer capítulo que sirve como interesante toma de contacto. Falta la chispa de las dos primeras partes, y el sentido del humor y el gancho de la historia no acaban de despegar; pero Launch of the Screaming Narwhal supone un notable punto de partida para lo que, con la suma de sus cinco partes, puede acabar convirtiéndose en una aventura gráfica fantástica.
