Nuevos vecinos, objetos novedosos por recoger y una decoración completamente diferente. Abandonamos la tranquilidad de nuestro pequeño pueblo en Animal Crossing: New Leaf para visitar las aldeas cercanas, donde nos esperan montones de sorpresas y gente a la que conocer. Y así es como lo nuevo de Nintendo demuestra su enorme potencial multijugador, fomentando las relaciones jugables entre los millones de usuarios de su portátil.
Hasta el momento tenía pocas dudas acerca de mi labor como alcalde en el pequeñito pero muy entrañable pueblo de Elche. El ambiente que se respira es ideal, los vecinos están encantados con mi gestión y la aldea prospera a buen ritmo gracias a la construcción de diverso mobiliario público, que ayuda a enaltecer la belleza natural de este entorno; o a la enorme expansión que ha experimentado el centro comercial, en el que ya se pueden encontrar tiendas de ropa, flores, zapatos e incluso una discoteca donde pasarlo bien por las noches. Sin embargo, mi curiosidad innata me ha llevado estos últimos días a visitar otros municipios para ver qué tal lo hacen mis colegas y, claro, traer de vuelta cualquier idea que pueda resultar beneficiosa para el pueblo.
Y aunque en un primer momento me parecía algo imposible por no decir absurdo –lo sé, soy un ególatra-, he comprobado que en el colorista universo de Animal Crossing no soy el único alcalde con el talento y las dotes de mando necesarias para construir un mundo de ensueño. Aunque eso sí; si hablamos de vestir con estilo… a eso no me gana nadie.
Sutiles, pero importantes diferencias
Tras la visita de rigor al responsable de la estación de tren, el mono Estasio, y avisar con antelación al alcalde de la ciudad a la que queremos viajar para que nos abra las puertas de su hogar, nuestra primera salida oficial de Elche nos ha llevado a recorrer varios pueblecitos con muchos puntos en común con el nuestro, lógicamente; pero también con sutiles diferencias que son las que nos han hecho disfrutar tantísimo de esta experiencia.
Porque junto a tres amigos más, viajar por el universo Animal Crossing implica conocer a un sinfín de nuevos personajes que algún día, quién sabe, podrían terminar viviendo en tu propia ciudad. Porque salir al exterior también garantiza hacerse con esos tan ansiados melocotones –o la fruta que más rabia os de- que de otro modo sería muy difícil conseguir, dado que no crecen de forma autóctona en tu región. Porque viajar, obviamente, también te da la oportunidad de intercambiar regalos con otros jugadores; de obtener muebles y ropa con diseños exclusivos –hay gente con mucho talento ahí fuera- que todavía no se han puesto a la venta en tus comercios.
Viajar, en definitiva, te da la oportunidad de ampliar miras, de aprender del trabajo de otros jugadores para mejorar lo máximo posible el diseño de tu casa, de los jardines o del mobiliario urbano presente en tu pueblo. Porque en Animal Crossing todos los días se aprende algo nuevo, y si lo haces en compañía de otros jugadores mejor que mejor. Y no solo por todo lo comentado líneas más atrás. Recordad que también podéis iros de vacaciones a una isla tropical para disfrutar de una enorme variedad de minijuegos con regalos exclusivos.
En este sentido, si bien sutiles, sorprenden las diferencias que pueden encontrarse entre uno y otro pueblo. No solo en lo tocante al diseño del terreno sobre el que se erige cada aldea o los habitantes que la pueblan; también hablamos del exorno floral, la pulcritud de las calles –hay alcaldes que deberían contratar urgentemente un servicio de limpieza- o la distribución de los distintos elementos arquitectónicos que se pueden construir como alcalde –farolas, bancos, fuentes, etc.-. Construcciones que nos van a permitir dar ese toque de distinción a nuestro pueblo, para luego fardar frente a todo el mundo gracias a las originales opciones sociales que presenta New Leaf.
¿De qué hablamos exactamente? Ni más ni menos que de la Casa de los Sueños. Un peculiar negocio en el que se nos da la oportunidad de adentrarnos de forma instantánea en los pueblos de otros jugadores, sean estos amigos o no, sin necesidad de estar conectados de forma simultánea. No por nada hablamos de sueños, y como tales, en el mundo de Morfeo nuestras acciones estarán muy limitadas. Concretamente, a pasear libremente por el pueblo de otro jugador sin que podamos interactuar verdaderamente –pero sí de forma "simulada"- con sus habitantes y objetos. Lo que significa que podemos cotillear todo lo que queramos y más, pero no llevar a nuestra ciudad frutas y demás objetos. Lógico teniendo en cuenta que es un sueño.
Una opción que me ha venido francamente bien para imitar el estilo de otros jugadores en lo que respecta a la decoración de la casa. Y es que un buen alcalde merece una casa a la altura de su grandeza. ¡Pero ojo! No vayáis diciéndolo por ahí que copio a otros alcaldes porque eso acabaría con mi reputación. Eso sí, hablad muy bien del Museo de Elche, en el que hay más fósiles, peces e insectos que en cualquier otro museucho de tres al cuarto con el que me he encontrado. ¡Ah! Y encima con salas de exposición para que la gente de bien como yo, podamos presumir de colecciones privadas. En algo se tenía que notar mi grandeza como alcalde ¿verdad?
Y de esta forma, en el tren de vuelta a casa, me despido hasta dentro de unos días cuando haga público mi informe final sobre el progreso de mi pueblo en el mundo de Animal Crossing: New Leaf. Prometo ser exhaustivo en los detalles y no dejarme nada en el tintero. ¡Que se note mi efectividad! Pero... ¿qué es esto? ¿Confetis? Y ¿a qué huele? Es como si hubieran celebrado una fiesta, con barbacoa incluida, nada más abandonar Elche. ¿Será posible? ¡¡Canelaaaaaaa!!