Hoy en día, a LEGO se le conoce como una de las empresas de fabricación de juguetes más exitosas del planeta Tierra. La compañía danesa especialista en bloques de construcción ha diversificado su negocio y aprovecha licencias de franquicias famosas de entretenimiento para productos de todo tipo, incluidos los videojuegos. De hecho, las últimas noticias que nos llegan (véase las tremendas ventas de LEGO Star Wars: The Skywalker Saga) siguen reforzando la idea de que LEGO es uno de los grandes dominadores del mercado; pero, ¿sabías que no siempre fue así?
En el año 2003, LEGO estuvo cerca de quebrar
Si no conoces la historia, déjame que te sorprenda contándote que LEGO estuvo cerca de la bancarrota a principios de los años 2000. Concretamente, estuvieron apunto de quebrar en el 2003, cinco años después de anunciar pérdidas por primera vez en su historia. Aunque llevaban décadas en buena forma, en 1998 perdieron 23 millones de dólares y asistimos a los primeros despidos, y casi acaba desapareciendo entre 2003 y 2004 fruto de una estrategia caótica y de no adaptarse a los tiempos y a todo aquello que requería el público infantil por entonces.
"Los niños tenían menos tiempo para jugar. Algunos mercados europeos tenían cada vez menos y menos niños, así que las tendencias de juego cambiaron y nosotros fallamos en nuestro cambio. No estábamos haciendo juguetes lo suficientemente interesantes para el público infantil. No innovamos lo suficiente", comentó Mads Nipper, vicepresidente ejecutivo de LEGO, en una entrevista en The Telegraph.
Bionicle como salvavidas
Según Nipper, el gran error de los dirigentes fue que, pese a los malos resultados, apostaron por seguir invirtiendo a lo grande, como si fueran una compañía en crecimiento. Sustituyeron la línea para niños pequeños Duplo, invirtieron en parques temáticos, hicieron sets demasiado coloridos que aumentaban los costes de producción y lanzaban demasiadas líneas al mercado. Nada funcionaba especialmente bien salvo los juguetes de licencias como Star Wars y Harry Potter, que tenían una gran popularidad pero dos inconvenientes: pasaban de moda una vez transcurría un tiempo desde el estreno de las películas y los beneficios no eran tan grandes debido a que las licencias pertenecían a empresas externas.
El 94 % de los sets lanzados al mercado no conseguía generar beneficios, pero a principios de siglo llegaría un salvador inesperado: Bionicle. Se trataba de una línea de juguetes construida en base a un acrónimo de biological chronicle que iba dirigida a un público entre 6 y 16 años. Las figuras contaban con algunos aspectos clásicos y otros basados en la mitología polinésica, ofreciendo personajes de distintos colores en función de seis elementos: fuego, agua, aire, tierra, roca y hielo.
Bionicle ofrecía una historia original apoyada en todo tipo de productos
La línea Bionicle fue el primer proyecto de LEGO con una historia original, que fue programada para durar varios años y estuvo contada y ampliada en una serie de libros y cómics. Esto ayudó a la compañía a diferenciarse todavía más de otras empresas de bloques de construcción de la competencia que le iban ganando terreno a LEGO en base a productos mucho más asequibles; además, el hecho de que los sets y productos de Bionicle fueran algo propio y no perteneciesen a otra propiedad intelectual les permitía aspirar a un margen de ganancias todavía mayor al que estaban acostumbrados.
Los videojuegos y lo digital
El éxito de Bionicle estuvo apoyado en más pilares, aparte de ofrecer una historia y unos personajes concretos. Los nuevos dirigentes de LEGO se dieron cuenta de que había que apostar por una digitalización en varios aspectos, y comenzaron a llegar redes sociales propias, foros, minijuegos en web y herramientas online para que los fans diseñaran productos.
Tuvimos videojuegos de Bionicle para varias consolas
En el caso de Bionicle, llegamos a ver libros, cómics, películas e incluso productos para PC y consolas protagonizados por estos pequeños héroes. Tuvimos videojuegos de Bionicle durante la primera década de los 2000, con títulos como BIONICLE: Quest for the Toa, lanzado para Game Boy Advance, o BIONICLE Heroes, con versiones de Xbox 360, Nintendo Wii y Nintendo DS. Algunas de estas obras todavía son recordadas a día de hoy, e incluso vemos proyectos de fans con los habitantes de Mata Nui reimaginados en Unreal Engine 5.
La historia de Bionicle se desarrolló desde 2002 hasta 2010, cuando LEGO anunció la última oleada de sets de la franquicia. Pero, antes de que llegase su final, se erigió como una de las piedras angulares en la etapa más dura de los daneses, cumpliendo con su papel de héroe: en 2003, Bionicle representaba el 100 % de las ganancias de LEGO, y el 25 % de los ingresos totales de la empresa.
Posteriormente, se intentó seguir atrayendo a las nuevas generaciones con Hero Factory, una serie más moderna que tenía una historia algo simplificada y personajes nuevos, pero en ningún caso logró acercarse al éxito de Bionicle y fue descontinuada en cinco años. En 2015, Bionicle regresó pero el viaje solo duró un año: el sobreprecio de los sets y la dificultad para atraer a nuevo público provocó que la línea no tuviese más longevidad por delante. Ya daba igual: LEGO pasó de estar en un serio apuro a dominar el mercado de la juguetería.
En la actualidad, es habitual ver una gran cantidad de juegos y apps de acompañamiento de LEGO. También existen películas que triunfan en la taquilla, videojuegos de sagas muy populares y figuras y sets que cuestan cientos de euros estando basados en marcas archiconocidas mundialmente. Esto es algo que no ha abandonado la compañía danesa durante todos estos años y, sin duda, una de sus principales fuentes de beneficios. Pero no hay que olvidar que el destino del que llegó a ser líder mundial en su campo estuvo apunto de ser muy distinto, y que se recondujera se debe, en gran medida, a unos pequeños héroes propios alejados de licencias externas.
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