En el año que los Game Awards han celebrado más que nunca los indies, el ninguneo a uno de los juegos más audaces de 2025 es doloroso

A lo largo de la ceremonia de anoche de The Game Awards, Geoff Keighley apuntaba orgulloso cómo los estudios pequeños habían ganado protagonismo dentro de la gala. La edición de 2025 ha sido histórica en ese sentido. A las 12 nominaciones que tenía Clair Obscur se le sumaba la presencia en los nominados a GOTY de otros dos pesos pesados del juego independiente este 2025: Hades II y Hollow Knight: Silksong. Marcando por primera vez un 50/50 entre indies y grandes producciones y sentando un precedente para años venideros.

Al final resultó que había aquí un poco de paripé. Hades II y Silksong triunfaron ambos en su categoría, llevándose las estatuillas de Action y Action/Adventure respectivamente, pero ninguna más de las seis categorías en las que estaban nominados cada uno. Clair Obscur barrió con las principales nominaciones incluyendo las dos de las categorías indie. Las únicas dos, además, a las que había sido relegado Blue Prince, otra joya de este año que los premios han ninguneado por completo.

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Un misterio que nos obsesionó

De las confusas categorías de la ceremonia de Keighley, la de Mejor Debut y Mejor Juego Independiente parecían adecuadas para Blue Prince, y lo habrían al menos sumado a la conversación en un año que durante buena parte muchos lo veían incluso como un claro contendiente a GOTY . El juego tuvo notas excelentes que lo posicionaron entre lo mejor del año, y se resaltaba su premisa y su sorprendente mezcla de géneros. Por merecidas que son las nominaciones de Hades II y Silksong, suponían también la opción fácil en un año donde la elección a GOTY ha vuelto a estar plagada de secuelas e IPs establecidas. En muchos sentidos que van más allá de su calidad, Blue Prince es una de esas propuestas audaces e innovadoras que merecen la pena celebrar.

Bajo el difuso paraguas de los juegos de puzles, género que tanto sus fans como su creador advertían que no era enteramente correcto, Blue Prince llegó en abril para ofrecernos algo hasta cierto punto indescriptible. Era parte exploración, parte estrategia, parte misterio y parte roguelite contemporáneo, con sus runs adictivas basadas en combinar partidas impredecibles con una meta-progresión consistente. Esta además era su jugada maestra. La mansión es un entorno fascinante que explorar, con una mitología compleja que evoluciona, sorprende y se retuerce, y que no para de mostrar nuevos recovecos sin importar el número de horas que hayamos pasado en ella.

Si este cóctel es tan especial es en gran medida gracias a su creador y sus referencias. Desde su debut, Tonda Ros parecía ya dibujarse como una voz a seguir de cerca en la industria. Mientras tantos otros autores del videojuego insisten en inspirarse en el cine o la animación, Ros extraía sus ideas de los juegos de mesa. Durante años manejó una web de Magic The Gathering, el tipo de trabajo que le da a uno una mentalidad analítica sin parangón, y que ayudan a dar con un diseño sintético y elegante que es fácil imaginar funcionando igualmente bien con una pila de losetas de cartón y una baraja de cartas.

El idioma puede haber sido un factor importante en el ninguneo de los premios. Pese a la gran ventana que supone tener el juego de lanzamiento tanto en Playstation Plus como en Game Pass, muchos se quedaron fuera por la limitación lingüística. A día de hoy sigue disponible solo en inglés, algo que si bien no importa demasiado la mayor parte del tiempo, sí resulta un problema para los puzles más complejos y para aquellos que quieran sacar el máximo partido a su potente narrativa. Es esta conexión tan íntima con la lengua inglesa lo que de momento ha desmotivado a su creador a traducirlo a otros idiomas.

Si bien no se ha llevado reconocimiento en la ceremonia, el tiempo podría darle un legado más duradero. Al entusiasta recibimiento de la crítica le acompañó una comunidad obsesionada con sus misterios. Muchos descubrieron por sorpresa lo excelente que resultaba como juego en pareja, con uno llevando el mando mientras otro llevaba una libreta en la que anotar descubrimientos. La comunidad del speedrunning, por su parte, lo convirtió en una fascinante contienda competitiva. Recientemente su creador dejó claro que no tendríamos secuela, dejando una sensación agridulce en aquellos que lo han vivido intensamente, pero asegurando que el juego mantendrá inmortalizada su premisa única.

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