Después de jugar a Dead Island 2 durante 6 horas, creo que lo único que no hereda esta segunda entrega es la alusión de su propio título. Ya no nos encontramos en una paradisíaca isla, sino en en la ciudad de Los Ángeles, conocida ahora no como L.A., sino como Hell-A. Poco importa, la verdad, porque con solo estas horas me ha dado tiempo de sobra a ver en él un juego alocadamente divertido. Parecía que los zombis, hoy día, no iban a funcionar tan bien como antaño después de tanto abuso en la cultura popular como hemos tenido. Pero en absoluto. Nunca hay que desconfiar de lo satisfactorio que sigue siendo machacar a los muertos vivientes de todas las formas que se te ocurra.
Y pese a que ellos son los protagonistas, creo que en esta demostración es la ciudad la que ha robado el protagonismo a los muertos. Me he encontrado con un diseño de niveles y de mapa muy interesante. Ni lineal, ni exactamente mundo abierto. Más bien un sistema de áreas grandes interconectadas que nos permiten explorar algunas de las zonas más icónicas de la ciudad angelina. Desde los barrios llenos de mansiones como Bel-Air hasta estudios de cine, todos ellos ambientados perfectamente con ese clima e iluminación tan característica de la ciudad.
Funcionan muy bien para evitar que los paseos se hagan demasiado largos, pero abrazando siempre la libertad de movimientos y el dejar que el jugador explore a su antojo para salirse de la misión principal y encontrar sorpresas y secretos. El juego te recompensa con ello, ya que muchas misiones secundarias las encuentras a tu paso, al escuchar a los supervivientes o investigar extraños sucesos o pistas. En vez de apostar por la cantidad de secundarias, apuesta por trabajarlas un poco más. Siempre ha merecido la pena desviarse del camino para encontrarme con alguna escena divertida, como una vieja gloria del cine atrincherado con un rifle de francotirador que necesita que actives la corriente para poder usar la silla que baja las escaleras; o una influencer que ve en el apocalipsis zombie la mejor manera de monetizar su canal.
La ciudad cuenta la historia
Es curioso, porque el juego va a lo que va: que tú mates zombis y no pienses mucho en el proceso. Pero creo que Dambuster ha sido lo suficientemente sutil para que notes cierta crítica mordaz a nuestra moderna, y a veces decadente, civilización. Porque sí, tienes un esbozo de trama en la que nuestro grupo busca una forma de ser evacuados mientras nuestro protagonista lidia con el hecho de ser inmune, pero realmente el escenario el que cuenta siempre pequeñas historias, así como sus misiones secundarias. Recorrer la casa de la influencer denota su estilo de vida hedonista; encontramos también unas estrellas del rock que se perdieron la evacuación porque estaban puestísimos… Hay una gran zona, el hotel Halperin, que nos deja con pequeñas escenas sangrientas en las que vemos cómo el ejército intentaba deshacerse de los cuerpos sin miramientos, usando un tipo de ácido; o cómo el apocalipsis zombi se desató en mitad de una boda. Hay en cada rincón una pequeña historia, y se nota la dedicación del estudio para que no sean solo niveles por los que pasa el jugador.
Acumular dinero y recursos nos permite modificar las armas y convertirlas en inventos realmente únicos
Pero es que, como niveles, también funcionan. Todos ellos son intrincados y, pese a haber guía, requieren que mires bien en cada rincón para encontrar todo lo que esconden, o incluso zonas que tendrás que volver más tarde para desbloquear. Me he encontrado todo tipo de rutas secundarias llenas de puertas cerradas y cajas fuertes que guardan un gran número de secretos. Explorando a conciencia o siguiendo las pistas explicadas en notas, es posible encontrar las llaves que abren estos secretos, mientras que en otras ocasiones tendremos que encontrar o comprar fusibles para abrirlas. Y siempre merece la pena, porque al otro lado te espera una gran cantidad de recursos y armas con las que harás mucho daño.
Y es que, como el primer Dead Island, la búsqueda de recursos es clave. Me preocupaba un poco porque en el juego original podías invertir una gran cantidad de tiempo registrando maletas, cajones y todo tipo de zonas del escenario para encontrarlos. Es cierto que aquí pasa también, y a veces me habría gustado que el proceso fuera algo más rápido, pero al menos la recompensa está equilibrada. Acumular dinero y recursos nos permite invertir en esas modificaciones de las armas que las convierten en inventos realmente únicos, capaces de mutilar mientras electrocutan o queman a los zombis.
Aquí Dambuster también ha seguido la evolución de la fórmula al pie de la letra, pero poniendo especial atención a que aprovechemos al máximo el entorno. No solo se trata ya de lanzar el arma a un contenedor explosivo, sino crear nuestras propias trampas. Podemos coger una batería y lanzarla a una piscina llena de zombis, o llenar la carretera de agua hasta una toma eléctrica... Hay que aprovechar siempre lo idiotas que son los zombis para que atraviesen charcos de ácido o de fuego. Y todo esto nos permitirá diezmarlos y no desgastar nuestras mejores armas, porque vamos a encontrar muchos, pero que muchos zombis. De hecho, a veces han sido demasiados. Los lugares cerrados están más equilibrados, pero en estos pequeños mundos abiertos, los zombis están para molestar y van a salir de la tierra, de las alcantarillas y de donde sea para volver a repoblar la zona. A veces se hace algo cansino tener que abrirse paso entre tantos para llegar a donde quieres ir, y quizá esto es lo que más dudas me deja del sistema de combate.
Si bien cuando impactas tu arma sobre un zombi y activas una secuencia o un momento en cámara lenta, queda espectacular, Dead Island es una de esas franquicias que apuesta por armas cuerpo a cuerpo en primera persona. Un sistema que cuesta mucho refinar para que dé las mejores sensaciones. Y a veces notas una cierta lentitud en tus ataques, o que las distancias entre los ataques no concuerdan y los zombis te hacen daño aunque no estén completamente pegados a ti. Pequeñas fricciones que, si bien de momento son tolerables (y cuando entren en juego las armas de fuego quizá los sean más aún), sí que notas sobre todo cuando tienes que despachar a una gran oleada de enemigos.
Los zombis hacen daño de verdad y no perdonan cuando van en masa
Y si matas mucho en el juego, curiosamente también mueres mucho. En ocasiones Dead Island 2, hasta dominarlo bien, puede ser algo complicado. Los zombis hacen daño de verdad y no perdonan cuando van en masa, aparte de los enemigos especiales que pueden ponerte las cosas muy complicadas. Pero es que aparte de esto, Dead Island 2 también opta por un sistema de niveles, y ya os digo que no es nada clemente con él y a veces estropea la diversión. Si un zombi tiene un par de niveles por encima, lo más probable es que te mate de un solo golpe.
Acabando con los zombis: mil y un detalles
Como decía antes, la recreación de esta Los Ángeles infernal está realmente detallada. El juego, aunque no parece uno de esos grandes referentes en cuanto a lo técnico, se ve realmente bien por el grado de detalle puesto en cada esquina del mapa. Desde el propio paisaje angelino hasta cada habitación de las mansiones. Los zombis se llevan un gran protagonismo porque pueden ser desmembrados de mil y una formas. No solo hablamos de que pierdan extremidades y cosas así, sino que han puesto atención a cómo un arma contundente les revienta la mandíbula para ver cómo siguen avanzando con ella colgando, por ejemplo. Además de las brutales ejecuciones, claro está. Quizá son los elementos, como el fuego, el agua, electricidad y demás los que no están tan conseguidos, aunque sí me gusta cómo el juego los usa no solo para el combate, sino incluso para resolver algunos puzles.
Con todo lo que he jugado, aún faltan bastantes cosas que ver en este Dead Island 2. Quiero comprobar qué tal han evolucionado las armas de fuego, que van a ser también muy modificables. Aún no he visto vehículos como había en el primero o enemigos humanos. No he podido probar esas funciones que dice el juego tener con Alexa ni tampoco el multijugador cooperativo, que era una de las grandes bazas del original y que aquí contará de nuevo con hasta cuatro jugadores de los seis protagonistas disponibles que tenemos en esta ocasión.
Yo he elegido a Amy, intentando aprovechar su agilidad, y lo cierto es que me ha costado un poco más de la cuenta acostumbrarse a su estilo de juego de esquivas, pero cuando lo realizas correctamente puedes acabar con zombis de un solo golpe e incluso recuperar salud. Porque Dead Island 2 apuesta por un sistema de habilidades basado en cartas intercambiables en vez del típico árbol de progreso. Esto tiene connotaciones muy interesantes, ya que si una habilidad desbloqueada no nos gusta, no hemos perdido puntos en ella, sino que podemos intercambiarla por otra que se adecúe más a nuestra forma de jugar. Una decisión de diseño muy interesante que transforma por completo los clásicos sistemas de progresión.
Por el momento, Dead Island 2 me ha sorprendido y ha conseguido variar mis expectativas. Si bien creo que está claro que iba a convencer a su base de fans, yo que jugué al primero en Xbox 360 y pensé que ya tenía bastante bien cubierto el panorama zombi después de tantos juegos similares, he salido de él con muchas ganas. Porque machacar a los muertos vivientes parece que no pasa de moda, sí, pero también porque veo en él escenarios realmente bien diseñados, que me hacen querer seguir mis vacaciones infernales en esta Los Ángeles infectada.
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