Los infectados han llegado al paraíso. El prometedor Dead Island se somete también en su versión PC al análisis de 3DJuegos, y Techland demuestra que con buena premisas puede realizar videojuegos más que notables. Prepara tu patrulla zombie formada por tus mejores amigos, hay una isla tropical que limpiar.
Dead Island ha demostrado muchas cosas, pero entre ellas una de las más relevantes ha sido la de que el mundo de los videojuegos todavía puede convulsionarse por una escena cinemática y crear una formidable expectación alrededor de un producto antes incluso de mostrar una sola imagen in-game. Dead Island, de hecho, llevaba años en desarrollo enseñando al mundo vídeos tecnológicos con imágenes del juego y pasando sin pena ni gloria, sin levantar ninguna expectación. Tras concretamente tres años sin dar señales de vida, el juego volvió de entre los muertos con su memorable tráiler cinemático que logró con apenas tres minutos de formidable CGI dejar impactado a aficionados y no aficionados, y comenzar a crear todas las expectativas que hasta entonces no había conseguido erigir.
El juego de Techland propone un moderno multijugador en el que se mezclan elementos de acción, de rol y de sandbox en un conjunto muy rico que, como era de esperar, se disfruta mejor en cooperativo. Y es que Dead Island desgrana con mucha habilidad buena parte de lo que supone la presente generación de videoconsolas: Potente apartado gráfico, predominio de planteamientos donde la libertad de acción manda y supremacía del multijugador sobre cualquier otra consideración. Tras el severo tropezón de Call of Juarez: The Cartel, Techland demuestra que el proyecto en el que realmente estaba volcando era esta siniestra fantasía tropical donde los muertos vivientes campan a sus anchas y la violencia manda.
Supervivientes
La premisa de Dead Island es muy sencilla. Ambientado en una isla tropical en la que se ubica un ostentoso complejo vacacional, no tardamos ni unos segundos en darnos cuenta de que el paraíso va a tornarse infierno muy rápidamente. Una CGI nos presentará muy escuetamente los primeros minutos de la infección zombie en la isla, observando cómo ésta se extiende rápidamente entre los indefensos turistas convirtiéndolos en peligrosísimos muertos vivientes.
De hecho en el juego encarnaremos a uno de estos supervivientes, pudiendo escoger entre cuatro opciones de personaje. Logan, el experto en armas arrojadizas, fuerte en términos de salud y velocidad, pero bajo en resistencia; las equilibradas Purna y Zian (expertas en armas de fuego y afiladas respectivamente) y el poderoso Sam B, experto en armas contundentes y con más salud que cualquiera del resto de personajes. Las diferencias entre unos y otros son bastante palpables en cuanto a las ya comentadas virtudes de los personajes con las armas, pero todavía lo son mucho más a nivel estético, aspecto nada trivial puesto que el principal foco del título es precisamente el de disfrutarlo acompañado por nuestros amigos, de modo que será habitual estar viéndolos luchando a nuestro lado contra los zombies.
El juego no tiene un núcleo argumental muy fuerte, pero a pesar de ello se basa en una robusta selección de misiones principales y secundarias que iremos cumpliendo para ayudar a los supervivientes que vayamos encontrando por el camino. No hay ninguna especialmente interesante, y da la sensación de que el juego podía haber aprovechado mejor las dramáticas situaciones que en un contexto como éste puede deparar una infección zombie; sin embargo Techland apuesta por un estilo muy cuadriculado de encargos principales y secundarios que es el que vendremos repitiendo una y otra vez hasta terminar el juego. De hecho nada más comenzar la aventura daremos con un grupo de humanos que resiste como buenamente puede las acometidas de una horda de zombies y, tras ayudarles, empezará nuestro árbol de misiones al mismo tiempo que se abre la propia aventura hacia un concepto sandbox en el que podremos ir a dónde deseemos cuando lo deseemos.
Cada vez que nos relacionemos con un NPC, éste seguramente nos propondrá algún tipo de meta con la que ayudarle. Ya sea conseguirle algo que necesita, ayudarle a encontrar un ser querido desaparecido o para proporcionarle algún pertrecho; poco a poco iremos labrándonos un nombre entre los numerosos aunque maltrechos supervivientes a los que iremos conociendo. Cuando nos propongan algún tipo de objetivo se nos presentará una sanguinolenta hoja con las características del encargo: El nombre de la misión, qué debemos hacer, el nivel de dificultad del objetivo y la recompensa que obtendremos en caso de que aceptemos. Sobre este mecanismo tan sencillo se construye toda la experiencia de Dead Island, de modo que tendremos que movernos de un punto a otro de la isla con libertad para cumplir las misiones cuando lo deseemos.
Así pues el juego es en esencia un título con todas las condiciones para ser considerado un sandbox, puesto que nos permite enorme libertad para desplazarnos por entornos de un tamaño muy respetable y que, además, incluso ofrece la posibilidad de conducir vehículos para movernos por sus carreteras. Un juego que, además, condimenta este conjunto con algunos ligeros elementos RPG como los de su distribución de misiones y el detallado sistema de características de personajes, armas, etcétera.
Sun of the Dead
En la soleada y ficticia isla de Banoi es donde se desarrolla la acción de Dead Island, la clásica isla paradisíaca que vive del turismo y que en el videojuego de Techland se ve sorprendentemente invadida por una infección zombie. Como hemos comentado la historia es lo menos importante del concepto, y eso que hay muchos diálogos, y es que como hemos descrito anteriormente este núcleo argumental no se desarrolla en demasía, dejando la experiencia jugable focalizada alrededor de lo verdaderamente importante: Acabar con zombies.
No obstante para hacerlo en Dead Island hay un buen puñado de actividades periféricas a llevar a cabo, entre ellas explorar los rincones más recónditos de la isla, hacer buen acopio de las armas más insospechadas, relacionarnos con otros lugareños o dedicarnos a localizar los escasos víveres que encontremos por el camino. Dead Island es un videojuego muy completo en este sentido, con montones de cosas que hacer y con abundantes misiones principales y secundarias que llevar a cabo. Nada de lo que hagamos en el videojuego es demasiado profundo, eso sí, pero el compendio de actividades tan variadas forma un conjunto ciertamente robusto.
Y es que acabar con muertos vivientes es divertido y frenético, pero denota una falta de profundidad en cuanto a las posibilidades que tenemos para hacerlo. Hay montones de armas, pero al fin y al cabo se emplean todas de una forma muy similar dentro de sus tres subgrupos: Las armas de fuego son efectivas en su empleo, pero la munición es tan escasa que serán utilizables únicamente como último recurso; otras serán las de estilo cuerpo a cuerpo que encontraremos en cualquier rincón y entre las que contaremos tuberías, martillos, palas... y por último también hay armas arrojadizas, que son la práctica totalidad de las que podamos utilizar y que podremos emplear para lanzar contra nuestros oponentes y tratar de aturdirlos. El problema es que si bien acabar con los zombies es divertido, lo cierto es que a medio plazo puede resultar algo repetitivo por la falta de variedad de opciones en el combate, y también hay que matizar que los enfrentamientos no acaban de transmitir al jugador toda la violencia y "feedback" que sí ofrecen otros títulos donde el combate es tan cercano, masivo y visceral como, por ejemplo, el inevitable comparativo de Left 4 Dead que también sembró el terror zombie en PC.
Es la única pega real del núcleo jugable de Dead Island, una pega cuya importancia puede ser tan radical en algunos aficionados como para hacerles desechar el juego al cabo de unas horas, como totalmente pasable por alto para otros que sabrán disfrutar tanto de esta faceta del juego como del resto de las que ofrece. Así pues Dead Island es un título que dista de ser el mata-mata que aparentaba ser desde la distancia para determinados perfiles de la opinión pública, y adorna su experiencia con muchas acciones satélite que, como decimos, enriquecen severamente el conjunto.
Como decimos, el juego que nos ocupa es bastante parecido al género del rol, y de hecho a los que tienen la libertad de acción por bandera. Como si de un título de Bethesda Softworks se tratara, el juego nos pone al frente de un mapeado de un tamaño bastante respetable en el que podemos hacer literalmente lo que queramos. Pasear con libertad para explorar los rincones más bellos de la isla y acabar con centenares de zombies que se regeneran es tan posible como poco recomendable, y es que como es lógico es mucho más positivo para nuestra supervivencia plegarnos a lo que nos propone Techland.
Pequeños Favores
Misiones principales que hacen progresar la historia, misiones secundarias que nos reportan dinero, experiencia e ítems, personajes que nos ayudan de una u otra forma a cambio de nuestro auxilio... La isla de Banoi es un lugar salpicado por supervivientes en muchos de sus rincones, supervivientes que necesitan ayuda, se ponen en contacto con nosotros y cuyas recompensas pueden ser tan simples como darnos un martillo y algo de dinero, y tan complejas como repararnos un vehículo para poder desplazarnos con él por la isla, pero que siempre serán de extrema ayuda para nuestra propia subsistencia.
Esto se debe a que todo el sistema de Dead Island se basa en la progresión del héroe. Escojamos al que escojamos de las cuatro alternativas protagonistas los patrones serán los mismos, pudiendo elegir entre tres ramas de progresión: Furia, Combate y Supervivencia, cada una de ellos con diferentes elementos a mejorar y en las que invertiremos los puntos de mejora disponibles que cosecharemos cada vez que subamos de nivel. Así, por ejemplo, dentro de la del combate podremos aumentar la distancia de alcance de nuestras armas arrojadizas, la precisión de nuestra puntería con armas de fuego y un largo etcétera de alternativas divididas, a su vez, en distintos niveles de habilidad.
Como todo título que busca cuajar elementos roleros en su núcleo jugable, el lanzamiento de Techland cuenta con un inventario que tiene una importancia primordial. Podremos cargar con un número determinado de armas que encontraremos explorando en los lugares más insospechados, y que a menudo serán completamente improvisadas y a las que accederemos desde el interfaz o con un ágil y cómodo menú radial que podremos abrir en cualquier momento.
No obstante las armas no duran indefinidamente, y es que de hecho habrá que vigilarlas con mucho cuidado. Si tendemos a utilizar a menudo la misma, ésta acabará desgastándose y rompiéndose, y cuando eso suceda podremos optar por repararlas o por desecharlas y hacernos con otras nuevas. Para participar sobre ellas podremos utilizar los pequeños talleres que encontraremos en lugares concretos del escenario y que también servirán para mejorarlas o crear otras nuevas, o pedirles ayuda a los comerciantes que también nos ofrecerán las clásicas interacciones de compra/venta en la que sacar algo de partido a los objetos que nos sobren y poder adquirir otros nuevos. Y es que el dinero tiene mucha importancia en el juego a pesar del caos que reina en la isla, puesto que nos servirá no sólo para el comercio sino también como inversión necesaria en los mencionados talleres para participar del estado de las armas.
Con todas estas características el juego logra ser bastante divertido en solitario, aunque hablaríamos de una puntuación jugable de, como mínimo, un punto entero menos de lo que observamos en nuestra valoración final en caso de que únicamente valoráramos el título en su faceta off-line. Como bien es sabido desde su anuncio, los chicos de Techland han tenido en mente el multijugador desde el comienzo de su desarrollo, y es ahí donde el videojuego levanta el vuelo para alcanzar el grado de notable alto. Dead Island no dispone de una gran variedad de modalidades, más bien todo lo contrario, sólo dispone de una, la de su Modo Historia: aunque, eso sí, con la posibilidad de superarla tanto solos, como acompañados por otros tres usuarios para un cooperativo de un total de cuatro.
Es aquí donde la diversión del programa se multiplica, y es aquí donde todas las incorporaciones que ha preparado Techland para el programa toman sentido. Desplazarse en un vehículo acompañado por nuestras amistades en el asiento del copiloto o llevándolos como carga en la parte de atrás moviéndonos de un punto a otro de la isla sabiendo que allá donde vayamos habrá una buena dosis de divertida violencia acompañados, es una experiencia que no tiene precio. Es el gran punto a favor de este lanzamiento con su campaña cooperativa en la que nuestros amigos podrán entrar y salir de la partida en cualquier momento sin interrumpir nuestra experiencia, y es precisamente esta capacidad la que le hace cobrar enjundia y sobresalir de entre la oferta de videojuegos de terror y zombies. Dead Island no da miedo en absoluto es, en cambio, un juego de acción con componentes de rol donde predomina la diversión instantánea y de consumo rápido; con una campaña de una duración muy larga que, dividida en capítulos, nos ofrecerá un buen número de horas de entretenimiento en caso de que vayamos directos al grano, y más de 20 en el caso de que completemos misiones secundarias y todos los retos que propone la isla.
El Paraíso en la Tierra -Gráficos y Tecnología-
A nivel visual, Dead Island es un videojuego más que competente. Tras los discretísimos resultados estéticos del mediocre Call of Juarez: The Cartel teníamos algunas dudas sobre el acabado general del título que nos ocupa, no obstante Techland se ha aplicado en su nueva andadura y ha logrado un videojuego mucho más compacto y notable.
Artísticamente se trata de un juego que saca buen partido de las opciones que ofrece un escenario como el que ofrece. En los últimos tiempos hemos visto lanzamientos con muy buen rendimiento visual ambientados en lugares tropicales, y Dead Island se enmarca en lanzamientos de calidad similar en este sentido. Los diseños de los zombies son convenientemente terroríficos, y el escenario ofrece el equilibrio perfecto entre zonas luminosas y saturadísimas de color, y otras mucho más siniestras para cristalizar un conjunto francamente notable.
A nivel de modelados los personajes están bastante logrados, con unos humanos de un aspecto razonablemente bueno, aunque algo insuficiente en los primeros planos, y con unos zombies que se benefician bastante de la publicitada tecnología empleada por Techland para crear unos cuerpos que muestren unos daños realistas a nuestros ataques. Así la piel deja ver músculos cuando los golpeamos o disparamos e incluso podemos contemplar desmembramientos si nos ensañamos con sus cuerpos. Un efecto muy logrado que beneficia a los combates pero que, sin embargo, no acaba de redondear la ya mencionada impresión de falta de sensaciones de cara al usuario que le deparará el propio combate.
En cuanto a lo puramente tecnológico hablamos de un título que ofrece una iluminación ciertamente llamativa, apoyada en la belleza de unos escenarios que gracias a ella alcanzan el estilo colorista e histérico que tan bien encaja con el videojuego. Las físicas del título son ciertamente interesantes, y el acabado general es bastante bueno con una tasa de imágenes por segundo fluida con equipos que se asemejen a los requisitos de sistema y un código de red que ya hemos podido probar en los servidores finales y que está ya lo suficientemente depurado como para ofrecer partidas para cuatro usuarios sin rastro de lag. Hay algunas animaciones que se muestran algo ortopédicas en momentos esporádicos, y algún otro elemento secundario, no obstante no son suficientes elementos negativos como para penalizar en exceso un conjunto ciertamente notable.
Cabe destacar que la versión de PC ha sido la más severamente afectada por unos problemas de un testeo que, como parece obvio, no contó con el tiempo y la dedicación que sus responsables hubieran deseado. Especialmente crudo fue el caso de la versión para Steam del programa, donde directamente se puso a la venta una versión sin terminar que, no obstante, fue rápidamente corregida por sus responsables. A estas alturas el título ya ha contado con una serie de parches que han corregido la práctica totalidad de sus incidencias, aunque sus desarrolladores aseguran desear centrarse en solventar todos estos problemas antes de comenzar a trabajar en los siempre inevitables DLCs.
En lo tocante al audio el título es francamente poderoso. Se trata de un videojuego con una banda sonora muy interesante, con un doblaje mucho más que aceptable en versión original (textos en español), y con unos efectos de audio convenientemente desagradables y estruendosos. Un título donde no sólo prima una muy buena ejecución sino, especialmente para su valoración, donde vemos una gran utilización del sonido como recurso para crear ambiente.
Dead Island es un videojuego tan sorprendente como completo. Cargado de contenidos y con una propuesta inusualmente innovadora, el juego de Techland logra sus mejores resultados en su cooperativo para cuatro. Un título especialmente recomendable para los fans de los muertos vivientes.
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