Aunque no me considero una gran seguidora de los shooters, sí he disfrutado a lo largo de todos estos años de muchos de los mejores FPS que se han estrenado ahora y en el pasado. Por ejemplo, aún recuerdo con cariño cuando quedaba con mis amigos al salir del instituto para jugar a Medal of Honor: European Assault en PS2; sin olvidar otros inevitables como el legendario DOOM. De hecho, entrevistar a John Romero ha sido un hito profesional increíble.
Sin embargo, otros clasicazos como GoldenEye 007 pasaron desapercibidos para una niña que estaba más pendiente de jugar a Sonic o Crash Bandicoot que a otra cosa. Además, yo di el salto de Mega Drive a PlayStation 1, sin que Nintendo 64 pasara por mi casa. Sí he ido jugando a algunos de sus juegos más míticos con el paso de los años, pero hay uno que siempre se me escapaba. El legendario juego del espía 007 creado por Rare.
Es decir, las películas de James Bond no me disgustan, pero no tenía en mi mira (nunca mejor dicho) a este juego. Ahora, con su llegada a Nintendo Switch Online y Xbox Game Pass, he encontrado la mejor oportunidad perfecta para, al menos, saber porqué se habla de él con orgullo. Para ello, he intentado hacer un viaje en el tiempo, puesto que no tendría sentido tener una perspectiva actual y compararlo con el último Call of Duty, por ejemplo.
Jugar a GoldenEye 007 en 2023
En 1997, año de lanzamiento, yo tenía 3 años. Mi primer contacto con un juego “de disparos”, (así los llamaba), sería en 1999 con Army Men 3D. Por aquel entonces, DOOM, Quake o Duke Nukem 3D ya estaban en el mercado, pero GoldenEye 007 destacó por demostrar que un shooter podía funcionar en consola, y también por la variedad de misiones y la implementación del sigilo, así como la opción multijugador con pantalla dividida. Todos estos elementos hicieron que, incluso a día de hoy, se considere uno de los mejores exponentes de su género. Pero, ¿cómo es la experiencia de jugar actualmente? La respuesta es: difícil.
Hay algo que alabo en los jugadores de toda la vida, en aquellos que llevan jugando décadas, y es la capacidad de jugar bien con los medios de entonces. Algo similar a lo que me ocurrió cuando volví a rememorar Hércules en PS1; es difícil no porque tenga una dificultad elevada sino porque jugar en sí es complicadísimo. Acostumbrada a los controles de hoy en día, volver a unas direcciones invertidas o controles de tanque es todo un reto. Al final, la sensación es la misma que cuando conduces un coche actual con dirección asistida y luego tratas de aparcar con uno de hace 40 años.
Aún así, en contra de lo que pueda parecer, he disfrutado mucho de la experiencia, ya que he hecho uso del multijugador y eso siempre enriquece la experiencia. Recordemos que la versión de Goldeneye 007 en Switch es la única que mantiene el multijugador. Y es verdad, a lo mejor meterse en un pequeño torneo no es la mejor forma de acostumbrarse a un jugabilidad de hace 30 años, pero las risas están aseguradas.
Un juego transgresor en su época
A pesar de que el paso del tiempo se nota, he encontrado muchos detalles que me han sorprendido. En primer lugar, el nivel de detallismo gracias al cual da igual que vaciemos un cargador, dos o tres que todas las marcas de bala van a quedarse en el sitio, no importa el tiempo que pase. Por otra parte, la fluidez de los movimientos. Es cierto que los controles han sido todo un reto, pero moverse por los diferentes espacios es bastante cómodo. La variedad de armas o el poder usar un Modo Lanzacohetes en el que puedes incluso suicidarte si apuntas mal ha sido otro añadido divertido. También señalaría el modo de la Pistola dorada que puede matar de un tiro y desequilibrar la partida en apenas unos minutos.
Y no, no es que se me diera especialmente bien; no os voy a mentir. Cuando quería apuntar el arma se iba hacia abajo y me sentía como si un gato cogiera una metralleta. Al menos he podido ver que para el momento, para cuando la forma de jugar era totalmente distinta, el juego es incluso adictivo. Hoy en día se siente arcaico, por supuesto. Hay mapas muy oscuros o el sistema de apuntado es un caos, pero, cuando llevas un rato, tu cerebro consigue encontrar una fórmula para abrirse camino y sumar muertes en el contador.
De lo que me he dado cuenta es de que acostumbrados actualmente a jugar online, no acabamos de valorar la experiencia que suponía en aquel entonces. La gente pasaba horas y horas de partidas con sus amigos como nosotros podemos hacerlo hoy en día a Fortnite.
Si yo en 2023 he podido pasar un rato divertido simplemente “haciendo la cabra”, no quiero ni imaginar a aquellos que dedicaban su tiempo a perfeccionar sus artes de sigilo y espionaje. En todo caso, aprovecho este espacio para animar a probar los videojuegos más clásicos. Nunca es tarde para conocer las virtudes de antaño y entender que, para estar donde estamos ahora, ha habido un camino previo. Eso por no hablar de las personas que, años más tarde, pueden volver a rememorar su juventud y quién sabe si incluso quedar con sus amigos para echar “unas partidas”.
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