Alberto Pastor
Jefe de ContenidosCasi que nací con una NES bajo el brazo y desde entonces, jugar se ha convertido en una pasión que me ha llevado hasta aquí, a 3DJuegos, donde escribo desde hace más de 10 años y ejerzo también de jefe de redacción. Con más de 20 años de experiencia en el periodismo de videojuegos, soy un gran fan de Nintendo desde pequeño, pero tener un PC a finales de los 90 me hizo disfrutar también de las aventuras gráficas como Monkey Island, los juegos de estrategia como Age of Empires o RPG como Baldur's Gate. Aficionado al cine, mega fan de Star Wars y aprendiz de pianista, si me hablas de Grim Fandango te invito a una cerveza.
Soy fan absoluto de Double Fine y aún así hasta yo tenía mis dudas acerca de Keeper, su nuevo (y extraño) juego de aventuras protagonizado por un faro. Salta a la vista que en lo artístico es una joya, como ya es habitual en el estudio, pero… ¿un faro con patas? ¿Hasta dónde puede llegar un juego con una premisa como esta? Ya te lo digo yo: muy lejos. Tanto que ahora me siento hasta un poco culpable por dudar de los autores del genial Psychonauts 2. No es solo uno de los juegos más bonitos que he probado en los últimos años, de esos que te tienen haciendo fotos a cada paso que das; también es una aventura única que nunca deja de crecer y reinventarse hasta el mismísimo final, pasadas las cinco horas de duración (algo más si exploras a fondo cada escenario). Y esto es admirable.
Keeper es un juego sencillo, sí, pero a su vez también es increíblemente imaginativo. Nunca vas a enfrentarte a un desafío que exija mucho de ti; pero todos ellos están tan bien diseñados y se han integrado de una forma tan natural en el asombroso mundo de fantasía en el que te encuentras, que juegas, avanzas y exploras con una extraña mezcla de fascinación y curiosidad que atrapa como pocos consiguen. Por eso tampoco quiero entrar en muchos detalles. Gran parte de la magia de esta aventura radica precisamente en su capacidad para sorprenderte con giros y situaciones inesperadas que obligan a pensar de forma diferente. Sí, eres un faro, y sí, básicamente te dedicas a andar e iluminar todo a tu paso con la inestimable ayuda de un pájaro verde que ha anidado sobre tu cabeza; pero Double Fine siempre se las ingenia para darle una vuelta de tuerca.
Double Fine siempre se las ingenia para darle una vuelta de tuerca a la acción de Keeper
Y aquí está la principal razón por la que Keeper es tan bueno. Es describir cómo se juega, qué es lo que haces, y resulta casi imposible no sonreír. Ya desde el mismo arranque, cuando 'aprendes' a caminar torpemente, te das cuenta de lo especial que es. Nació en los tiempos de pandemia, cuando estábamos aislados, mostrando precisamente un mundo en ruinas asolado por la oscuridad, muy al estilo Tim Burton. Y en su rareza, es adorable. Confieso que me he pasado la mayor parte de la aventura sin saber qué demonios tenía que hacer ni a dónde iba. Intuyes que, con el fin de ayudar a un ave marina perdida, el faro cobra vida y se pone a caminar. Pero nadie te lo cuenta porque esta es una historia sin palabras. Y aún así, en momentos clave, el juego sabe tocar tu fibra; te hace sonreír o exclamar de asombro ante lo que ocurre en pantalla. Y como digo, siempre sigues adelante.
Un juego que vale la pena probar
El viaje en el que nos embarca Keeper es uno de esos que se disfruta de principio a fin. Ayuda mucho su apartado artístico, ¡es una obra de arte!, pero también el ingenio con el que te desafía una y otra vez. Que sea simple no significa que no tengas que currártelo, y es justo lo que menos esperaba. Empiezas con lo más básico: caminas e iluminas obstáculos para destruirlos, pero luego aparecen puzles más tradicionales con palancas y poleas que solo pueden ser accionados por el pájaro, te encuentras con ciertos objetos que pueden alterar el escenario abriendo nuevos caminos (a costa de otros), y hasta hay zonas enteras que transforman la experiencia en un juego de plataformas. Siempre de forma sencilla, insisto; la acción nunca se complica hasta el punto de suponer un gran reto; pero como el juego no deja de introducir nuevas formas de enfrentarse a la oscuridad el viaje se vuelve increíblemente placentero.
Además me encanta la sensación de desconcierto que transmite desde el mismo arranque. No sabes a dónde vas ni por qué haces lo que haces, pero ahí sigues, lanzando rayos de luz aquí y allá aunque solo sea para ver florecer las plantas. Y creo que este es otro de los grandes triunfos de Keeper. El juego de Double Fine consigue que el mero hecho de estar ahí, en su extraño mundo de fantasía, sea en sí mismo una experiencia entretenida.
Los escenarios son en general bastante lineales, no hay pérdida, pero en muchos de ellos suele haber algún desvío con dos opciones: o bien una panorámica para deleitarse con el arte del juego, o un 'coleccionable' que permite profundizar algo más en su historia. Nada que te cambie la vida, como ves, pero en cualquier caso explorar siempre se siente muy agradecido. Es que a veces te basta con ver a los extraños habitantes de este no menos raro mundo reaccionando a tus acciones.
Como ves, incido mucho en lo artístico porque es imposible no quedar impresionado con los gráficos de Keeper. Es un juego increíblemente bonito que además sabe cómo enaltecer sus virtudes con un juego de cámaras siempre acertado, y muy espectacular. Además sorprende la variedad de escenarios a los que te transporta (¡tranquilo, no hay spoilers!), con paisajes naturales de ensueño que se entremezclan con otros más deprimentes y oscuros. Más decepcionado estoy con la banda sonora, que tiene mucho menos peso del que esperaba, y además a veces parece fuera de lugar; como que no encaja.
Pero pocas pega más se le pueden poner a un juego tan único y encantador como este cuya principal virtud es su facilidad para sorprenderte constantemente. No esperes grandes desafíos, pero sí un viaje cargado de momentos para el recuerdo.
Estoy muy contento con el viaje que propone Keeper. Es el típico juego del que no sabes muy bien que esperar y acaba enamorándote. Durante las cerca de 5-6 horas que dura, lo nuevo de Double Fine siempre encuentra el modo de sacarte una sonrisa y deslumbrarte con sus gráficos, haciendo que valga la pena cada minuto de esta experiencia. Sin duda, uno de los juegos más recomendables para despedir el año.
- Uno de los juegos más bonitos y únicos de los últimos años. Es puro arte
- La sensación de desconcierto. No sabes por qué haces lo que haces, pero es muy gratificante
- Keeper nunca deja de añadir nuevos desafíos para que el viaje siempre resulte fresco
- Hay objetos ocultos que incentivan que explores más a fondo los escenarios, pero en general los niveles son lineales
- La idea tras el juego nació en los tiempos de pandemia, cuando todo el mundo estaba aislado
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