Bruno Ouviña
ColaboradorLa paradoja de la hiperconexión dice que, pese a estar más comunicados que nunca, en realidad nunca nos habíamos sentido tan solos. Una realidad tan dura como la vida misma que también se puede aplicar a los videojuegos. Es posible saltar de un servidor de Discord a otro para pasarse la tarde jugando con amigos, pero esa mayor accesibilidad ha tenido un coste y quizás hemos sacrificado demasiado. Es algo en lo que no he podido dejar de pensar desde que probé LAN Party Adventures, un juego nostálgico a más no poder que me ha golpeado mucho más duro de lo esperado a nivel emocional.
Una nostalgia que eclipsa
Antes de nada, hay que ponerse en situación. Desarrollado por LEAP Game Studio, LAN Party Adventures es un juego de puzles con elementos job-sim ambientado en el año 2000. Nuestro personaje es un adolescente apasionado de los videojuegos y la informática que, en vez de pedirle la paga a sus padres, gana dinero organizando LAN Parties para todo aquel que lo necesite. En este sentido, el bucle jugable principal consiste en llegar a un lugar, colocar ordenadores y enchufar cables. Dicho así no parece muy espectacular, pero hay algo verdaderamente relajante en el proceso.
En esencia, estamos ante un juego cozy que nos propone llevar a cabo tareas tranquilas y satisfactorias en sí mismas. Esto, además, se combina con una historia misteriosa pero ligera en la que debemos investigar la desaparición de un amigo del protagonista. Son misiones que dan un hilo conductor y que están muy bien llevadas, ya que apenas nos apartan de la idea principal del juego. Por ejemplo, en el Capítulo 3 hay que montar una LAN Party en un colegio y aprovechar la oportunidad para espiar el correo electrónico de un profesor. Si me preguntas, prefiero esto al 'loop' de mejora constante de otros job-sims.
Va de enchufar ordenadores, pero es un juego de enchufar ordenadores muy satisfactorio.
Todo se reviste de una capa de nostalgia que el juego en ningún momento trata de esconder. Tanto en el material promocional del título como al comenzar la aventura, lo primero que vemos son homenajes a Counter-Strike, Doom o StarCraft. De hecho, estoy seguro de que todos los jugadores tomarán contacto con la propuesta de la misma forma: deteniéndose para mirar alrededor y apreciar de cerca el cariño con el que están hechos los pósters y objetos que adornan los escenarios. En lo artístico, especialmente si nos centramos en la composición, LAN Party Adventures es difícilmente mejorable.
El problema de tener un elemento tan destacable y tan brillante es que puede eclipsar todo lo demás. Yo he sido el primero en deleitarse visualmente con el 'atrezzo' nostálgico, con lo material. Sin embargo, mi foco de atención cambió tras unas horas de juego. Lo que realmente me emocionó es recordar como antiguamente los videojuegos nos invitaban a compartir espacios físicos. Creo que, de hecho, LAN Party Adventures va mucho más de eso que del típico cliché de "carta de amor" a ciertos productos culturales.
Todo en Lan Party Adventures es una referencia.
Mientras avanzaba en la aventura pensaba en que ya no se hacen juegos como Guitar Hero, Buzz o en cómo el concepto de pantalla dividida ha quedado reservado a un número muy reducido de proyectos. ¿Cuándo fue la última vez que os pasasteis un juego con un amigo en modo 'pasamando'? ¿Cuánto hace que no os lleváis el ordenador a casa de un colega para jugar uno al lado del otro? Tengo la suerte de formar parte de la última generación que vivió la era de los cibercafés y, aunque no sé si esas son las preguntas que los desarrolladores querían que me hiciera, desde luego fueron las que no he podido dejar de repetir.
Construyendo mi propio cíber
Además de la historia principal, que durará unas seis o siete horas en la versión final, LAN Party Adventures incluye un modo sandbox. Se trata de una alternativa que nos ofrece una versión vacía de cada nivel de la campaña y cientos de objetos para que lo reconstruyamos a nuestro gusto. Este es un tipo de idea que suelo valorar positivamente desde el punto de vista profesional, pero a la que personalmente no presto mucha atención. Siempre me digo que no tengo esa creatividad y que no voy a poder sacarle partido. Esta vez, sin embargo, me decidí a darle una oportunidad para construir mi propio local friki en la parte de atrás de una tienda de cómics.
Lo cierto es que me llevé una sorpresa agradable con un modo que, pese a estar todavía a medias, hace aún más evidentes las bondades del juego. Enchufar cables y organizarlos es divertido y, si a eso le sumas las opciones de decoración, se vuelve una pasada. No creo que haya nada revolucionario en LAN Party Adventures, pero es muy fácil que esta propuesta resuene con cualquiera que sepa lo que es alquilar un videojuego. Es una etapa a la que a todos nos gustaría volver y, por lo tanto, un mundo en el que apetece quedarse a vivir.
He de decir que, incluso arrancándole el factor nostalgia, creo que LAN Party Adventures tiene potencial para funcionar como juego cozy. Es ahí donde eché en falta que hubiera un poco más de variedad. En un juego que funciona bien, creo que ese es el mayor riesgo. No me atrevo aún a asegurar que será un problema porque lo que yo he podido probar es la primera iteración de un modo sandbox al que todavía le faltan muchos objetos y una historia limitada a los primeros capítulos. Sin embargo, mentiría si no dijera que hubiera querido un poco más.
El canon del periodista de videojuegos dice que lo que debe evaluarse en unas primeras impresiones es el potencial, y en ese sentido este es un juego que merece la pena seguir de cerca. Está confirmado que el juego se lanzará en PC antes de que acabe este 2025 y es probable que todavía tengamos alguna oportunidad de poder probarlo gratis, ya que en el pasado ha habido demos disponibles en Steam. Yo, en lo que esperamos, voy a llamar a mi amigo Diego a ver si su casa todavía tiene hueco para dos torres de ordenador.
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