Los videojuegos de deporte, como los de conducción, se aproximan peligrosamente a un muro. Una vez que la fidelidad gráfica y la potencia tecnológica llegan a un lugar donde las consolas de nueva generación prácticamente arrojan fotorrealismo, es posible hablar de estancamiento en este tipo de proyectos. Seguro que todos tenemos un amigo al que le gusta el fútbol y que sigue jugando a FIFA 22.
Sin irnos del simulador futbolístico de Electronic Arts, sus intentos para crear nuevas experiencias que complementen a la máquina de imprimir billetes que es FIFA Ultimate Team han ido desde recuperar FIFA Street, a un modo historia a lo largo de varios juegos con Alex Hunter.
Los estadounidenses NBA 2K y Madden también han intentado darle vuelo a la idea de crear un jugador y seguir su carrera a lo largo de muchas temporadas, mejorando sus estadísticas y personalizándolo. Sin embargo, el primero ha sucumbido a la fiebre online, y el segundo no pone toda la carne en el asador.
Viendo este fin de semana el partido divisional de la AFC de la NFL de fútbol americano entre los Cincinatti Bengals y los Kansas City Chiefs, se me iluminó la bombilla. Para quien no lo haya visto, que supongo que seréis la mayoría, el quarterback estrella de los Chiefs Patrick Mahomes fue uno de los grandes protagonistas a pesar de jugar completamente cojo.
It was @PatrickMahomes' night. 🏆 #ChiefsKingdom pic.twitter.com/ynSjtWqh6X
— NFL (@NFL) January 30, 2023
Ojo al pase del cojo
Fue entonces cuando me acordé del bucle jugable de los modos historia en los que encarnamos a un único jugador en los principales simuladores deportivos (FIFA, NBA 2K y Madden). Lo natural es empezar siendo bastante malo y a fuerza de jugar, convertirte en una auténtica bestia de más de 90 de media.
Es de teoría básica del videojuego que ha de existir una curva de dificultad creciente para facilitar el flow, es decir, el fluir de la jugabilidad. Hay desviaciones a esto, como los roguelites, pero lo que venimos a decir es que el modo historia de los simuladores deportivos presenta una curva inversa. Cuanto más juegas, mejor eres como jugador y mejor se comporta tu avatar tras las mejoras. Detectado entonces el primer problema, vamos con el segundo.
Por el medio tenemos contenido que van desde cinemáticas a toma de decisiones sobre el futuro inmediato del jugador, como a qué equipo nos vamos, o a qué queremos dedicar el tiempo de entrenamiento. Si analizáis esto, hay un punto en común entre todos ellos: casi nunca tienen impacto directo en los partidos.
Jordan nos dio la respuesta hace más de 20 años
Uno de los partidos que más se merecen el apelativo de histórico de Michael Jordan, y hay muchos, es el flu game. El jugador de los Chicago Bulls llega al quinto partido de las finales de la NBA de 1997 frente a los Utah Jazz con fiebre, escalofríos y sin haber podido dormir en toda la noche. ¿El resultado? Victoria para los de Jordan con 38 puntos del legendario escolta.
Es imposible crear historias con las que hacer memorable el modo para un único jugador en los simuladores si los partidos son siempre iguales. NBA 2K23 tiene los desafíos de Jordan, que emulan momentos como ese mismo del flu game. De hecho, hasta nos hacen jugar como un Michael Jordan lesionado. Pero no tenemos nada de esto en el modo historia convencional.
Un desarrollo emergente que nos haga tener que jugar partidos de playoffs en Madden sin poder pasar a más de 5 yardas por una lesión en el codo, o limitarnos andar por el campo de fútbol por una fatiga tremenda sería la salsa que le faltan a estos modos. Funcionan como entretenimiento, pero podrían ser mucho mejores si echan un vistazo al deporte real y a los momentos que verdaderamente han marcado la historia del mismo.