Análisis de Supreme Commander

Análisis de Supreme Commander
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El nuevo título de Gas Powered Games llega con la vitola de ser uno de los juegos más esperados del presente 2007. Chris Taylor, creador de Total Annihilation, vuelve a su género predilecto, la estrategia en tiempo real. El futuro se estremece ante Supreme Commander, el rey de la guerra a gran escala.

Con grandes aspavientos y una difusión espectacular la expectación ante Supreme Commander lleva siendo totalmente incontrolable, sobre todo desde el último E3. Allí fue nominado en las categorías de mejor juego del show en la plataforma PC, y en la de mejor título de estrategia, lo que daba una idea del impacto que había producido la demo y los videos entre los asistentes al evento.

Mientras que algunos géneros como la acción o las aventuras para compatibles están algo despoblados en los últimos años, la estrategia sigue siendo un estilo de juego que goza de una excelente salud. 2007 es prueba de ello, y Supreme Commander es uno de los indiscutibles abanderados del género para esta temporada.

Futuro desolador
En la espectacular presentación del juego se nos introduce a grandes rasgos en el contexto futurista del juego. En un video francamente bien realizado se nos pone al corriente de todos los sucesos acaecidos a lo largo de un gran número de años, de forma breve y concisa.

En un futuro lejano la raza humana se ha lanzado a la conquista del espacio, y ha entrado en contacto incluso con otras razas. El imperio que rige los destinos de la humanidad es una impersonal maquinaria política y social, autoritaria y expansiva, que busca subyugar todos los mundos conocidos bajo su puño de acero. Esta es la primera facción que conocemos y de la que se segregan las demás.

Simultáneamente a esta conquista espacial, el doctor Gustaf Brackman, una suerte de científico con ansias de convertirse en un dios de la biomecánica, experimenta con genes humanos y logra por primera vez un ser que aúna en uno sólo la inteligencia artificial con el propio ser humano. La recompensa de Brackman por parte del gobierno imperial por haber llevado a cabo tamaño descubrimiento, es la de situar sus laboratorios en un planeta para establecerse allí junto a una colonia de estos seres simbióticos. La plena autoconciencia de estos seres, unido a la negativa imperial a su solicitud de independencia provocó el conflicto con esta raza.

Inmenso, espectacular, detallado y al servicio de la estrategia clásica. Todo en Supreme Commander respira guerra, acción, táctica y gestión. Eso sí, a gran escala.
Inmenso, espectacular, detallado y al servicio de la estrategia clásica. Todo en Supreme Commander respira guerra, acción, táctica y gestión. Eso sí, a gran escala.

Aeon es la tercera facción en discordia, y a pesar de su aspecto conviene recalcar que se trata de humanos, sólo que tremendamente influidos por la tecnología alienígena. Un grupo de colonos entró en contacto con extraterrestres, y sufrió una especie de lavado de cerebro que les convirtió en una especie de fanáticos, los “iluminati”, con una vida muy influida por lo filosófico y lo espiritual. El máximo objetivo de Aeon es lograr la paz, y están dispuestos a conseguirla a cualquier precio, contemplando incluso arrasar la vida de los mundos conocidos para evitar futuros conflictos.

Guerra a gran escala
El juego dispone de tres campañas de una duración muy razonable, una por cada facción. Dependiendo de nuestra habilidad con el género de la estrategia, y del nivel de dificultad que establezcamos, cada campaña rondará poco más de diez horas.

En su desarrollo, el título que nos ocupa ofrece en esencia una revisión de los más clásicos estereotipos de la estrategia en tiempo real. En Supreme Commander debemos ocuparnos de las tácticas militares, y a su vez de la gestión y creación de recursos. Para lograr el equilibrio entre poder ofensivo, defensivo y recolección deberemos construir torres de energía, puertos, sistemas de defensa… Todas las clásicas edificaciones de los RTS están presentes, y desgraciadamente en este apartado hay pocas novedades.

Dispondremos de un robot constructor con forma de gigantesco mech, que se ocupa de construir las estructuras, ayudado de pequeños drones, y que a la vez también puede ser muy útil en los combates. Su característica más notoria es su gran movilidad, lo que nos permitirá construir estructuras en cualquier lugar del mapa e incluso capturar edificios rivales, lo que en los momentos de más cruda batalla puede resultar fundamental.

Con una cámara de juego dinámica, un buen sistema de zoom y un acumulador de instrucciones, no habrá ejército que se te resista, aunque esté justo al otro lado de los enormes campos de batalla del juego.
Con una cámara de juego dinámica, un buen sistema de zoom y un acumulador de instrucciones, no habrá ejército que se te resista, aunque esté justo al otro lado de los enormes campos de batalla del juego.

Supreme Commander plantea la guerra total, y gozaremos de unidades para luchas por tierra, mar y aire. Por si fuera poco, dada la ambientación futurista del título contaremos con poderosas armas de destrucción masiva, así como con majestuosos vehículos aéreos, tanques y barcos. Pero claro, no es todo tan sencillo como construir el arma definitiva y liarse a arrear bombazos por doquier, todo requiere de algo más de reflexión. Por ejemplo, un poderoso lanzamisiles o un espectacular barco de guerra tienen una capacidad de fuego devastadora, y uno sólo de sus disparos puede hacer más daño que cualquier otra unidad, pero tienen un ratio de disparo muy lento, y además son tremendamente vulnerables al fuego enemigo, con lo cual para llevar a cabo su tarea de forma efectiva deben estar en todo momento acompañados de unidades de defensa. Esta es la idea del título, disfrutar de la guerra a gran escala con incluso armas nucleares de gran poder de destrucción, pero siempre conociendo sus puntos fuertes y débiles y compensándolos con otras unidades menos espectaculares pero igualmente efectivas.

Y es que para eso los chicos de Gas Powered Games se han molestado en diseñar más de 100 estructuras y unidades por facción, para tener la suficiente cantidad como para no aburrirnos, y para que las tácticas sean complejas y variadas.

En las batallas tenemos pleno control sobre el tiempo, y podremos acelerar la partida, pausarla o incluso ralentizarla, para poder tomar las decisiones con más calma o acelerar los procesos de producción. Esta decisión es un acierto pleno, básicamente porque debido al descomunal tamaño de los mapas, algunos momentos de las misiones podrían ser algo tediosos.

Durante el desarrollo de una misión iremos cumpliendo objetivos generales, y otros de carácter secundario o incluso principal, que surgirán en tiempo real en base a las necesidades de nuestra facción con respecto a los sucesos que vayan aconteciendo. La imagen de un consejero en la parte superior izquierda, al más puro estilo Blizzard, nos irá comunicando estas nuevas misiones y también nos aconsejará sobre ciertos detalles del desarrollo de las mismas.

¿Tienes dos monitores? Pues con Supreme Commander podrás usarlos simultáneamente. Mientras que en uno tiene lugar toda la acción, en el otro podrás visualizar el mapa completo.
¿Tienes dos monitores? Pues con Supreme Commander podrás usarlos simultáneamente. Mientras que en uno tiene lugar toda la acción, en el otro podrás visualizar el mapa completo.

La inteligencia artificial es bastante buena, y nos sorprenderá con actitudes bastante agresivas y un perpetuo empeño de buscar nuestros flancos y tratar de rodearnos; aunque, como es desagradable costumbre, en ocasiones nos dejará boquiabiertos con algunas decisiones ridículas. El hecho de que haya tres niveles de dificultad nos asegura que podremos amoldar el juego a nuestra experiencia con los juegos de estrategia, aunque realmente el aumento de dificultad no repercute tanto en la astucia de los rivales como en la simple aceleración de sus fases de producción.

Desgraciadamente el proceder de las misiones de la campaña no es tan variado como cabría esperar, y acusa un cierto agotamiento en la fórmula debido a lo repetitivo de algunos objetivos. Los capítulos de las tres campañas se enlazan entre ellos con lapsos narrativos que nos explican el proceder de la historia, y cada arco argumental finaliza el conflicto con la visión de cada una de las facciones. A pesar de que el guión tiene un planteamiento relativamente original, rápidamente acaba cayendo en un cierto tedio, debido en parte a su desarrollo monocorde y a la ausencia de giros.

El modo multijugador ofrece las clásicas escaramuzas para hasta ocho jugadores, en un gran surtido de mapas que ronda los cuarenta, y que es una experiencia magnífica para disfrutar del título, pues los rivales humanos suplen de forma notable algunos leves defectos de la inteligencia artificial.

La vida de Supreme Commander por lo tanto es muy larga gracias a la duración de sus campañas y al excelente multijugador, y a prolongarla todavía más, contribuirá la comunidad con el empleo de los diversos de los editores de mapas y de misiones.

Decisiones discutibles
A pesar de las quejas que surgieron durante el proceso de beta en lo que se refiere al interfaz, éste sigue teniendo un tamaño descomunal, no siendo excesivamente práctico e intuitivo. Cuesta identificar los iconos de construcción o de órdenes por su discutible tamaño y disposición, y en pleno combate más nos vale tener un cierto control sobre donde está cada cosa, pues la balanza entre el ganador y el perdedor en una ajustada escaramuza se decide por detalles tan pequeños como esos. El tamaño del conjunto pues resulta un poco molesto, y reduce el visionado de la pantalla de forma drástica, empleando francamente mal tal cantidad de espacio. Por suerte se puede personalizar y colocar la barra de comandos donde más nos guste.

La cámara, por su parte, es totalmente libre. Podemos hacer uso del zoom y rotarla y moverla a nuestro gusto, aunque se estabilizará sola volviendo a la vista casi cenital en todo momento. En pequeñas ocasiones, la cámara se comporta de forma un tanto errática, y puede llegar a ser verdaderamente molesta si la acercamos mucho al suelo, ya que perderemos el control sobre ella de forma inexplicable y llegará incluso a salirse del campo real del combate; siendo un defecto realmente molesto que seguro se solucionará con sucesivos parches.

Hegemonía gráfica
En lo visual hay que señalar que los gráficos son muy buenos, sobre todo los efectos y las unidades. Disfrutaremos mucho viendo la acción debido a la calidad de la representación del fuego, de los disparos y de algunos elementos del escenario. Especial mención merecen los combates marinos donde los buques y aviones se enzarzan en espectaculares batallas sensacionalmente bien trasladadas al juego. La gran calidad del mar, los cañones de las cubiertas abriendo fuego y los barcos hundiéndose conforman un espectáculo digno de admiración.

La intensa acción no se limita a tierra firme. El aire y el agua también es un excelente lugar para combatir, siendo los combates marinos de una espectacularidad sublime.
La intensa acción no se limita a tierra firme. El aire y el agua también es un excelente lugar para combatir, siendo los combates marinos de una espectacularidad sublime.

Sin embargo los gráficos, aunque sobresalientes, tienen algunos detalles que oscurecen ligeramente el conjunto. Entre ellos el escalado de las unidades, algunos escenarios y la optimización. Para empezar comentaremos que las primeras tropas de las que disponemos en el juego son excesivamente pequeñas, y aunque luego conforme se vayan realizando avances en los árboles tecnológicos, las unidades serán progresivamente más grandes y majestuosas, seguiremos necesitando de las tropas de asalto liliputienses. Esto no sólo resulta un tanto molesto en lo visual, si no que acaba repercutiendo negativamente en el control, que se complica de forma innecesaria debido a la dificultad de, por ejemplo, seleccionar las unidades más pequeñas.

Quizá podría haberse optado para los vehículos minúsculos por un tipo de organización en base a comandos al estilo Warhammer: Dawn of War o Total War. Esto podría haber permitido un control óptimo sobre las unidades pequeñas agrupándose ellas mismas y liberándonos de mucho trabajo innecesario.

Tres facciones con más de 100 estructuras y unidades por cada una de ellas, 50 misiones y modos multijugador, harán que pase mucho tiempo hasta que te aburras de esta guerra.
Tres facciones con más de 100 estructuras y unidades por cada una de ellas, 50 misiones y modos multijugador, harán que pase mucho tiempo hasta que te aburras de esta guerra.

Los escenarios por su parte son lo suficientemente variados como para no cansar, y pasan rápidamente de entornos boscosos a marinos, pasando por núcleos urbanos o desiertos. Lo único que tienen de malo, y que todos ellos tienen en común es una cierta despoblación de elementos. La experiencia jugable hubiera resultado más interesante de haber dispuesto los mapas de un mayor número de elementos, todos ellos destructibles, que hubieran aumentado notablemente el componente táctico del juego. Además se ha optado por la discutible decisión de dejar a los alrededores del mapa como fondos sin texturas, como si fuera la representación gráfica de un mapa táctico de relieves en un ordenador militar. Esta decisión que se enmarca perfectamente en el contexto del juego, y que así mismo libera de trabajo a la CPU al no tener que gestionar más fondos, presenta un efecto un tanto descorazonador, al dar la sensación de que nos encontramos luchando en medio de ninguna parte. Un pequeño punto negro en el conjunto.

El juego es tremendamente exigente en sus requisitos, y necesitaremos de un verdadero monstruo al alcance de muy pocos para disfrutar de la experiencia de jugar a Supreme Commander con todas las opciones gráficas a tope y sin bajones de frame rate. A su vez el conjunto sufre serias ralentizaciones cuando hay muchas unidades en pantalla y cuando los combates se recrudecen. Esto, que precisamente debería ser el fuerte de cualquier juego de estrategia, hace algo incómodo el disputar batallas multitudinarias, obligándonos a reducir drásticamente la calidad visual, haciendo que las tasas de frames se disparen en los momentos de calma, y adquieran un número razonable en las batallas, a costa claro de sacrificar gran parte de la espectacularidad gráfica del título.

Aparte de esto, y acabando con los detalles más técnicos, hay que señalar que encontramos algunos desagradables efectos de clipping en las estructuras, que enturbian un poco el por todo lo demás, excelente trabajo gráfico.

En cuanto al sonido es un apartado correcto, aunque sin grandes alardes. Las partituras son inocuas, ni memorables ni molestas. Desgraciadamente puede acabar siendo irritante el escuchar innumerables veces la misma canción a lo largo de una misma misión.

Conclusiones
Supreme Commander es un excelente título de estrategia, aunque ha fallado a la hora de aportar novedades. Gas Powered Games tenía la oportunidad de introducir cambios en un género tan saturado por los clichés como es la estrategia en tiempo real, y parecía que con el novedoso planteamiento de guerra masiva entre superunidades daría paso a su vez a una reformulación de los aspectos más repetitivos de los RTS. Obviamente Supreme Commander es un título clásico en su planteamiento, orientado a gestionar recursos y edificios, y arrasar al enemigo lo más rápidamente posible; aunque nada de esto debe ocultar su indiscutible calidad debido a su profundidad táctica, su espectacular apartado gráfico y a una campaña intensa e interesante.

Excelente

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Supreme Commander

Por: El equipo de 3DJuegos
Recomendado

Supreme Commander es uno de los grandes títulos de estrategia del año. Tres largas campañas e innumerables mapas multijugador aportan al juego una duración sobresaliente. Un gran apartado gráfico, una interesante profundidad táctica y una ambientación de lujo constituyen las mayores virtudes de este juego, al que sólo le ha faltado algo de empaque en el desarrollo de la campaña y un mayor trabajo en lo sonoro para haber sido uno de los firmes candidatos a título del año.

Jugadores: 1, 8 online
Idioma: Manual en español y textos en español
Duración:
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