La variedad de propuestas con ambiciones desmedidas o con una dudosa capacidad para sacar adelante su proyecto abunda en el mundo del Early Access. De hecho, si no hubiera jugado por mí mismo a The Bloodline pensaría, sin ninguna clase de duda, que entraría en estos dos grupos. Al fin y al cabo, Shieldbearer Studios, un equipo de una sola persona, se ha embarcado en la gesta de desarrollar un RPG de mundo abierto inspirado en la sensación de libertad de títulos como Morrowind o Skyrim.
Tras sumergirme en su recién lanzado Early Access, lo cierto es que hay motivos para tener esperanza en este proyecto; incluso aunque no consiguiera alcanzar el nivel de sus referentes, The Bloodline atesora suficientes virtudes como para ser una experiencia realmente interesante para los fans de este tipo de propuestas.
Una libertad aún por demostrar
Como no podía ser de otra forma inspirándose en el ya clásico trabajo de Bethesda, la historia y nuestra libertad de elección en la misma, así como en el mundo que recorremos, será un eje fundamental de la experiencia. Aunque es sin duda el apartado menos desarrollado en esta primera toma de contacto, las conversaciones y misiones (tanto principales como secundarias) que encontramos nos dan una atractiva muestra del lore que está gestando el título.
Formamos parte de The Harbingers, una familia de ascendencia real cuyos antepasados derrotaron a un mal, con los elfos como artífices, que azotaba el reino de Eudros; sin embargo, han pasado los siglos, y no hay ninguna muestra de que la tragedia se vaya a repetir. Este período prolongado de paz provoca que nuestros súbditos empiecen a perder la fe en la vigencia de nuestros derechos reales.
De esta forma, decidimos embarcarnos en una aventura para recuperar el favor de la gente del reino, conociendo sus problemas y ayudándoles a resolverlos, para demostrar que en nuestra sangre sigue habiendo el potencial de los héroes legendarios del pasado.
Aunque hay varias misiones de la historia principal que sirven para plantear el marco global en el que transcurrirá nuestra andanza (por supuesto, con un mal primigenio que regresa oculto a la vista de la mayoría), lo cierto es que aún no hay bastante material al respecto como para hacerse una idea de la escala que manejará. Aún así, el planteamiento de la historia como un miembro de la realeza que debe demostrar su valía es muy atractivo, los diálogos están realmente bien escritos y las pinceladas de historia que vemos, tanto a través de los eudroritas como de los códices que encontramos, saben hacerse interesantes desde el principio.
Podremos configurar a nuestro personaje físicamente a través de un editor con numerosas posibilidades, aunque no está la opción de elegir elementos como un trasfondo o una alineación, como sí hacen otros exponentes del género como el reciente Baldur’s Gate 3. Sin embargo, esto es debido a la intención del estudio por darnos un lienzo en blanco sobre el que construir nuestra leyenda desde el principio.
Aunque esta capacidad de forjar nuestro camino y personalidad, unido al potencial de la historia, serán una de las principales fortalezas del juego completo, de momento no hemos podido comprobar el alcance de nuestras elecciones ni su reflejo en el mundo de una forma destacable.
El apartado en el que sí hemos podido ver un atisbo de hacia dónde apuntan las intenciones de Shieldbearer Studios es en el jugable, donde presenta, aún en su temprano estado de desarrollo, unos números apabullantes en cuanto a lo que podemos conseguir con nuestro personaje.
Para empezar, cabe destacar las posibilidades en cuanto a la navegación por el mundo de The Bloodline. Nuestro protagonista dependerá de una barra de estamina para cualquier acción, por lo que incluso la capacidad de correr será una que deberemos potenciar ejecutándola.
Y es que The Bloodline utiliza un sistema de progresión muy parecido al visto en el de la serie The Elder Scrolls, en el que nuestras habilidades mejorarán en base a cuánto las usemos; estas mejoras no se limitarán al simple combate, sino que también abarcarán el salto (que podemos realizar en clave de doble salto), la escalada o la carrera; y eso es solo en lo referente al movimiento más básico.
También podremos trepar por cualquier superficie en base a nuestra estamina (imposible no ver la reminiscencia a Breath of the Wild) e incluso usar una cuerda con la que podremos engancharnos a ciertas superficies y desplazarnos a gran velocidad, lanzándola y usando la inercia para saltar, en un movimiento que recuerda mucho al del equipo de maniobras tridimensionales de la serie Attack on Titan.
Si además le sumamos la posibilidad de adquirir o domar monturas, tanto terrestres como aéreas, obtenemos una gran variedad de opciones de desplazamiento que, no solo requieren de tiempo para dominarse, sino que además también aportan diferentes matices a los combates, la piedra angular de la jugabilidad de The Bloodline, al menos por el momento.
Otras acciones como la minería, el cortar madera, la recogida de plantas o la herrería también contarán con su propia progresión relacionada con el uso (además de con mecánicas propias, sencillas pero divertidas), dando lugar a una experiencia jugable que se siente extremadamente moldeable desde el principio, y con una progresión constante hagamos lo que hagamos.
Un sistema de combate repleto de posibilidades
Sin embargo, donde encontramos las sorprendentes virtudes de The Bloodline es en su sistema de combate y en la cantidad de habilidades que podemos encontrar y aprender, dando un potencial para crear builds únicas realmente impresionante; por supuesto, todas ellas también evolucionan con el uso, además de con árboles de habilidades propios y reparto de puntos de experiencia tras subir de nivel.
El ágil combate de The Bloodline, que se desarrolla en primera persona en su mayoría, está muy orientado al combate con armas cuerpo a cuerpo, pero también encontramos armas a distancia como arcos o rifles. Aunque al principio parece sencillo, con un único botón para atacar y otro para protegerse, hay varias mecánicas que, aunque simples, le dan cierta riqueza.
Podemos protegernos y hacer retroceder a los enemigos con un empujón, así como apuntar a puntos vitales variables para hacer daño crítico, e incluso cercenar miembros. A pesar de que este tipo de contiendas resultan de por sí muy divertidas, gracias en parte a su sencillez y a sus físicas, tan irreales como divertidas, el auténtico potencial de The Bloodline reside en su inmenso sistema de magias.
Con más de 500 hechizos disponibles de varias ramas diferentes, tenemos a nuestra disposición un inmenso arsenal de magias que podemos utilizar de manera ágil y devastadora contra los grupos de rivales. Desde tornados de fuego hasta distintas formas de necromancia, pasando por otras más absurdas como lanzamiento de criptas, e incluyendo poderes druídicos como la transformación en animales; por supuesto, hay una rama de ataques especiales para hacer una build desarmado, pero cada tipo de arma también tiene sus propias capacidades desbloqueables.
Además, estos hechizos no siempre se obtienen desbloqueándolos por menús, sino que en muchas ocasiones encontraremos por el mundo grimorios escondidos en lugares recónditos, custodiados tras curiosos puzles o protegidos por poderosos enemigos, favoreciendo mucho la exploración. El resultado es un sistema de combate que aúna a la perfección una acción directa y sencilla, pero con una gran capacidad para estimular nuestra curiosidad y afán de experimentación; esta posibilidad de evolucionar a nuestro personaje de forma directa mediante la exploración, más allá de la equipación, cohesiona muy bien sus dos pilares jugables fundamentales.
Aunque es evidente que The Bloodline ofrece ya en este estado de desarrollo una gran cantidad de contenido de calidad, no puede escapar de sus promesas y de su condición de Early Access. Hay una enorme cantidad de bugs jugables y gráficos de diversa consideración: crasheos, misiones que no actualizan su avance, bloqueo aleatorio de nuestras habilidades mágicas, pérdida de objetos del inventario… es el peaje a pagar por probar un juego que se encuentra en pleno desarrollo.
Por ejemplo, de momento The Bloodline es un mundo semi-abierto, ya que se compone de varias localizaciones amplias que explorar, pero conectadas entre sí por un mapa que recorreremos de forma automática a través de un menú. Como he comentado antes también, su narrativa y trama se encuentran también en una fase muy temprana, con bases sugeridas, pero con poco establecido.
En cuanto al apartado técnico, también es justo destacar que la optimización del juego podría ser mejor, ya que requiere unas especificaciones que, al menos de momento, no se corresponden con la calidad gráfica de lo que vemos en pantalla. Así mismo, hay muchas ideas que, aunque de cara al producto final prometen ser muy diferentes, aquí se muestran como conceptos. Particularmente curiosos son los eventos que ocurrirán cada cierto tiempo en el mundo, los cuales podemos ir persiguiendo con una suerte de agenda para no perdérnoslos.
En definitiva, actualmente The Bloodline es una prometedora apuesta que, aunque cuesta creer que pueda alcanzar el potencial que su creador sugiere, no deja de ser impresionante el nivel de desarrollo actual que presenta. Estamos ante un Early Access particularmente interesante, tanto desde el punto de vista de un jugador casual como desde el de alguien interesado por los entresijos del desarrollo de un videojuego.
Por los 19,99 euros que cuesta actualmente The Bloodline, no solo accedes a un juego disfrutable por sí mismo (aún con las importantes y lógicas faltas que presenta), sino también a la oportunidad de ver cómo nace un mundo abierto que pretende emular a The Elder Scrolls, del cual podemos ser una parte activa a partir de nuestro apoyo y feedback. Si os llama la atención, dadle una oportunidad; no creo que os decepcione.
En 3Djuegos | ¿Por qué no dejamos de jugar a Skyrim 10 años después? El RPG de Bethesda parece inmortal
En 3Djuegos | Llevo 30 años jugando a juegos de rol y el RPG que necesito todavía no existe
Ver 5 comentarios