En el año 1933, Adolf Hitler llegó al poder de Alemania aupado por la propaganda. La propaganda nazi consistió, entre otras cosas, en la difusión de los mensajes ultraconservadores a través de canales masivos: desde medios de comunicación tales como radios o periódicos; hasta productos más culturales, como los libros, el cine, el teatro o la música. La propaganda tenía una misión: expandir el miedo entre la población germana señalando un objetivo concreto para escalar al poder. Aquí les tocó a los judíos: se alertó de su peligro (que eran unos traidores, que no eran de fiar: que eran súper malos) y se fomentó un clima de crispación y hostigamiento hacia ellos traducido en odio, justificación de la violencia o ideas de segregación que acabó de la peor forma posible: con el episodio más infame de nuestra historia reciente.
Adolf Hitler fue extremadamente habilidoso porque utilizó el miedo para alertar a la población, y el miedo es una excelente herramienta de control. A día de hoy seguimos viendo cómo partidos políticos difunden mensajes de odio hacia determinados colectivos, señalándolos como los culpables de todo y generando un clima de crispación parecido al de hace un siglo. De esto, de cómo el miedo es fundamental para controlar a la población, sus movimientos, y sobre todo, sus decisiones, habla The Fabulous Fear Machine, lo último del estudio nacional Fictiorama Studios, creadores de Do Not Feed the Monkeys.
El miedo como piedra angular
The Fabulous Fear Machine es un juego de estrategia. Nosotros encarnamos a varios personajes que acuden a la Máquina del Miedo para cumplir sus deseos: el primero es una mujer que trabaja en una farmacéutica, y las misiones recorrerán un viaje que comienza con su escalada a la dirección de la empresa y que termina con el monopolio de una vacuna mundial. Para cumplir el deseo, hay que manipular, esparcir nuestro mensaje: propagar el miedo. Pero el peaje es caro: quien se convierta en Maestro de la Máquina irá descubriendo su historia, y así y solo así se van entendiendo los motivos que les llevan a vender su alma al diablo, literalmente (la unión entre la Máquina y su Maestro es inexorable).
El videojuego funciona de una forma que se entiende mejor mientras se juega. Sobre un mapa tenemos varias zonas de influencia sobre las que colocamos Leyendas. Estas Leyendas inducen el miedo en la población; cuantas más Leyendas se coloquen y más mejoradas estén, más se va propagando el miedo y más se va asumiendo el mensaje que queremos transmitir. Las Leyendas crecen con recursos concretos que producimos en las zonas de influencia, mientras que otras lo hacen a través de Rumores Locales, lo que nos ayuda a entender la cultura de ese territorio concreto. Pero nada funciona sin el Óleum: el combustible es la esencia, actúa como elemento contrarreloj (la Máquina del Miedo se alimenta de un fuego interno que hay que alimentar y cuyo coste aumenta cada cierto tiempo) y es lo que nos permitirá colocar en el mapa las Leyendas para difundir el miedo.
Diseminar los mensajes no es tarea sencilla, y el avance del juego implica también el de su complejidad. Aparecerán Rivales a los que tendremos que derrotar sacando sus trapos sucios (en el ejemplo de la farmacéutica, tendremos que derrotar a otra compañía farmacéutica o a una asociación de negacionistas) y que son nuestro principal escollo para controlar a la población. Hay que investigarlos, espiarlos, descubrir sus secretos y, con los recursos necesarios para expandir las Leyendas, destaparlos al mundo para eliminar su influencia mientras vigilamos que nuestro Óleum no se agota y que el miedo se extiende correctamente.
También, con el paso de las misiones, se desbloquean nuevas mecánicas, como las Utopías: Leyendas que acumulan un slot en las ciudades que queremos atemorizar que son positivas y que requieren de una serie de recursos para transformarlas en Leyendas negativas, las que extienden el miedo en la región. Y también hay maneras de acabar el juego, cuando, si se dilata en exceso la conquista del territorio, un grupo independiente aparecerá para acabar con nuestros planes, exigiéndonos muchos recursos para poder continuar.
Bajo una cuidadísima estética pulp que recuerda a los cómics de terror antiguo, The Fabulous Fear Machine me ha gustado por lo que pretende transmitir. El juego es una estupenda radiografía de cómo los mensajes de miedo calan entre la sociedad, de cómo los medios masivos (también las redes sociales) son los encargados de expandirlos y de cómo el miedo a lo desconocido es capaz de configurar el clima social a través del alarmismo. El miedo es una herramienta que existe, en una de sus dimensiones, a través de mitos o creencias populares, y refleja cómo las hemos interiorizado y adoptado hasta incluirlas dentro de nuestra cultura. Una Leyenda disponible es “La rebelión de las máquinas”; ¿Cuántos de nosotros no hemos sido ya advertidos de la posibilidad de que esto suceda? ¿Cuántos productos no han fantaseado ya con esta idea? La niña de la curva. El vecino del ascensor. El cocodrilo en la alcantarilla. ¿Cuántas veces no hemos escuchado estas invenciones, estas leyendas urbanas; cuánto tiempo llevan entre nosotros? ¿Cuánto tiene el miedo de componente social, cuánto somos partícipes nosotros de expandirlo, de creernos lo que nos dicen y actuar como si eso fuese real? Muchas preguntas: una lástima que la Máquina del Miedo solo cumpla deseos y no despeje las incógnitas. Salvo que quieras introducir la moneda…
The Fabulous Fear Machine explora la función del miedo y cómo este es necesario para difundir determinados mensajes, todo ello bajo una estética pulp de lo más trabajada y cuidada.
Comprar The Fabulous Fear Machine- Es un juego de estrategia.
- Cuesta un poco de entender al principio, pero luego las acciones fluyen solas.
- La estética cuadra mucho con el estilo del juego.
- Las historias de los personajes resultan interesantes, así como su evolución a lo largo de los episodios.
- He echado en falta alguna mecánica que me incentivase el continuar jugando.
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