Aún sabemos muy poco del nuevo Zelda y creo que es lo mejor que nos podía pasar

La primera vez que jugué a Zelda: Breath of the Wild fue en el E3 2016 y por aquel entonces casi nadie podía esperarse lo mucho que iba a revolucionar la industria de los videojuegos. De hecho, llegué a la prueba como vosotros, sin saber absolutamente nada, porque Nintendo había suministrado muy escasa información sobre el título. Incluso después de probar aquella demo, salí con la sensación de haber acariciado el iceberg de su propuesta.

Poco se ha hablado sobre uno de los grandes aciertos de Breath of the Wild, y está precisamente en haber mostrado tan poco antes de su lanzamiento. El equipo comandado por Eiji Aonuma fue especialmente habilidoso al presentar a la prensa una demostración que solo permitía ver una parte minúscula del mapeado, la Meseta de los Albores, que constituye precisamente -y por así decirlo- el tutorial del juego. Una vez salías de allí, descubrías la inmensidad de Hyrule y la locura de proyecto que era en realidad ZBOTW. Pero no lo supimos hasta que tuvimos el juego en las manos. Esa fue la magia.

Zelda: Tears of the Kingdom quiere volver a hacer historia

Sirva lo que os he dicho antes para dejar claro que creo que Nintendo quiere repetir la jugada. Hemos visto tres tráiler hasta el momento, algo que no está nada mal, y lo cierto es que sabemos unas cuantas cosas sobre la nueva aventura de Link. Pero si os ponéis a analizarlo detenidamente, la información proporcionada es la justa para que los fans se ilusionen, pero sin en realidad mostrarles grandes detalles sobre la jugabilidad, siendo además bastante crípticos (diría que incluso misteriosos) en lo que se refiere al argumento.

Conocemos que algo le ha pasado al brazo de Link, que tiene nuevos poderes, que hay una faceta de construcción de vehículos de lo más llamativa y que por supuesto hay a nuestra disposición un nuevo reino sobre los cielos que ofrece el toque de novedad que necesitábamos. Pero no sabemos nada sobre las mazmorras, o si regresan los santuarios o las bestias divinas. Lo único que hemos visto de Ganondorf es su versión momificada, de Zelda tampoco ni idea de qué le ocurre, y no se ha mostrado ese misterioso personaje (¿de la raza Zonnan?) que parece que será clave en esta entrega.

Nintendo está jugando al misterio y lo está haciendo fenomenal. De hecho, Breath of the Wild tuvo ocasión de probarlo la prensa muchos meses antes del lanzamiento. En esta ocasión, Tears of the Kingdom lo vamos a jugar casi al mismo tiempo que vosotros. En una época en que la información fluye de forma tan vertiginosa, es de agradecer. O por lo menos eso pienso. Probablemente este juego no consiga el mismo impacto que su predecesor. Eso es imposible. No obstante, para el fan de Zelda estoy convencido de que es la mejor de las situaciones: conocer lo menos posible.

Después de todo, la saga está en un punto en que la confianza es total y pocos piensan que tras cerca de seis años de desarrollo (pandemia de por medio) esto pueda decepcionar. Es la baza con la que también juega Nintendo, y la está utilizando para promocionar su producto -porque hay que vender- pero sin necesidad de hacer spoilers. Que puede que de aquí a los tres meses que quedan hasta el estreno hagan un Threehouse de dos horas de gameplay y me trague mis palabras, pero sinceramente vería extraño que algo así ocurriera.

Recuerdo cuando probé el primer The Legend of Zelda de NES. No sabía nada sobre el juego, ni de qué iba, ni cómo tenía que jugar. Esa sensación de descubrimiento es lo que me falta actualmente en muchos videojuegos: meter el juego en la consola y sorprenderme una y otra vez. Sé que es difícil hoy en día, pero es elogiable que Nintendo esté procurando mostrar lo menos posible. Considero que ayer se notó bastante, pero también quiero conocer lo que pensáis. ¿Os gusta el enfoque u os incomoda el hecho de saber pocas cosas sobre el título antes de comprarlo?