Hace algunas semanas, tras caerme del cielo una suscripción a PlayStation Premium por obra y gracia del señor Álvaro Castellano, el código vino acompañado de una petición: "No sé si llegaste a jugarlo en su momento, pero si puedes, dale una oportunidad y le escribes algo algún día". Hasta hace unos días, todo lo que conocía de esa petición era la clásica carátula de estilo Disney que había visto en infinidad de ocasiones. Desconocía por completo que detrás de esa Vaiana primigenia de Sony llamada The Mark of Kri, en realidad estaba el padre de la acción que luego catapultaría a la fama a God of War y su violencia explícita.
Nacido como Barbarian con PSX en mente, el juego se estrenó en PS2 en 2002 ya con su nombre definitivo, pero aunque God of War tendría luego más suerte en 2005, a esta joya olvidada le tocó batallar con algunos de los mejores títulos de aquella época.
Encorsetado entre joyas como Grand Theft Auto: Vice City, Super Mario Sunshine, Kingdom Hearts, The Legend of Zelda: Windwaker, Mafia y hasta el primer Splinter Cell, asomar la cabeza en una época como aquella no fue fácil. Menos aún siendo el segundo plato de un 2001 que nos entregó a Metal Gear Solid 2, GTA 3, Max Payne, Halo y Devil May Cry. Hay un buen argumento sobre por qué The Mark of Kri no triunfó. Y no pocas razones para recordar hasta qué punto no merecía ese destino.
Si Conan el Bárbaro fuese una película de Disney
Convertido en el primer juego de Sony San Diego antes de que el estudio quedase relegado a títulos deportivos y de conducción, The Mark of Kri se adelantó a la fiebre del hack’n slash quedándose en algo más cercano a un beat’em up. A los mandos de un guerrero maorí en una Nueva Zelanda de fantasía, aquella mítica portada que todos recordamos le hizo un flaco favor.
Para quienes sólo la conocíamos de pasada por verla en alguna tienda o el videoclub, aquello parecía el clásico juego de Disney de marcado carácter infantil. Su estética, al menos, así lo vendía de un primer vistazo. El truco estaba en que detrás de esa fachada se escondía algo más que no evidenciaba la portada, sino el sello de +18 que se incluía en una de sus esquinas.
Apadrinado por una legión de artistas 2D que venían desde Disney, Don Bluth, Dreamworks y demás estudios de animación de la época, su excepcional aspecto de película de animación pronto se transformaba en una salvajada en la que el juego no se cortaba lo más mínimo, con combos brutales y ejecuciones que, empujadas por divertidísimos combos con una animación exquisita, convertían sus verdes y saturadas praderas en una sangría plagada de desmembramientos y charcos de hemoglobina.
Su espíritu, el de ser una película de animación de Disney pasada por el filtro de la acción de los 90 evitando todos los filtros posibles, te atrapa ya desde el primer nivel, cuando la pantalla de carga empieza a dibujar un boceto que va de elemento en elemento a carboncillo para luego aportarle color y, en una transición que en la época parecía pura brujería, el dibujo se convertía en una escena 3D en la que ya estabas a los mandos. Una en la que estabas a punto de descubrir por qué, más allá de su rareza visual, lo que tenías delante era una lección de diseño de videojuegos que incluso Sony terminaría patentando por su genialidad.
Una genialidad que Sony terminó patentando
Tres años antes de que el primer God of War nos enseñase a pegar espadazos a diestro y siniestro en todas direcciones a golpe de botón, The Mark of Kri se adelantó a los combates multitudinarios que luego llevarían al salón de la fama a las peleas de Assassin’s Creed y Batman Arkham. De la mano del joystick derecho, el juego nos permitía marcar a varios enemigos para asignarles un botón.
De esa forma, si ante nosotros teníamos a tres rivales, barrerlos con el joystick colocaría un cuadrado, una X y un círculo sobre sus cabezas, y a partir de aquí el personaje se las apañaría para atacar a cada uno de ellos dependiendo de lo que pulsáramos. Si sólo marcábamos uno, los otros dos botones quedarían relegados a poder crear más combos, generando así una mezcla de estrategia y variedad en los combates que, de la mano de armas adicionales, iba entregando una profundidad y espectáculo de la que es difícil no terminar enamorado.
Con fases de sigilo, y un cuervo que puedes mandar de aquí para allá en busca de coleccionables o controlar qué enemigos vas a encontrarte a continuación y prepararte para ellos, The Mark of Kri termina siendo una de esas joyitas de otra época a la que, sólo por su valor histórico, ya merece la pena acercarse con ganas de ver hasta qué punto te sorprende.
Lástima que aquello no terminase de permear entre el público por tener que enfrentarse a titanes mayores que él, porque desde luego había buenos mimbres para una saga que incluso hoy en día nos daría grandes alegrías. Con una segunda entrega que intentó redimir lo ocurrido sin mucho éxito, The Mark of Kri ha quedado relegado a esos hilos de Reddit en los que los jugadores lo recuerdan con nostalgia mientras buscan a otros que viviesen también aquella genialidad. Si algún día te decides a darle una oportunidad, no olvides pasarte por allí para darles el apoyo que, como el propio juego, merecen por su recomendación.
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