Vivimos inmersos en una incertidumbre dentro de la industria del videojuego que, posiblemente, la única certeza sobre que algo puede contar con algo de éxito es si se apela a la nostalgia. De ahí el aluvión de remasterizaciones y nuevas versiones de clásicos de hace unas cuantas generaciones que estamos viviendo durante los últimos años. Y gracias a que llevamos ya un tiempo con esta tendencia, ya quedan pocas joyas por ser accesibles en dispositivos actuales.
Hasta hace muy poco quedaba uno de los juegos más queridos de PSX sin pasar por este proceso. Estamos hablando de Tombi! (o Tomba! si hablamos de la versión fuera de PAL), que hace apenas unas semanas recibió una versión renovada para consolas actuales. El clásico lanzado al mercado por Sony en 1997-1998 y desarrollado por Whoopee Camp fue un título de culto, así como su notable segunda parte, pero que cerró a causa de su escaso éxito comercial.
Ahora ha sido repescado en forma de Special Edition por parte de Limited Run Games, que ya ha anunciado planes para traer de vuelta también la secuela. Yo mismo fui uno de esos pocos fans que disfrutó de lanzamiento de la franquicia, especialmente de la segunda parte, y ahora he hecho el ejercicio de comprobar cómo ha sido el trabajo de la editora con esta versión, así como echar un vistazo a cómo de vigente puede ser un título que ya en 1998 era complicado de explicar.
Un juego difícil de encasillar
Porque para quien no conozca Tombi, estamos hablando de una mezcla de géneros totalmente rompedora. Podemos pensar en una especie de metroidvania, porque hay backtracking y cierto componente de progresión, también se articula el avance a través de secciones de plataformas, y se permite jugar con asuntos como la profundidad a pesar de ser "un juego 2D", o dotar de un espíritu de variada aventura a todo el conjunto.
Un ejemplo de cómo se subvierten las expectativas de los jugadores es el salto. Nuestro ataque principal sobre los enemigos (los siempre recordados cerdiablos) será saltar encima de ellos, con un arco extremadamente alto y poco intuitivo de primeras al que te tienes que hacer rápido, morderlos y lanzarlos por los aires. Tombi es un título que busca soluciones poco habituales a problemas que muchos juegos se pueden encontrar, porque sus herramientas básicas son ligeramente distintas a lo que estábamos habituados hace más de 20 años... Y también ahora.
El valor de esta remasterización es tan alto como bueno es el juego en sí
En Tombi, es tan habitual verse encallado porque no has acabado de entender que puedes escalar por ciertas paredes, como resolver eventos por pura curiosidad a la hora de explorar el escenario. La relación del jugador con el título es muy particular, y tan distinta a día de hoy como en el día de su salida; sino más. Por ello, el valor de esta remasterización es tan buena como bueno es el juego en sí.
Y esto es particularmente cierto cuando lo que podemos decir del trabajo de Limited Run Games y su mal llamado Carbon Engine (no es un motor, sino una suerte de mezcla de emuladores), es que ofrece un producto cumplidor. Se celebra que el juego sea jugable, así como los distintos formatos visuales disponibles, pero tampoco es abrumadora la presencia de contenido adicional en su galería.
No es tanto por la cantidad y exclusividad de los mismos, ya que tenemos desde artworks originales y manuales de instrucciones a bocetos del desarrollo, como a la presentación de los mismos. Falta un poco de finura en el reproductor de música, los pequeños vídeos que hacen de reportaje echan en falta una barra de progreso y botón de pausa, así como se agradecería más contenido.
Es una verdadera pena, porque es innegable que hay un trabajo importante a la hora de recopilar todo este contenido, pero que finalmente acabe siendo la ejecución lo que le pueda llegar a restar al conjunto. Es cierto que Tombi quizás no es el título con más pedigrí de PSX y que si hablamos de "merecer", habrá otros con más galones a la hora de conseguir una Special Edition más especial. Pero algo de oportunidad perdida hay aquí.
Lo que no se puede es negar lo que sí es especial aquí, que es el juego en sí mismo. La forma en la que es capaz de sorprender y romper las expectativa del jugador con cada nuevo bioma o zona, es abrumadora. Que un juego de hace cuatro generaciones se sienta tan fresco a día de hoy, habla muy bien de Tokuro Fujiwara (padre de Ghost 'n Goblins, nada menos) y compañía.
A nivel personal, recomiendo la experiencia de Tombi tanto por el valor del título en sí mismo, como lo que representa. La moraleja que deja este juego es que su capacidad de sorpresa no llega tanto con nuevos avances técnicos o modas como las creaciones de la comunidad, sino que puede existir con algo tan simple como complejo de ejecutar: las ideas.
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