Cualquier chaval que haya crecido durante los años 80 y 90 casi seguro que es fan de la saga Terminator. O, al menos, de las dos primeras películas. Y es que ese momento en el que Sarah Connor talla con su cuchillo de combate "no fate" en la mesa del merendero al final de Terminator 2 casi parecía profético en relación a la franquicia durante las siguientes décadas. Esas palabras reflejan no solo el desafío existencial del personaje (y el nihilismo de la época), sino también el destino incierto de una saga que, a pesar de haber marcado un antes y un después en la ciencia ficción, ha tenido una trayectoria irregular, por decirlo suavemente.
Problemas heredados
Lo cierto es que a Terminator le pasa como a otras sagas clásicas del género, como Alien o Predator: parece que les cuesta remontar el vuelo y recuperar el interés de los espectadores. A estas alturas la franquicia Terminator se ha convertido en una serie de continuaciones, reinicios y spin-offs que, aunque intentan captar la magia original, no logran satisfacer del todo a sus seguidores más acérrimos. Y es que la grandeza de Terminator reside en su capacidad para mezclar acción intensa con una narrativa que invita a reflexionar sobre la naturaleza de la humanidad y la tecnología desde una perspectiva fatalista que con el paso de los años se ha diluido hasta casi perderse por completo entre los fuegos de artificio y los efectos especiales.
El principal problema de Terminator es, en gran medida, una consecuencia directa del éxito descomunal de Terminator 2. La película supuso el inicio de un cambio en la percepción del personaje icónico de Arnold Schwarzenegger: el Terminator pasó de ser una máquina implacable de matar a un amigable protector. No, el Terminator no debería ser tu amigo; es una máquina imparable diseñada para un único propósito: exterminar. Esta transformación del personaje, aunque interesante en su momento, en plena reinvención industrial y con el capitalismo más liberal completamente desbocado, ha dejado una sombra sobre las secuelas posteriores, que no han sabido manejar bien la metáfora de un ser que debería representar el horror de la deshumanización del mundo.
No, el Terminator no debería ser tu amigo
Además, la saga se ha visto atrapada en la narrativa de la familia Connor. Lo que comenzó como una historia fascinante sobre la lucha por la supervivencia de la humanidad que depende de la vida de una sola persona, ha terminado por agotar su propio concepto. El hecho de que todo el futuro de la humanidad esté ligado a esta familia, aunque es una idea muy interesante en su planteamiento original, parece haber dado ya todo lo que podía ofrecer. Los fans de la saga han visto repetidas veces la misma historia con diferentes variaciones, y el desgaste es evidente.
Un relanzamiento insuficiente
Con todo este contexto, es comprensible que cuando se anunció Terminator Zero, el nuevo anime de Netflix, las expectativas fueran altas. Y no es para menos: el formato anime, con la libertad creativa que permite, prometía ofrecer algo fresco y diferente dentro de un universo que parecía haberse quedado sin ideas. Terminator Zero se presentaba como una oportunidad para revitalizar la franquicia, alejándola de los clichés y explorando nuevos territorios narrativos y visuales.
La premisa del anime llama la atención. A cargo del imprescindible estudio japonés Production I.G., responsable de clásicos como Ghost in the Shell y Psycho-Pass, Terminator Zero nos traslada a un futuro distópico donde la resistencia humana contra las máquinas se desarrolla en un escenario completamente nuevo. La historia sigue a la familia Lee, quienes, sin saberlo, se ven envueltos en una lucha titánica entre la humanidad y las máquinas. Con un arranque muy emocionante, la serie captura la esencia de lo que hizo grande a Terminator: acción implacable, dilemas morales y una constante sensación de peligro inminente. Pero no es suficiente.
Lamentablemente la promesa inicial no tarda en desvanecerse. A medida que avanzan los episodios, Terminator Zero se enreda en las desventuras de la familia Lee, y de verdad, no podría importarme menos lo que le pase a Malcolm Lee. La serie intenta profundizar en la psicología de los personajes, pero en lugar de añadir capas de complejidad, termina ralentizando la trama y desviando la atención de lo que debería ser el núcleo de la historia: la lucha contra las máquinas. Los momentos de introspección y drama familiar, que deberían enriquecer la narrativa, resultan forzados y fuera de lugar en un mundo que exige una constante sensación de urgencia.
Esta desconexión entre la historia principal y las subtramas es uno de los mayores fallos de Terminator Zero. Aunque el excelente trabajo de animación de Production I.G. brilla en las escenas de acción, una auténtica delicia visual, la serie se hace aburrida cuando no están explotando cosas. Y esto es un problema grave, especialmente para una franquicia que ha construido su identidad en torno a la acción desenfrenada y la tensión constante.
Es frustrante ver cómo Terminator Zero, con todo su potencial, se queda a medio camino. A pesar de la calidad de su producción y de su interesante premisa, no logra escapar de las trampas narrativas que han plagado las entregas anteriores de la saga. Los intentos de profundizar en la historia de la familia Lee y sus conflictos internos acaban diluyendo la intensidad de la trama principal, y lo que debería ser una historia épica de supervivencia se convierte en un drama familiar que no termina de encajar en esta mitología.
Terminator Zero, con todo su potencial, se queda a medio camino
Sin embargo, y a pesar de todos sus defectos, Terminator Zero es posiblemente lo mejor que le ha pasado a la franquicia en muchos años. Pero esto no es necesariamente un gran elogio, si consideramos que nos hemos zampado despropósitos como Terminator 3: La rebelión de las máquinas y Terminator Genisys. Al menos, este anime consigue capturar parte de la esencia de la saga original, intenta hacer cosas nuevas, y ofrece suficientes momentos de acción y tensión como para mantener el interés de los fans, aunque sea de manera intermitente.
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Terminator Zero no es la salvación que muchos esperaban, pero tampoco es un desastre total. Para los fans de Terminator, es una oportunidad de revivir, aunque sea brevemente, la emoción de una saga que ha definido el género de la ciencia ficción durante décadas. Y para aquellos que no han tenido suficiente de las máquinas asesinas y los futuros apocalípticos, Terminator Zero está disponible en Netflix.
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