Por si FIFA (ahora EA Sports FC) y NBA 2K me robasen pocas docenas de horas al año de mi tiempo de juego, desde hace unos años me he enganchado a dos de los títulos deportivos basados en disciplinas norteamericanas: MLB the Show y Madden. El primero me ha llevado a entrenar a béisbol con el equipo de mi ciudad, y el segundo a perder horas de sueño por los partidos de mis Atlanta Falcons. Aunque este último es mi favorito como videojuego, he necesitado un proceso de aprendizaje que me ha llevado tres ediciones.
Hace unas horas reflexionaba en Twitter sobre el proceso mental que sufrimos todos cuando empezamos a jugar a Madden. Decía que en esta saga hay un momento en el que usas jugadas a lo loco, otro en el que empiezas a usar jugadas para tus mejores jugadores y finalmente sabes leer la defensa para improvisar dentro de la propia jugada.
Con Madden 23 llegué al segundo paso, identificando si tenía que jugar pases profundos para mis receptores cuando estos eran muy rápidos, o dársela al running back cuando podía romper los placajes rivales. Pero me he salido de la zona de confort en la nueva edición del simulador de fútbol americano buscando dar un salto, haciendo uso además del modo Superestrella, el que nos hace crear a un jugador y sólo controlarle a él durante los partidos.
El año pasado entendí mejor el juego de carrera gracias a esto, haciéndome un running back poderoso con el que obliterar las defensas rivales. Por ello, este año me propuse mejorar en un aspecto en el que soy nefasto en Madden como es la defensa. De hecho, cuando juegas los partidos se te da la opción de jugar todo, sólo las acciones ofensivas, o los momentos decisivos tanto del ataque como en defensa... Y yo solía jugar sólo el ataque.
Aprendiendo el oficio de defensa en la NFL
Me toca ser el mejor cornerback posible.
De esta forma, opté por hacerme un cornerback, la posición defensiva que se encarga de cubrir a los receptores más rápidos del equipo rival. Se trata de una posición tremendamente compleja, ya que has de adelantarte a los virtuosos del rival corriendo su ruta, y evitar que puedan atrapar la pelota lanzada por el quarterback.
Durante las primeras partidas sufrí bastante, llegando a ser un eslabón débil de mi equipo y permitiendo varios touchdowns decisivos. Sin embargo, poco a poco, fui identificando las jugadas de los rivales, cuándo era más probable que buscaran pases cortos o profundos, y sintiéndome cómodo con los controles. De hecho, llegó el momento en el que mi impacto comenzó a ser positivo, alcanzando un punto en el que incluso entendí cuando nos beneficiaba defender en zona o en individual.
Con ese aprendizaje, fui a mi modo Franquicia (con los Falcons, obviamente), y empecé a atreverme a jugar los snaps defensivos. Es algo más complejo, al poder cambiar de jugador con un botón, pero el entender qué formaciones defensivas usar según el momento me ha hecho disfrutar de desbaratar un tercer down del rival casi tanto como de un touchdown propio.
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