El Resplandor, menudo peliculón, ¿verdad? Bueno, pues depende de a quién le preguntes. La mayoría de la gente te dirá que es una obra maestra del cine, y es verdad que a nivel técnico es una obra manera como solo el trastorno obsesivo compulsivo de Kubrick podría lograr. Pero como adaptación, lo mismo no es tan brillante. El primero en pensar eso es el propio Stephen King, que tiene unos cuantos motivos para pensar eso. Y a lo mejor también tiene razón.
Divergencia temática central
En la novela original de 1977, King construyó El Resplandor combinando lo sobrenatural con lo profundamente humano, como es ya marca de la casa. La presencia del hotel Overlook no solo es aterradora por sí misma, sino que actúa sobre personajes con historia y psicología, donde la culpa, la redención fallida y la adicción se entrelazan con los elementos paranormales. El horror, por tanto, no es solo un recuerdo: emerge de la interacción entre fuerzas externas y conflictos internos, pero en realidad lo que más miedo da son los pequeños momentos en los que la vida ordinaria de los personajes chocan con lo inexplicable. Y eso, en general, es algo que nos ha pasado a todos en algún momento. Y no hace falta recurrir a nada paranormal, simplemente a motivos que desconocemos y que tal vez nunca conoceremos. King solo lo adorna un poco más porque vive de escribir novelas, y si va a escribir sobre un accidente de coche, es mejor si el coche está endemoniado.
Kubrick, en cambio, optó por la ambigüedad. Su versión cinematográfica minimiza lo sobrenatural como fuerza explícita y apuesta por la sugestión, el enigma y la atmósfera. Muy intelectual todo. La consecuencia es clara: el sentido moral de la historia cambia. Lo que en la novela es un drama familiar con lecciones sobre la responsabilidad y la culpa, en la película se convierte en un ejercicio de estética y tensión visual, fascinante, pero frío en lo emocional.
Alcoholismo y herencia familiar
El alcoholismo de Jack Torrance es mucho más que un simple rasgo de su personalidad; en la novela original, Stephen King volcó en él sus propias experiencias con el alcohol y el consumo de estupefacientes, dotando al relato de un tono vital y humano que la película de Kubrick apenas roza. Esta adicción no solo explica la vulnerabilidad de Jack, sino que también marca profundamente la relación con su familia: su violencia pasada, los episodios de culpa y el miedo de Wendy a perder a su hijo Danny encuentran su origen en estas debilidades humanas reales. El alcohol y las drogas funcionan en la novela como catalizadores del horror: el mal del Overlook no inventa nada nuevo, sino que actúa sobre las fisuras ya existentes en los personajes, amplificando su fragilidad.
El alcohol y las drogas funcionan en la novela como catalizadores del horror: el mal del Overlook no inventa nada nuevo
En la película de Kubrick, esta dimensión queda prácticamente ausente. El trasfondo alcohólico y de dependencia de Jack se reduce a un guiño superficial, y apenas hay referencias al impacto de sus adicciones en la dinámica familiar. Como resultado, Jack deja de ser un hombre que lucha por mantenerse sobrio y que cae poco a poco en sus propias debilidades; se convierte en un antagonista casi desde el primer instante. Sin este elemento fundamental, la historia pierde parte de su profundidad: el horror deja de ser también social y psicológico, y la tragedia humana se diluye, dando paso a un terror más inmediato, más visual, pero menos auténtico y menos aterrador en el sentido que King había concebido originalmente. El propio drama de Danny, el pequeño protagonista de la historia, parece centrarse más en las apariciones que pueblan los pasillos del hotel que en ver cómo su padre se va derrumbando poco a poco, y ahí pocos resortes narrativos y psicológicos más poderosos que ese, ¿verdad, Freud?
Wendy Torrance también sufre un cambio drástico entre libro y película. En la novela, Wendy es resistente, reflexiva y protectora; su miedo se combina con su fuerza y sus decisiones son activas en defensa de Danny. Kubrick la convierte en una figura más reactiva, reduciendo la complejidad y el poder de su carácter. El tejido familiar, que King exploraba con matices de culpa intergeneracional y debilidad personal, queda subordinado a la sensación de amenaza ambiental. La familia Torrance se convierte en un vehículo para el horror del hotel, más que en el núcleo moral y emocional de la historia.
Jack Torrance, un loco de principio a fin
En el libro, Jack atraviesa un arco dramático claro: comienza como un hombre problemático que intenta rehacer su vida, se enfrenta a la tentación y a la recaída, y finalmente sucumbe a la locura en un proceso gradual y trágico. Esta evolución permite al lector empatizar con él y entender la complejidad de su caída. Es cierto que la película por su formato, debe comprimir la novela original todo lo posible, pero en este caso no es solo que esta evolución sea vea mermada, es que encima debe lidiar con una elección de actor para el papel principal tan genial como desacertada.
Jack Nicholson es genial y sin duda este es uno de sus mejores trabajos en una carrera sembrada de grandes interpretaciones. El problema es que Jack Nicholson es Jack Nicholson, y aparece en la película ya medio loco incluso antes de llegar al hotel. Como diría Jessica Rabbit, "no es culpa mía, es que me han dibujado así". Sus expresiones, su manera de hablar y su tono sugieren desde el primer momento que algo no funciona. Como señaló el propio King, el personaje carece de arco: Todo lo que hace es volverse más loco”. La caída, que en la novela es una tragedia progresiva, en la película se convierte en un estallido precoz, fascinante y terrorífico, pero emocionalmente más distante.
Estilo cinematográfico, decisiones y consecuencias
No se puede ignorar que Kubrick realizó un trabajo monumental. La puesta en escena es impecable: composición visual, ritmo, cámara, simetría y detalles minuciosos crean una atmósfera que ha marcado el cine de terror para siempre. Hay pocas pelis que griten "cine"más alto que El Resplandor, con meme de Mikkelsen fumando o de Scorsese incluido. Sin embargo, su distancia emocional y la ausencia de colaboración creativa con King intensificaron la discrepancia entre novela y película.
Jack Nicholson es Jack Nicholson, y aparece en la película ya medio loco incluso antes de llegar al hotel
Kubrick coescribió el guion con Diane Johnson y excluyó la voz del autor original, lo que transformó la historia en un ejercicio de estilo. Para King, la película carece de corazón; es “un gran Cadillac sin motor”, según sus palabras. El autor de la novela sirvió con consultor puntual para Kubrick, pero el director nunca pareció demasiado interesado en las opiniones de King tal como explica el imprescindible J. W. Rinzler en su monumental libro dedicado a la película editado por Taschen.
La perfección técnica, aunque celebrada por la crítica, no sustituye la empatía ni el mensaje moral que impregna la novela. Hoy, El Resplandor es innegablemente un clásico. Jack Nicholson y Shelley Duvall permanecen en la memoria colectiva y la cultura pop, y la película es estudiada y analizada por su capacidad de generar múltiples interpretaciones. Sin embargo, Stephen King sigue rechazando la adaptación. Para él, la esencia humana de la historia se perdió en un plano secundario en una obra visualmente brillante pero despojada de su núcleo moral y afectivo. Esta discrepancia se ha convertido en un punto recurrente de discusión sobre la adaptación literaria al cine. El debate entre autor y director pone de relieve la tensión histórica entre fidelidad narrativa y libertad artística, y muestra cómo una obra puede ser aclamada y, al mismo tiempo, generar rechazo legítimo desde su origen.
El Resplandor de Tephen King (1997)
La alternativa de Stephen King: la miniserie de 1997
Frente a Kubrick, King intentó recuperar su visión con la miniserie de 1997, dirigida por Mick Garris (sí, el de Critters 2) y escrita por el propio autor. Protagonizada por Steven Weber, Rebecca De Mornay y Wil Horneff, la miniserie se rodó en el Stanley Hotel, la inspiración original del libro. Aquí sí se preserva el arco completo de Jack, el trasfondo familiar, el alcoholismo y la complejidad de Wendy, ofreciendo una historia más fiel y emocionalmente consistente con la novela. La producción contó con efectos cuidadosos, atmósfera inquietante y la bendición de King. Claro, a nivel técnico, la mires como la mires, está a años luz del trabajo de Kubrick, pero hay que considerar que se trata de un producto mucho más humilde destinado a la televisión. Con todo y con eso King siempre se ha sentido orgulloso de esta versión de El Resplandor. A pesar de recibir críticas menos favorables que la película de Kubrick y una percepción que hoy la considera algo plana en comparación, la miniserie representa la versión más cercana a lo que King imaginó: horror sobrenatural con un núcleo humano fuerte y reconocible.
King intentó recuperar su visión con la miniserie de 1997, dirigida por Mick Garris (sí, el de Critters 2) y escrita por el propio autor
Si aún no has leído El Resplandor, la novela es un viaje imprescindible por la combinación de terror sobrenatural y drama humano. La película de Kubrick, pese a los reparos de King, es un clásico absoluto del cine que merece verse por su dirección, fotografía y atmósfera, y la puedes ver hoy mismo en HBO Max. Para quienes quieran conocer la historia tal como la concibió su autor, la miniserie de 1997 de Mick Garris ofrece un relato fiel, emotivo y complejo que recupera la esencia humana que King consideraba central. Por cierto, que te puedes hacer con ella por menos de 5 euros.
El Resplandor [DVD]
En definitiva, la lectura y visionado de las tres versiones permiten comprender cómo un mismo material puede generar interpretaciones tan distintas, y por qué Stephen King tiene motivos más que suficientes para mantener su crítica. Y, quién sabe, tal vez al final coincidas con él: a veces, una obra maestra visual no tiene por que ser también una buena adaptación.
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