Aunque soy un entusiasta de la tecnología y me gusta estar al día de las últimas novedades, admito que no soy capaz de aplicar ese entusiasmo a mis dispositivos personales. Así, si bien en lo referente a sistemas de nueva generación sí gozo de la posibilidad de contar con una PlayStation 5 y una Xbox Series S, dos artefactos a los que hay sumar una Nintendo Switch OLED y un PC Gaming capaz de ejecutar juegos a 4K y 60 fps estables, reconozco que no soy tan exigente con los móviles. Por ello, hasta hace escasas semanas, aún sacaba partido a mi iPhone 8 de 64 GB, un dispositivo lanzado en 2017 que seguía rindiendo como el primer día gracias a las pertinentes limpiezas, formateos y otro tipo de labores de mantenimiento que realizaba de forma periódica.
Sin embargo, en las últimas semanas comenzó a rondar en mi cabeza la posibilidad de cambiar de dispositivo después de más de un lustro con el mismo. A raíz de un creciente interés en fotografiar momentos —ya sea paisajes, eventos con amigos u otro tipo de situaciones que pueden englobarse en esta categoría—, decidí que era el momento perfecto para apostar por un nuevo móvil. Pero, aunque mi intención principal era contar con un artefacto con una buena cámara, también prioricé otros aspectos como la familiaridad con el dispositivo o las capacidades del mismo de cara a extender su vida útil. Y, por ese motivo, después de analizar las posibilidades del mercado y de ser usuario de Apple desde el lanzamiento del iPhone 5 (al que le siguió el 6S y el ya mentado 8), decidí que lo más óptimo era comprar un iPhone 14.
Como usuario, lo cierto es que me alejo del perfil de aquellos más exigentes. Así, aunque podría haber optado por el iPhone 13 ya que este comparte muchas similitudes con su sucesor, me decanté por el 14 por una cuestión económica (la diferencia entre ambos modelos no superaba los 20€ gracias a una oferta de mi teleoperadora) y por pura superstición ya que no soy muy aficionado del número 13. Y así, después de cambiar de dispositivo con la cámara y la familiaridad como motivo principal, se me ocurrió la idea del artículo que desarrollaré en las próximas líneas: un reportaje fotográfico comparando la calidad de ambos móviles.
La diferencia entre cámaras es sutil, pero relevante
Como mencioné en los párrafos anteriores, el principal motivo para cambiar de dispositivo fue la cámara de mi nuevo móvil. Aunque la del iPhone 8 sigue siendo competente en el mercado actual, un hito si tenemos en cuenta que el smartphone debutó en 2017, lo cierto es que ya empezaba a quedarse escasa en según qué aspectos. Por ejemplo, cuando quería subir una historia a Instagram o deseaba capturar con detalle una imagen amplia de un paisaje o un atardecer, el resultado final no me convencía tanto como esperaba. Sin embargo, esta situación cambió por completo con el iPhone 14, un móvil que se ajusta perfectamente a mis deseos ya que me permite fotografiar aquello que deseo y estar contento con el resultado.
Como se puede ver en las imágenes comparativas, lo cierto es que el resultado entre ambas es similar. En esencia, la calidad de las fotografías del iPhone 8 no tiene nada que envidiar a las del 14; no obstante, si comienzo a prestar atención al detalle sí soy capaz de percibir diferencias. Entre estas, por ejemplo, se encuentra que los colores son más vivos en los retratos del móvil más nuevo, una situación a la que hay que sumar que la definición es mayor, la fotografía es más nítida y, en tintes generales, es de mayor calidad. Sin embargo, no puedo desmerecer el resultado obtenido con el iPhone 8 ya que este dispositivo cuenta con 6 años a sus espaldas, una cantidad de tiempo que en otras marcas implica resultados peores. De hecho, hay móviles actuales de gama media o baja que, aún con un precio superior al que podría costar hoy un iPhone 8, no ofrecen los resultados de este.
Por último, he de mencionar uno de los mejores aspectos de la cámara del iPhone 14: el gran angular. Gracias a la posibilidad que ofrece esta característica, puedo sacar fotos más amplias en espacios más reducidos, una virtud a la que estoy sacando mucho uso de cara a fotografiar más elementos de según qué zonas. Además, con otras opciones como el modo Retrato (y las distintas opciones relacionadas con las luces), el modo Cine (para grabar con mayor calidad) o la posibilidad de grabar vídeos a 4K y 60 fps estoy encantando. Y, aunque haya mejores opciones en el mercado, ya que el iPhone 15 está a la vuelta de la esquina y otras compañías cuentan con cámaras mejores, el iPhone 14 es perfecto para un usuario como yo. A fin de cuentas, este dispositivo encaja a la perfección en mis requisitos mínimos: no ser excesivamente caro, tener un ciclo de vida largo si se cuida bien y ser una buena herramienta de trabajo.
En 3DJuegos | Si no sabes qué hacer con tu viejo móvil, así puedes convertirlo en una consola de nueva generación
Ver 2 comentarios