Godzilla es un titán cinematográfico, capaz de arrasar Japón, desatar la imaginación colectiva y la emoción de generaciones enteras. Desde su aparición original en la pantalla grande en 1954, este monstruo ha sido tanto un símbolo de destrucción como un ícono de la cultura pop. Pero lo que hace que Godzilla sea verdaderamente especial es su capacidad para evolucionar y adaptarse a los tiempos modernos. Y su última encarnación fílmica, en la película Godzilla Minus One, ha demostrado que sigue siendo relevante y emocionante incluso en un mundo lleno de CGI y efectos especiales deslumbrantes, donde las maquetas de rascacielos y los señores vestidos con traje de goma parecen no tener lugar.
Hay películas capaces de hacer realidad los memes, como ese tan conocido de “la película que emocionó a Steven Spielberg”. Porque Godzilla Minus One ha logrado eso precisamente: emocionar a uno de los mejores directores de Hollywood, triunfar en taquilla y llevarse un Oscar de la Academia a los mejores efectos especiales. Y todo, con una ridícula cifra de presupuesto. Ridícula comparada con las multimillonarias y rocambolescas cifras que manejan otros grandes estrenos, desde The Marvels, pasando por Dune o incluso The Batman. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo una película con un presupuesto modesto puede competir e incluso superar a las superproducciones de Hollywood en términos de efectos visuales?
Más vale maña que millones
La respuesta radica en la creatividad, la inteligencia y la habilidad técnica del equipo detrás de Godzilla Minus One. Como mencionó el director, escritor y supervisor de efectos visuales Takashi Yamazaki en una entrevista para Vulture, el proceso de creación de los efectos visuales fue un desafío meticuloso pero gratificante. Con un equipo de solo 35 artistas, lograron dar vida a escenas épicas de destrucción y monstruosidad que dejan al espectador boquiabierto. Y lo más impresionante es que lo hicieron con tan solo 610 tomas de efectos visuales, una cifra modesta en comparación con las miles de tomas que suelen utilizar otras producciones de efectos especiales.
Este hecho no solo ha llamado la atención de la academia y de los aficionados, también la de de medios como Variety y Forbes, que en diferentes artículos elogian su logro en los efectos especiales a pesar de su presupuesto limitado. Este reconocimiento demuestra que el talento y la creatividad pueden superar cualquier restricción financiera, y que el verdadero valor de una película radica en su capacidad para contar una historia de manera convincente y emocionante. Y saber dónde invertir los recursos.
Modelado digital de Godzilla en Zbrush usado en la película. Imagen: Toho Company Ltd.
Para Godzilla Minus One, la clave del éxito radicó en saber dónde invertir los recursos de manera inteligente. El pequeño equipo detrás de la película comprendió la importancia de decidir qué tomas requerían efectos digitales y cuáles podían resolverse con trucos simples de cámara durante el rodaje. Esta estrategia no solo permitió abaratar los costes, sino que también les otorgó un mayor control creativo sobre el resultado final. Además, al adoptar una aproximación casi artesanal de cada toma de efectos, pudieron lograr una calidad cinematográfica utilizando programas digitales accesibles, como ZBrush o Redshift, y recursos de rodaje al alcance de cualquier persona. Como mencionó Yamazaki, tener una idea final sólida y clara de lo que se quiere transmitir en pantalla fue fundamental para el éxito de la película.
Fotografía del rodaje de Godzilla Minus One. Imagen: Toho Company Ltd.
Una nueva manera de hacer cine, que en realidad ya es clásica
Godzilla Minus One no es la única película que ha demostrado que se puede lograr un impacto visual impresionante con recursos limitados. Recientemente, hemos visto a Gareth Edwards lograr un éxito similar con The Creator, una película moderadamente pequeña que destacó por su identidad visual y la calidad de sus efectos. Pero en realidad esta manera de hacer cine no es nueva, y tenemos referentes tan importantes a día de hoy como George Lucas, James Cameron y John Carpenter que en el inicio de sus carreras lograron éxitos comerciales tremendos con un modelos de producción prácticamente de cine independiente. Estos ejemplos nos enseñan que las grandes ideas deben primar sobre los efectos gratuitos y valga la redundancia, efectistas, y que las tomas deben plantearse con inteligencia.
Composición digital de planos de Godzilla Minus One. Imagen: Toho Company Ltd.
Es importante entender que no por invertir una gran cantidad de dinero en efectos se garantiza un buen resultado final en cámara. En muchas ocasiones, resulta mucho más interesante y barato crear efectos especiales reales que recurrir a tremendas tomas de efectos digitales. En muchas ocasiones el resultado final es incluso mejor, como demuestran grandes producciones como la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson. Y es que el lema de Yamazaki parece ser "más vale maña que fuerza", y Godzilla Minus One es un claro ejemplo de cómo invertir con cabeza, algo que por extraño que parezca, da la impresión de estar desligado del modelo de producción de los grandes taquillazos si lo comparamos con otros grandes estrenos de Hollywood.
A pesar de su éxito crítico y su victoria en los premios, es una lástima que Godzilla Minus One pasara prácticamente inadvertida por la taquilla española. Quizás sea el momento de que el público español descubra esta joya del cine japonés y aprecie el talento del director Takashi Yamazaki. Quién sabe con qué otros interesantes proyectos estará vinculado en el futuro, tal vez una película de la Saga Star Wars, como a él le gustaría. Lo importante, creo, es que no pierda por el camio esta interesante filosofía de trabajo. El resultado, como decía al principio, es titánico.
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