Ayer se cumplieron 43 años desde el estreno de La Cosa (El enigma de otro mundo), una película de horror y ciencia ficción que, aún hoy, me sigue cautivando cada vez que la encuentro haciendo zapping. Su capacidad para generar una tensión asfixiante y un miedo profundo a lo desconocido siempre me ha fascinado, y su final ambiguo permitió que la obra firmada por John Carpenter se mantuviera vigente en los debates de los espectadores. Pero, ¿y si te dijera que estuvimos a punto de ver una película completamente distinta, a cargo de otro gran maestro del terror que renunciaba a gran parte de su premisa original?
Como ya sabes, muchos proyectos en Hollywood se eternizan en su desarrollo. Una productora puede desear llevar una idea a los cines, pero desde el primer paso hasta la "primera piedra" pueden pasar años, incluso décadas. Y La Cosa no fue la excepción. Según explican en el portal All The Right Movies, a mediados de los 70, los productores David Foster y Lawrence Turman quisieron adaptar la novela corta ¿Quién anda ahí? —que ya había sido llevada al cine en 1951 por Christian Nyby y Howard Hawks—. Llegaron a un acuerdo con Universal para su concepción y se pusieron en marcha para buscar un director. El nombre de John Carpenter no tardó en surgir, pero no era muy conocido en Hollywood en ese momento. Por ello, se apostó por Tobe Hooper, el principal responsable de que tengamos tanto miedo a las motosierras tras dirigir La matanza de Texas.
Habría sido como Mobby Dick en la Antártida
No era una mala elección, considerando que The Texas Chain Saw Massacre (nombre en inglés de su film) revolucionó el género de terror y para muchos sigue siendo una de las cintas más influyentes del slasher. Sin embargo, su trabajo adaptando ¿Quién anda ahí? no generó tanto entusiasmo interno. Se dice que llegó a entregar dos borradores y que ninguno convenció a los responsables de la financiación. Al parecer, a Hooper no le gustaba del todo el material original de John W. Campbell y estaba más interesado en quedarse con algunos ingredientes del libro para hacer una especie de "Moby Dick antártico". Stuart Cohen, también productor del largometraje, lo explicó mejor hace unos años en su blog:
Desde luego, La cosa de Tobe Hooper (La matanza de Texas) habría sido bastante visceral.
"Tobe Hooper y Kim Henkel (guionista) buscaban un proyecto y el estudio sugirió La Cosa, lo que a todos les pareció una buena idea. Sin embargo, su entusiasmo inicial se desvaneció al leer la novela. El tema de la confianza no les interesaba particularmente como concepto principal. También les preocupaba su capacidad para dramatizar los mecanismos de asimilación y no querían verse limitados por su uso. Rechazando la premisa central del relato, optaron por intentar crear algo original que, en sus palabras, 'abordaría un panorama más amplio'. Recuerdo que su guion era un intento de épica de hombre contra monstruo ambientada en el fin del mundo, una especie de Moby Dick antártico con un personaje similar a Ahab (creo que su nombre era El Capitán) luchando contra una criatura grande, pero que definitivamente no cambiaba de forma. Parecía escrito como un poema tonal con un intento de ambientación sureña, al estilo de Davis Grubb; el guion era denso, carente de humor, casi impenetrable (la palabra que John usó para describirlo cuando se unió al proyecto fue 'incomprensible'). Considerado por todos en ese momento como algo parecido a un desastre, acordamos separar nuestros caminos...".
Es curioso lo de "carente de humor", porque en All The Right Movies mencionan, a su vez, que Hooper quería que su película fuera una comedia de terror con mucho humor slapstick. "Al parecer, había una escena donde un personaje era atrapado por La Cosa tras resbalar literalmente con una cáscara de plátano", agregan. Se dice que hubo dos borradores, por lo que es posible que ambos acercamientos coexistieran, o puede que solo fuera un mito. En cualquier caso, parece que el director de Combustión espontánea no estaba convencido con la premisa que todos recordamos del film —un ser cambiaformas parasitario que actúa con un único objetivo: asimilar y propagarse—, y optó más por presentar un monstruo devorador de hombres que iba a permitir ver un épico duelo.
Aquello, prácticamente en paralelo al estreno de la exitosa Alien, el octavo pasajero, tenía bastante sentido en el contexto de la época, pero no gustó mucho a los productores, quienes finalmente prescindieron de él apostando por John Carpenter. Y, afortunadamente, lo hicieron. All The Right Movies recoge unas declaraciones de Lawrence Turman en las que llega a decir: "Habría sido una de las peores pelis jamás hechas". En su lugar, obtuvimos un fracaso comercial inicial, pero una película de culto que ha sido referenciada en multitud de ocasiones, por ejemplo, en un episodio de Expediente X que me encanta.
Su atmósfera opresiva y la paranoia que genera un terror psicológico constante; sus efectos especiales prácticos que, incluso hoy, se siguen viendo muy bien y contribuyen a su horror visceral; y su final ambiguo y desolador que deja al espectador reflexionando mucho después de que terminan los créditos, la convierten en una de las mejores películas del género. Pero todo pudo haber sido completamente distinto. No dudes en volver a revisionar la película, aprovechando que está disponible en el catálogo de Filmin.
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