En 1975, Steven Spielberg consiguió que millones de espectadores en todo el mundo tuvieran reparos en meterse al agua cuando iban a la playa. Tiburón tenía un carácter casi sobrenatural, equiparando su escualo a una figura tipo Godzilla. Omnipresente, amenazadora, dura de pelar y capaz de causar el caos allá donde iba.
Pero detrás del guion de la película había algo más que imaginación. Fue en 1916 cuando una tragedia sacudió la región costera de Jersey Shore en el estado de Nueva Jersey. O más bien, una serie de tragedias. En lo que se llegó a llamar el "el conjunto más singular de ataques de tiburones que jamás haya ocurrido", hasta cinco personas fueron víctimas de ataques acuáticos, dejando solo un superviviente.
Los ataques ocurrieron entre el 1 y el 12 de julio y conmocionaron a la sociedad americana. El primero, Charles Epting Vansant, 23, fue mordido en una pierna dándose un baño en la playa junto al resort Beach Haven, y desangrándose en el hotel antes de que pudieran salvarlo. El segundo, Charles Bruder, tuvo un destino similar, con una mutilación más severa tras un mordisco en el abdomen que causó que algunos testigos se desmayaran.
El río Matawan se convirtió en protagonista de los siguientes tres ataques, y fue considerado toda una rareza ya que su localización era más de interior. Lester Stillwell, de tan solo 11 años, estaba bañándose con sus amigos cuando vieron algo que creían que era un bote a la deriva. Para cuando vieron la aleta dorsal ya era demasiado tarde, el tiburón se llevó a Stillwell y no encontraron su cuerpo hasta días más tarde. También acabó con la vida de Watson Stanley Fisher, un empresario que vino a ayudar y acabó desangrado de un mordisco. Apenas 30 minutos más tarde del ataque original Joseph Dunn, de catorce años, se convirtió en el único superviviente tras recuperarse en el hospital de un ataque que le hizo perder la pierna.
Durante años se creyó que el mismo ejemplar era responsable de todos los ataques. Investigaciones en 2002 concluyeron que, aunque esta posibilidad no podía descartarse por completo, no había pruebas sólidas al respecto, y los de la playa podrían haber sido obra de un tiburón blanco mientras que los del río Matawan de un tiburón sarda, capaces de adentrarse en aguas de más baja salinidad. Fuera cual fuera el responsable, estos ataques inducieron un pánico popular en los tiburones que no existía hasta el momento, y seguramente influenció tanto a la película de Spielberg como a la novela en la que se basó, cuyo novelista era precisamente de Nueva Jersey.
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