Ya lo hemos comentado en múltiples ocasiones, pero Netflix no dispone de las grandes licencias o el pozo sin fondo de dinero de otras plataformas de streaming. Eso implica que Disney pueda tener Star Wars o Marvel para nutrir la suya, Amazon y Apple suelten la panoja para contar con El Señor de los Anillos o Fundación, mientras Netflix ha de buscar otros nichos de mercado.
Uno muy evidente son los videojuegos, con cosas como Cyberpunk Edgerunners o la serie de Assassin's Creed que está en camino, por no hablar de sus apuestas dentro del anime con la inminente One Piece. Y, de hecho, no es la única adaptación del mundo del cómic por parte de la plataforma, ya que The Umbrella Academy, Sandman o la reciente película Nimona, proceden de ese arte.
Sin embargo, y tras haber visto la práctica totalidad de ellas, no es muy arriesgado afirmar que la mejor de ellas acaba de lanzar su segunda temporada y está basada en la obra de Alice Oseman llamada Heartstopper. Sí, otra serie juvenil de Netflix, pero en este caso una de las más dulces, bonitas y que mejor han entendido la tendencia del feeling good que sitúa a la aclamada Ted Lasso en el centro de ella.
La historia pone en el centro de la trama la incipiente relación entre un Charlie que ha sufrido bulling en el colegio por haber salido del armario, y un Nick que emprende un camino para entender quién es. De forma adicional, un magnífico casting de secundarios llena de color los dieciséis episodios que están disponibles en este momento.
El valor de hablar las cosas

Resulta que la brillantez de Heartstopper consta de decisiones que caen de cajón en el mundo real. Estamos acostumbrados a series románticas o que tienen alguna relación amorosa donde un malentendido puede ser suficiente como para crear una trama que dure todo un año. Ya sabéis, la típica serie de comedia donde dos personajes al fin están juntos, pero que todos sabemos que tendrá un bache en la relación para darle interés próximamente.
Heartstopper, si va de algo además de darle merecida representación a personas que no la suelen tener en la ficción, es de la comunicación. La mayor parte de los problemas que tienen los personajes, que no necesariamente son pequeños por ser una serie feeling good, se pueden solucionar hablando con amigos o familiares. Y el giro de la serie es que sí, que los personajes hablan, se comunican y arreglan sus problemas una vez tienen claros sus pensamientos.
Si en Call Me by Your Name es el padre de Elio el que prácticamente roba la película con su charla del final con el personaje de Timothee Chalamet, en Hearstopper es complicado no recordar con cariño cuando Nick decide hablar de su situación con su madre; interpretada nada más y nada menos que por Olivia Colman. No es que tenga un discurso tierno y emotivo, es que da toda una lección de actuación con cuatro gestos de su rostro.
En resumen, Heartstopper te recordará el valor de hablar con la gente a la que quieres, te mostrará que no hay nada roto en ti si eres diferente al resto, y que sólo necesitas encontrar un grupo de amigos tan bueno como el que tiene Charlie. En las antípodas de otras series adolescentes de moda como Euphoria, vaya.
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