Nadie puede negar que Akira, la legendaria película de animación dirigida por Katsuhiro Otomo en 1988, sigue siendo una de las obras más influyentes y técnicamente exigentes en la historia del cine de animación. Esta película japonesa no solo dejó una huella imborrable en la industria de la animación, sino que también trascendió fronteras y continúa inspirando a cineastas y artistas de todo el mundo. Pero lograr una repercusión semejante no fue fácil, y supuso una serie de retos al equipo de producción sin precedentes en Japón.
Siguiendo la estela del manga que adapta, Akira es un verdadero hito en la historia de la cultura pop nipona. Su estreno en 1988 fue un acontecimiento tanto en Japón como en Occidente, y su influencia sigue dejándose ver en la cultura pop hasta el día de hoy. ¿Cuántas veces hemos visto ese homenaje al derrape de la moto de Kaneda, su protagonista? Esta película cyberpunk, basada en el manga homónimo de Katsuhiro Otomo, es recordada por su narrativa compleja y su asombrosa estética.
A pesar de que la película condensó la extensa obra de manga en un metraje relativamente corto, la adaptación fue una hazaña asombrosa. El proceso de producción fue excepcionalmente exigente, involucrando a algunos de los mejores talentos de la animación de la época. Uno de los aspectos más destacados de la producción de Akira fue la creación de nuevos tonos de color específicamente para la película. Con la mayoría de la historia desarrollándose en escenarios nocturnos, los cineastas necesitaban una amplia gama de colores para que las escenas fueran visualmente impactantes. Como resultado, se inventaron 50 colores adicionales para la película que no existían en ningún muestrario comercial del momento.
Estos colores eran esenciales para dar vida al mundo futurista de Neo-Tokio, donde los brillantes naranjas resaltaban contra los oscuros negros y azules, y donde los neones y las iluminaciones artificiales tenían muchas escenas clave del metraje. La meticulosa atención al uso del color no era común en la animación de la época, y esta atención al detalle es una de las razones por las cuales Akira sigue siendo tan impresionante desde el punto de vista visual.
Además, se desarrolló una técnica de animación inusual para la época, incluyendo algunas primeras técnicas digitales completamente novedosas para la época. Cada movimiento de los personajes se adaptó a diálogos pregrabados, lo que resultó en una animación más realista y en una sincronización labial precisa, un proceso inverso al que se suele utilizar en la animación japonesa. Esta técnica marcó un punto de inflexión en la animación y estableció un estándar para futuras producciones.
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La revolución del color en la animación
La utilización del color en Akira fue una auténtica revolución en la animación. La película presentó un abanico de 327 tonalidades de color, 50 de las cuales se crearon específicamente para la película como os decía antes. Estos nuevos colores no solo enriquecieron la paleta de la película, sino que también permitieron a los cineastas sumergir al espectador en un mundo de matices visuales sorprendentes. Ahora tal vez resulte difícil hacerse una idea de lo que supuso para el público ver AKIRA de estreno en las salas de cine, pero no se había visto nada así, ni siquiera para gigantes como Disney, que un año más tarde estrenaría La Sirenita como su principal proyecto de animación.
El uso del color en Akira es uno de los más interesantes del género, tanto por su intencionalidad como por su mera cualidades estéticas. Los brillantes colores y la atención meticulosa al uso de la luz contribuyeron a la sensación de una ciudad muy real. Este enfoque en la iluminación y el color creó una experiencia visual única que se ha convertido en un referente para la animación en general.
El legado de Akira
A pesar de que Akira se estrenó hace más de tres décadas, su influencia sigue siendo innegable. Un trabajo tan complicado estéticamente que Hollywood ha intentado en varias ocasiones realizar una adaptación de acción real de la película, sin éxito. El legado de Akira no se limita solo a la animación; ha dejado una huella indeleble en el género de la ciencia ficción. Películas como The Matrix y obras de directores como Christopher Nolan o Denis Villeneuve deben mucho a la visión distópica y la innovación técnica de Akira, a su puesta en escena y a su visión cinematográfica de las escenas. La película ha trascendido las fronteras de género, de formato y nacionales.
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