En Hollywood se gasta mucho dinero en proyectos que no llegan a ninguna parte. Lo vimos recientemente con la película de Coyote vs. Acme descartada, a día de hoy, por Warner Bros. tras invertir 72 millones de dólares en su producción. Pero una cosa es tirar a la basura desarrollos enteros por no terminar de ver claro su potencial de éxito y otra perder un pastón porque su director te "estafó".
No, no estamos hablando de vender la moto con una película o una serie de televisión que revolucionaría la industria y que luego acaba en una medianía, sino de un show de ciencia ficción para Netflix que quedó sin hacer después de que el gigante del entretenimiento descubriera que el cineasta encargado de su desarrollo, Carl Rinsch (47 Ronin), se había gastado parte de su presupuesto en comprar acciones, criptomonedas y otros activos sin relación alguna con el programa. Un auténtico escándalo que podemos leer en The New York Times.
Actualmente vivimos en una época de cierto repliegue donde los principales agentes del sector vigilan y mucho en qué invierten su dinero, pero hace unos años se vivió una auténtica fiebre del gasto que llevó a un director no muy talentoso, 47 Ronin fue un fracaso comercial y de crítica pese a contar con Keanu Reeves, a lograr que dos titanes de la industria se pelearan por comprar su idea, la de desarrollar "una serie de ciencia ficción sobre humanos artificiales".
Netflix pujó más fuerte y Prime Video esquivó la bala
A decir verdad no pujaron por una simple idea. Rinsch, con el apoyo financiero de Keanu Reeves, que actuó como productor, pudo editar seis episodios cortos que oscilaban entre cuatro y diez minutos que presentó posteriormente a varios pretendientes entre quienes estaba muy interesado Prime Video, si bien a última hora llegó Netflix sacando la cartera y se llevó, para su desgracia, el proyecto, convencido de que tenía el potencial de convertirse en una franquicia de ciencia ficción tan exitosa como Stranger Things que pudiera generar secuelas y spin-offs.
La compañía acordó pagar 61,2 millones de dólares en varias cuotas por la serie, a la que rebautizó como Conquest, y dejó el control creativo total sobre la producción en Rinsch, un privilegio que Netflix no acostumbra a regalar.
El director habría desvíado parte del dinero facilitado por Netflix a invertir en acciones y criptomonedas
Y así llegamos al punto donde todo este asunto se empieza a tornar algo oscuro. En 2020, cuando Netflix ya había desembolsado unos 44,3 millones de dólares, Rinsch solicitó otros 10 millones de dólares para poder continuar su producción. La compañía accedió, pero poco después descubrió que parte de ese pago adicional había ido a parar a la compra de acciones y criptomonedas. Rinsch obtuvo ganancias por su "apuesta" que despilfarró posteriormente en la compra de coches y otros artículos de lujo. Desde entonces Netflix no quiso saber saber nada del tema.
"Estaba claro que el Sr. Rinsch nunca iba a completar el proyecto que acordó hacer", podemos leer en una declaración del servicio de streaming. Empresa y cineasta ahora se encuentra atrapados en un procedimiento de arbitraje confidencial iniciado por Rinsch, quien afirma que la plataforma incumplió su contrato. Lo que parece que está claro es que de nunca veremos esta serie.
Imagen | 47 Ronin
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