No es ninguna sorpresa que haya gente a la que no le ha gustado la serie de televisión basada en las novelas de Andrej Sapkoski que ha hecho Netflix. A pesar del carisma de Henry Cavill, los seguidores acérrimos de The Witcher no se sentían identificados con los cambios que el equipo de producción iba añadiendo a la trama. Yo era un rara avis, porque había disfrutado de los libros, jugado a los juegos y me lo pasaba relativamente bien con la serie... Hasta la llegada de la primera parte de la tercera temporada.
Esto implicaba pasar por encima de ciertos efectos digitales mejorables, o incluso que la ropa de Yennefer en cierto punto de la segunda temporada empiece a ser propia de una colección concreta del Primark. Pero cosas propias, como las pegadizas canciones de Jaskier, se disfrutan si logras pasar por encima de esa capa de novedades de la serie.
Pero todas estas cosas se me han hecho imposibles de saltar en la primera parte de la tercera temporada. Al segundo episodio ya me costó seguir concentrado en la historia, mientras en el tercero acabaron por perderme. Y mira que me duele, porque las lágrimas de Henry Cavill en Brasil por tener que dejar el rol al final de esta temporada bien merecen que la serie al menos no genere rechazo. Pero esa es la realidad.
Con tres capítulos, ya estoy fuera de la temporada
¿Por qué con tres capítulos ya estoy fuera de la serie? Pues porque a pesar de no seguir la historia de los libros al pie de la letra, sí que se ha hecho con la estructura. Mientras la primera temporada responde a esa suma de relatos que era El Último Deseo y tiene a Geralt como máximo protagonista, esta tercera temporada apuesta de forma central por seguir la historia de Ciri. Y además lo hace de forma coral, con múltiples puntos de vista al estilo Juego de Tronos.
Más allá de Cavill, hay pocos actores que estén en comunión con su personaje, por no hablar de los que directamente son otro personaje completamente distinto. Yo estoy abierto a cambios, siempre que sean a mejor dentro del lenguaje cinematográfico (como con los emperadores en Fundación de Apple TV+), pero que Radovid "El Severo" pase a ser un cortesano con intereses amorosos sorprendentes interpretado por el estridente Harry de Fleabag...
Pero el mayor problema es que se junta el hambre con las ganas de comer, es decir, que las escenas con personajes clave como Ciri (con una Freya Allan que daba mejor la talla con la Cirila de la primera temporada) son además algunas de las menos creíbles. Hay una escena en un circo en la que intenta salvar un Guiverno apresado para al minuto apuñalarle, mientras la persecución de la Cacería Salvaje tiene unos cortes y efectos propios de un estudiante de primero en ECAM.
The Witcher en Google trends durante los últimos 5 años (los picos de diciembre de 2019 y 2021 se corresponden con las otras dos temporadas)
Y lo más triste es que no soy yo el único que debe de tener esta sensación. La serie apenas ha tenido impacto en redes sociales, y sus búsquedas con la sombra de lo conseguido cuando se estrenó la primera temporada. El futuro no es muy halagüeño para la segunda parte, que se estrenará a final de mes, y no digamos ya para la llegada de Liam Hemsworth como nuevo Geralt.
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