A menos que viváis debajo de una piedra, o hayáis esquivado el invasivo nuevo algoritmo de tuits sugeridos en Twitter, sabréis que una enorme polémica ha surgido en medio de Twitch. Biyín, una popular streamer española ha visto reflotados varios mensajes publicados en redes sociales de hace casi una década que no la dejan en muy buen lugar.
Además de esto, ha sido acusada de cuestiones tales como dar falsos testimonios sobre una conocida desaparición de un niño y de acosar a la propia madre. Buena parte de estos hechos son públicos y podéis consultarlos en redes sociales.
Por supuesto, todo el mundo tiene derecho a cometer errores y más en una época en la que Twitter era una jungla sin sentimientos. También es cierto que las acusaciones son algo más graves que insultar a un narrador por celebrar más flojo un gol de tu equipo. Pero, de nuevo, no venimos a juzgar actitudes, y menos cuando todo el mundo puede crearse su propio criterio con los hechos tan a la luz.
Más allá de entrar en el barro sobre quien dijo y quien hizo, que eso sería entrar en el barro, nos vamos a centrar en identificar en las declaraciones de la propia Biyín un modus operandi que está bastante arraigado en los streamers conocidos cuando se les "funa", como dice el argot de los mismos. Hoy os venimos a hablar de "mover los postes de la portería".
¡#Biyín 💜 HA EMITIDO en #Twitch! Nuestros datos 🧐 :
— TVTOP España (@tvtop_es) February 5, 2023
▶️ ESPECTADORES 👁️ : 77.684
▶️ RANKING EN CANAL [últimas 100 emisiones] 📊 : 1º 🔝💪🏾
▶️ MINUTO DE ORO 🔥 : 113.585 [23:49h]#JustChatting #bjean pic.twitter.com/RUnXf4gohF
Biyín llevó a cabo anoche un directo de 1 hora y 46 minutos de duración. Con el título "PARA QUIEN ME QUIERA ESCUCHAR", empezó a argumentar sobre cómo de mal estaba en esa época, las motivaciones para que esto salga ahora y demás cuestiones alrededor de la polémica. Lo que razonablemente podría haber sido unas disculpas y unas pequeñas explicaciones se alargó durante 106 minutos.
El debate y la argumentación ha sido analizado como si de una ciencia se tratase desde hace muchos años. Esto hace que exista una clasificación de falacias, esos argumentos que se desvían de la conversación original y que sirven para intentar convencer al público de que se tiene razón, pero sin responder a la cuestión de la que se habla.
Aunque tengan nombres en latín, son muy simples de entender de la mano de un ejemplo. La ad hominem, que busca desautorizar al rival en la discusión para que su argumento no tenga validez; o ad misericordiam, que consiste en dar pena; o ad populum, que legitima una opinión porque muchos opinan de igual forma.
Al usar varias de estas falacias, se llega a un concepto que se le atribuye al periodista Peter Stothard del New York Times. En 1990 escribió un artículo llamado On Language; Moving the Goalposts (algo así como: Sobre el lenguaje: moviendo los postes de la portería). En él define este hecho como "reelaborar los términos de un debate después de su comienzo".
Han sido ya varios los casos de streamers que, en plena "funada", pasan de hablar del hecho en sí a argumentar sobre las razones que les motivaron a actuar así, los oscuros intereses de quien saca a flote estas historias, o cómo tenemos que tener en cuenta la salud mental de quien está frente a una cámara tantas horas al día. Ya sabéis, pedir perdón y cerrar streaming no acumula suscripciones en el tren del hype.
Aunque pensemos que Twitch es una plataforma donde la interacción con el público es clave, la realidad es que poco a poco vemos como eso se difumina. El chat durante la emisión de Biyín pasó a ser un repositorio de emoticonos, y el debate y argumentación real no existe, porque hemos sustituido las pruebas y tesis por "la reacción a la reacción".
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