El notable State of Decay llega también a Xbox One, y retorna a PC, tras convertirse en uno de los fenómenos de Xbox 360 en el anterior ciclo. Lo hace con la bella forma del estándar 1080p para su resolución, y con un importante trabajo a la hora de corregir algunos de los elementos que no estuvieron a la altura en aquel. ¿Suficiente? Sólo tú puedes decidirlo.
Los aficionados protestan últimamente por la falta de originalidad y la sobreabundancia de remasterizaciones, pero en el caso de algunos juegos como State of Decay ciertamente le damos la bienvenida. El juego de Undead Labs era, por las limitaciones técnicas de su versión original, un firme candidato a uno de estos trabajos que tantas veces estamos viendo en esta generación. Microsoft no ha fallado y nos ha brindado una producción que mejora el apartado visual y la fluidez de la experiencia de aquel, pero que vuelve a caer en uno de los problemas que también lastraron su calidad: las incidencias de acabado de tipo puramente técnico que, por desgracia, afectan notablemente a la experiencia jugable.
Pero lo principal es que este Year One sigue siendo muy divertido y, en esta Survival Edition, también trae consigo todos los contenidos descargables en forma de las dos expansiones de las que gozó el original de 2013, y todo ello con un suculento descuento si venimos de la versión anterior. No es perfecto, desde luego, pero su nivel de exigencia, la angustia de algunos de sus momentos más tensos y la cantidad de elementos a gestionar garantizan que vamos a estar entretenidos mucho tiempo. Y eso no está nada mal, ¿no?
Instinto de Supervivencia
Como siempre en estos casos, y tratándose de remasterizaciones, no vamos a perder demasiado tiempo explicando los fundamentos del propio lanzamiento. Para ello sólo tienes que consultar el análisis del videojuego original. Únicamente te contaremos que se trata de un producto eminentemente de supervivencia en el que tenemos que guiar a un grupo de personas que trata de salir adelante en el marco de una infección zombie, y que para ayudarles contamos con la exploración de grandes escenarios con mucha libertad y la capacidad de gestionar no sólo nuestros recursos, sino también de manejar a diferentes personajes y de hacernos fuertes en casas, o incluso robustecer y enriquecer las instalaciones de nuestras bases.
Es un juego, obviamente, de mundo abierto, y como tal está sujeto a los rigores de un desarrollo más exigente en cuanto a acabado que los de un título de perfil lineal. En este sentido la primera versión de State of Decay ya traía consigo una cantidad muy importante de bugs y fallos de programación, algo por un lado más o menos disculpable teniendo en cuenta el prisma tan generoso que aborda la propuesta y el hecho de que viene firmada por un estudio de tamaño modesto. Sin embargo llama la atención que dos años después, y a pesar de todo el tiempo transcurrido, se hayan corregido algunos de ellos pero sigan presentes muchos otros. En 3DJuegos estamos acostumbrados a ser bastante laxos con las incidencias de este perfil de videojuegos tan grandes en términos de lo que tratan de abarcar, sin embargo no podemos serlo tanto cuando afectan de forma tan directa a la experiencia jugable. ¿Cómo sucede esto? Nos explicamos.
Lo mejor de State of Decay es su condición de no perdonar nuestros errores. Si un personaje muere, lo hace a todos los efectos, incluidos progresos y mejoras
Lo primero que hay que recordar es que lo mejor de State of Decay su condición de no perdonar nuestros errores. Eso supone que si un personaje muere, lo hace a todos los efectos y perdemos todos los progresos y mejoras alcanzadas con él. Esto, que es tan brillante sobre el papel por la angustia y sentido de la supervivencia real que depara, se convierte en una verdadera pesadilla cuando alguno de nuestros protagonistas cae por algo que no tiene que ver con nosotros. Un zombie que aparece, literalmente, de la nada por un error de programación y acaba con nosotros en el peor momento, o quedarse enganchado con algún objeto de repetición y morir a manos de una manada de muertos vivientes, son sólo algunas de las perlas que nos va a dejar este Year-One, y que son situaciones que no podemos decir que sean plato de buen gusto para nadie.
Tampoco ha acabado de convencernos el trabajo llevado a cabo para solucionar todo lo que tenía que ver con el errático frame-rate del primer videojuego. En Xbox 360 hablábamos de una producción que si bien no ofrecía ningún dispendio desde el punto de vista gráfico, sí que tenía serios problemas para moverse con fluidez. En esta remasterización la capacidad del programa para alcanzar tasas de imágenes por segundo más generosas es palpable, sin embargo eso no es óbice para que de cuando en cuando nos encontremos con alguna importante y desagradable caída, y que algunos tiempos de carga como el de arrancada o el de cambio de personaje a manejar se alarguen en exceso de manera inexplicable.
Hasta aquí las malas noticias, claro, el resto de elementos de esta revisión del videojuego son muy positivas. Por un lado la nitidez extra que garantiza la resolución de 1080p hace que el juego no sólo luzca mejor, sino que sea mucho más sencillo llevando a cabo acciones de obligado cumplimiento dentro de su fórmula como, por ejemplo, la de otear el horizonte para ver qué nos deparan las grandes distancias. En cuanto al hecho de que sea más bello contemplarlo ahora, a esto contribuye el fuerte trabajo que denota la iluminación rediseñada, las sombras mucho más nítidas y pulidas y las texturas que ahora exhiben un mayor nivel de detalle. Esto también es aplicable a la versión de PC, huelga decir que sus usuarios ya disfrutaron de la resolución que deseaban por aquel entonces, pero el renovado trabajo en las animaciones y otros elementos en pantalla, sin ser algo alucinante, sí mejora notablemente el conjunto. No es que ahora State of Decay sea un espectáculo, pero definitivamente está más cerca de lo que esperamos de un videojuego del año 2015 de lo que lo estaba antes.
Así mismo también se han añadido algunos matices a la experiencia puramente jugable. Por ejemplo nos referimos a la suma de logros que no estaban en el original, la presencia de cuchillos, add-ons para las armas como un lanzagranadas, elementos inéditos para el arsenal como una escopeta incendiaria, así como algunas partituras musicales inéditas y un todoterreno. Se ha asegurado que se ha mejorado el combate, aunque sigue siendo algo ortopédico, y los nuevos objetivos en base a cajas de suministros que caen de los cielos no tienen demasiado interés más allá de lo que podamos extraer de ellas. No son, desde luego, sumas que vayan a dejarnos con la boca abierta, pero sí llama la atención positivamente el volver a disfrutar del videojuego, en caso de que ya lo hiciéramos de momento, y encontrarse sorpresas aquí y allá. Algunas de éstas son exclusivas de quienes retornen por segunda vez, como un nuevo personaje: Gurubani Kaur, y no será el único incentivo para éstos puesto que también podrán importar su progreso directamente del anterior lanzamiento.
State of Decay Year One no va a convencer a los detractores del original puesto que repite algunos de sus errores, especialmente los referentes a su manifiesta falta de pulido, y seguramente no traiga suficientes novedades como para atraer a los que ya lo probaron. Sin embargo si es la primera vez que nos sumergimos en él, ésta es la mejor forma de hacerlo.
Comprar State of Decay: Year One Survival Edition- Es divertido, relativamente profundo y engancha
- Es un título que no tiene piedad con nosotros, y que castiga cada error
- Toda la parte de progresión y gestión está bien cuidada
- Técnicamente sigue teniendo problemas graves que afectan a la jugabilidad
- La historia pierde interés rápidamente
- Al principio algunos conceptos son algo confusos
