Cuando el Springfield real se llenó de cobras e intentaron solucionarlo de la forma más Simpson que puedas imaginar

En el verano de 1953, Springfield vivió una situación de lo más surrealista. Mientras el temor a una invasión de serpientes crecía en la ciudad, sus habitantes salieron a la calle armados de palas, rastrillos y hasta azadas para intentar darles caza y proteger a su comunidad. Aunque parezca mentira, no estoy hablando del mítico capítulo de Los Simpson. 

Conocido como El día del apaleamiento en España, El día del garrote en Hispanoamérica, Whacking Day se convirtió en uno de los capítulos más recordados de Los Simpson por su defensa a los animales frente a la sátira de una cavernícola fiesta en la que sus habitantes salían a dar caza a serpientes por una mera cuestión cultural. En cambio, lo ocurrido en Springfield, Misuri, tuvo poco de ficción. 

El auténtico Springfield

La historia empieza el 15 de agosto de 1953, cuando uno de los residentes del pueblo de Springfield, una de las muchas localizaciones de Estados Unidos con el mismo nombre que la mítica ciudad de Los Simpson, alertaba a la policía de haber tenido que golpear salvajemente con una azada a una extraña serpiente que se estaba paseando por su jardín. 

La curiosidad se quedó en anécdota hasta que, pocos días después, otro vecino de la zona tuvo que pelear con otra de esas serpientes para proteger a su perro mientras lo paseaba. Frente a ese segundo caso, la policía decidió abrir una investigación y, tras recoger el cuerpo del animal, lo llevaron a un profesor de ciencias de la escuela para averiguar qué era. 

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El profesor no dudó en contestar que lo que tenían entre manos era en realidad una cobra india y que, además de su peculiar aspecto y agresividad, debían tener extremada precaución con ella porque el veneno podía ser mortal para los humanos. Como era de esperar, la alarma no tardó en escamparse por todo el pueblo. 

"Las madres encerraban a sus hijos adentro y solo les permitían salir a jugar si un adulto vigilaba con una azada de jardín, listo para decapitar a las serpientes en cualquier momento. Se enviaron agentes de policía para investigar informes de serpientes sospechosas". Lo que suponía un escenario aterrador para los habitantes del pueblo, no tardó en convertirse en un gag propio de un capítulo de Los Simpson durante su mejor época. Si aquello eran cobras indias, las combatirían como habían visto en decenas de dibujos animados. 

Más allá de Los Simpson

Al parecer, ante la dificultad de dar con más animales salvo cuando el peligro ya era crítico, alguien tuvo la maravillosa idea de colocar unos altavoces en una furgoneta y poner un disco con música de encantador de serpientes. El grupo de habitantes caminaba tras el vehículo mientras el sonido se reproducía a todo volumen con la esperanza de que las cobras acudiesen a él mientras la gente acababa con ella. 

Nadie les había explicado que las serpientes, como tantos otros reptiles, en realidad no tienen oído y se guían por las vibraciones. Lo que vemos a menudo en esos vídeos de encantadores de serpientes tocando una flauta es al animal mirando fijamente el balanceo del instrumento y moviéndose en consonancia, pero los encantadores podrían estar tocando una canción de Rosalía y la respuesta sería exactamente la misma. 

Pese a la cómica situación, la invasión de las cobras se dió por zanjada en octubre de ese mismo año, saldándose sin víctimas humanas o heridos, pero sí con 11 animales cazados a golpe de azada. El misterio de qué había ocurrido en el pueblo de Springfield se mantuvo en el aire hasta que, en 1988, un hombre decidió quitarse un peso de encima. 

Siendo aún un niño, había llegado a un acuerdo con el dependiente de la tienda de mascotas: si el niño le llevaba serpientes, le recompensaría con un pez para su acuario por cada una de ellas. Sin embargo, tras una de sus habituales cazas y correr a casa con uno de los premios, el pececillo llegó tieso a la pecera, así que ni corto ni perezoso volvió a la tienda para reclamar otro. Como el dependiente no quería darle otro, se coló en la trastienda y, con la intención de equilibrar la balanza, abrió una caja que contenía serpientes pensando que eran las que había capturado él. 

El resto, es historia, pero cabe destacar que pese a las evidentes similitudes con el capítulo de Los Simpson, lo que se satirizaba allí no era lo ocurrido en uno de los Springfield del mundo real. La crítica sobre crueldad animal que le valió varios premios al episodio se basaba en una costumbre de un pueblecito de Texas muy similar a la que aparecía en El día del apaleamiento. El festival real sigue celebrándose entre críticas e investigaciones por crueldad animal a día de hoy.