Es curioso que te enfrentes a este texto ante la posibilidad de no haber escuchado nunca hablar de la bruja vampiro de México, la teyollocuani. Y no sólo por su importancia en el folklore de nuestros hermanos al otro lado del charco, sino por ser uno de los monstruos que mejor reflejan la evolución de la cultura popular, el cómo una idea no sólo puede nacer en dos sitios a la vez, sino también terminar mezclándose y retorciéndose hasta dar forma a algo completamente nuevo.
El mito nace y se queda en México, sí, pero la idea original termina salpicada por una evolución que, abrazando conceptos posteriores, termina mutando hasta convertirse en algo capaz de arrastrar historias que van desde la mitología eslava hasta los peores miedos del Imperio Romano. Hoy, la bruja vampiro está lejos de aquella idea primigenia que se extendía por Sierra Madre, pero también es el ejemplo perfecto de cómo la mezcla cultural puede llegar a atar imperios que ni siquiera se llegaron a conocer.
Al hablar de los orígenes de teyollocuani nos referimos a una figura que, hombre o mujer, se dedica a comer los corazones de la gente. Lejos de ser una leyenda transmitida de padres a hijos, en realidad hablamos de un brujo que formaba parte de la cultura Nahua, los pueblos que poblaban Centroamérica antes de que la fundación de México modificase el nombre por el que los conocemos. Una suerte de mago, siempre en el límite entre el bien y el mal, que servía como excusa para explicar desgracias y, a su vez, trabajaban como guía de las élites valiéndose de la adivinación, la curación, o incluso ataques dirigidos entre rivales.
A la entidad detrás de los brujos se suma el propio nahualismo y la unión entre naturaleza y persona en forma de transformaciones que van desde las aves hasta las bolas de fuego. La suma de ambos conceptos transforma los ataques de estos brujos en relatos en los que, convertidos en buitre o pavo, se cuelan en las casas para absorber la sangre de los niños. La idea, la de robar alma y vida, no les resulta nueva a los primeros frailes que llegan hasta allí.
No sólo el mito eslavo del vampirismo es ampliamente conocido en Europa, allí también tienen una animadversión por las brujas que ha marcado sus juicios durante años y, para colmo, la idea del ave nocturna succionando sangre de niños se remonta siglos atrás hasta el imaginario romano de la strix. A partir de ese punto el paganismo del mito mexicano empieza a fusionarse con las raíces europeas y, conforme crece la influencia, la idea de la bruja vampiro se convierte en la norma por encima del teyollocuani.
En 3DJuegos | En 1625, Barcelona fue escenario de un juicio inesperado: 14 héroes se enfrentaron a la ley para frenar la caza de brujas
En 3DJuegos | La historia que nos han contado sobre el origen de los vampiros no es cierta. Así fue como se creó el mito
Ver 0 comentarios