Xiaomi es de Cáceres en una realidad alternativa. Felipe II planeó invadir China desde Madrid, pero alguien se entrometió

Xiaomi es de Cáceres en una realidad alternativa. Felipe II planeó invadir China desde Madrid, pero alguien se entrometió

  • La ucronía española más salvaje es la que imagina una conquista de China

  • Estuvo en los planes de España durante el siglo XVI, pero afortunadamente se frenó

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Chinatown
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Rubén Márquez

Editor - Trivia
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Rubén Márquez

Editor - Trivia

En 1580 España estaba a tope. Su unión con Portugal catapultaba la monarquía a un estado de gracia en el que la hegemonía atlántica española y el control de las indias portuguesas creaban una combinación explosiva. Con la plata americana viajando hasta China y sacando de allí sedas y porcelanas, el control del comercio en la zona se sumaba a la extendida influencia de los jesuitas portugueses en la zona. Ante esa situación, a Felipe II se le ocurrió un "¿y si…?".

A ese proyecto en ciernes se le acabó conociendo como la "Empresa de China", la intención de invadir el imperio Ming para hacerse con el control del país asiático y, desde ahí, seguir avanzando por Asia hasta terminar atacando al Imperio otomano por el lado más inesperado. La idea de arrasar Constantinopla apoyándose en la pólvora china era demasiado jugosa como para no plantearse dicho escenario. 

La Empresa de China

Frente a ese panorama, cualquiera en sus cabales se habría tirado de cabeza a la idea. Pero eso no ocurrió. Puede que en un universo alternativo Felipe II hubiese terminado viniéndose arriba y ahora Xiaomi tendría su sede en Cáceres, pero todos tenemos claro que no fue lo que ocurrió en el nuestro. Aquí la idea se complicó un poco más. 

Si la toma de Manila en 1571 había resultado clave para ese comercio que unía América con China, la suma de Portugal en 1580 añadiendo Macao a la ecuación elevaba aún más el control de la zona. No es de extrañar que, habiendo creado esa necesidad de plata, Pekín le pusiera la alfombra roja a todos los comerciantes, gobernadores y misioneros españoles que pasaban por allí. 

Esa hospitalidad les empujó a pensar que los tenían más en la palma de su mano de lo que podían llegar a pensar desde Madrid, así que a la vuelta aireaban con total naturalidad que China era un país rico sí, pero también peligrosamente blando. Al menos para ellos, claro. Como era de esperar, ante ese escenario no tardaron en empezar a maquinar una ucronía que nunca llegó. 

Los jesuitas hicieron circular el Memorial de la entrada de China, un plan logístico en el que calculaban que, con apenas 12.000 soldados y la colaboración de Japón y Filipinas, China estaba a un golpe militar de convertir la colaboración hispanoportuguesa en un imperio como no se había visto nunca antes. Uno que, de haber seguido adelante, habría cambiado por completo la historia del mundo. 

Con la Iglesia hemos topado

Tenemos montado el caldo de cultivo perfecto para una invasión. Vamos a ello, ¿no? Pues no. Afortunadamente para la Empresa de China, por allí andaba la Compañía de Jesús, que vio como esos planes de expansión podrían terminar frustrando sus planes de introducir el cristianismo en la región. Vista en peligro su misión, abogaron por una alternativa diplomática en la que ir introduciéndose poco a poco. 

El primer paso en ese sentido fue la creación de una embajada en 1584 con la intención de seguir motivando el comercio entre culturas y seguir echando leña al fuego de una evangelización que requería cocerse de forma mucho más lenta. Podría decirse que, en realidad, el "con la Iglesia hemos topado" nos terminó salvando el culo de un desastre antológico. 

El tema es que España estaba lejos de estar en su mejor momento. El conflicto con Países Bajos derivado de la suspensión de pagos de Felipe II nos tenía a uñas con los banqueros, lo que a su vez minaba la moral y pago de los ejércitos, lo que terminó derivando en motines y saqueos. Por si eso fuera poco, Inglaterra estaba a la espera de la menor flaqueza para buscarnos las cosquillas. Armar caballero a Francis Drake (sí, el de Uncharted) tras haber robado botín español como pirata, fue la gota que colmó el vaso. 

En 1588, la unión inglesa y holandesa hundía la Armada Invencible, demostrando con ello que la cosa estaba bastante más achuchada de lo que parecía. Haber entrado en un conflicto con China, que además de la pólvora contaba con ingentes batallones y estaba lejos de ser tan blanda como la pintaban los misioneros, habría sumado un frente adicional que España no podría haberse permitido.

Imagen | OpenAI

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