Si vas como turista a Madrid es probable que termines frente al Palacio Real haciendo fotos, o que hagas lo propio en la plaza que rodea a la Sagrada Familia si vas hasta Barcelona. Es lo que cualquier guía de turismo online te recomendaría, pero en el caso de China está ocurriendo algo diferente.
Lejos de acudir a los puntos turísticos a los que iría cualquiera, los jóvenes chinos están redescubriendo lugares que no aparecían en las guías convencionales o acudiendo a barrios que hasta el momento no resultaban suficientemente atractivos para convertirse en un hervidero de turistas. La clave detrás del fenómeno está en Xiaohongshu.
Cómo Xiaohongshu ha cambiado el turismo chino
Convertida en el Instagram chino por excelencia, los turistas del sudeste asiático están viviendo a través de la plataforma una situación similar a la que estos últimos veranos se han vivido en Europa en lugares menos convencionales. El pueblito pintoresco por el que antes pasabas de paso puede contener una escalinata o una fuente oculta a simple vista en la que hacer la instantánea perfecta. Puede que no haya nada más aparte de eso, pero la foto parece suficiente para acudir en masa hasta allí.
El resultado ya lo conocemos a este lado del mundo. Lo que antes eran pozas a las que sólo acudían los lugareños son ahora una olla plagada de visitantes, y las calas escondidas que sólo frecuentaban los locales se han transformado en un mar de toallas con turistas que, móvil en mano, buscan replicar la instantánea que han visto en Instagram.
Sin embargo el caso de Xiaohongshu aún no ha llegado a ese punto y, por contra, parece haberse convertido en el salvavidas que necesitaban lugares poco frecuentados y agencias de turismo que daban ya por abandonado el interés de los jóvenes chinos. Gracias al auge de la plataforma, y cómo resultado de todas esas guías personalizadas que los propios usuarios están creando, lo que antes eran locales al borde de la quiebra por culpa de la pandemia son ahora negocios boyantes y con perspectiva de futuro.
De la mano de esas recomendaciones de usuarios, en vez de acudir a las puertas del Palacio Real o la Sagrada Familia propias del sudeste asiático, los turistas acuden en masa a la terraza del local que está dos calles más allá para aprovechar su altura a la hora de sacar la foto perfecta. Queda por ver hasta qué punto la fina línea entre el éxito y la masificación convierte a Xiaohongshu en un problema.
Imagen | Hiurich Granja
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