En 1914, tras crear la primera línea de montaje de la historia, Henry Ford se ganó las críticas de Wall Street. El problema no era que hubiese revolucionado la industria del automóvil abrazando la tecnología para ofrecer resultados mucho más productivos, sino cómo aprovechó ese salto de eficiencia y beneficios para reformar la jornada laboral. Acompañada de sueldos más altos que permitiesen a sus trabajadores comprar los propios coches que fabricaban, redujo las horas de trabajo semanales de 48 a 40 horas.
Ahora, los expertos creen que estamos a las puertas de un salto similar y que, pese a que la semana de 4 días aún no se ha implementado a nivel global, el siguiente paso es rebajar el tiempo de trabajo hasta las 25 horas a la semana. Gracias a la implementación de los gemelos digitales, para nuestros hijos lo normal será acudir a trabajar una media de 3,5 días por semana.
Los gemelos digitales y la jornada de 25 horas semanales
En busca de una mayor eficiencia, los estudios relacionados con la semana laboral de 4 días reflejan que casi el 30% de las compañías que han dado el salto a ese tipo de jornada laboral se han valido de la IA para automatizar procesos que les robaban demasiado tiempo. De entre los 1.000 líderes encuestados para analizar el impacto de la tecnología en el lugar de trabajo, el 72% reconocía que el uso de la inteligencia artificial a gran escala había ampliado la productividad y mejorado la organización de su empresa significativamente, en comparación con el 55% de quienes la habían usado de forma limitada.
Tal y como recoge Eric S. Yuan, CEO de Zoom, la inteligencia artificial que conocemos hoy en día dará el salto a lo que se ha dado a conocer como gemelos digitales, asistentes que compartirán nuestra experiencia con el objetivo de encargarse de todas esas tareas repetitivas que, una vez automatizadas, permitirán reducir ampliamente nuestra carga de trabajo.
Según el CEO, "la inteligencia artificial que conocemos hoy evolucionará hacia asistentes digitales inteligentes capaces de redactar respuestas a correos electrónicos –listos para enviar cuando iniciemos nuestra jornada–, de ayudarnos a decidir a qué reuniones asistir e incluso de apoyarnos en negociaciones de contratos, reduciendo así nuestra carga de trabajo".
Además, apunta que los asistentes digitales basados en IA se personalizarán por completo, dando con ello ese salto hacia los gemelos digitales que "equipados con nuestro historial laboral y conocimiento institucional", cambiarán por completo nuestra forma de trabajar: "nos permitirá priorizar las tareas creativas y estratégicas que realmente requieren un toque humano y un tiempo de concentración y reflexión".
Para los expertos no es una cuestión de si sucederá o no, sino de cuándo, convirtiéndose la automatización de tareas en una norma cultural que, tal y como ocurrió con la revolución de Ford y su cadena de montaje, provocará una revolución productiva en la que la conciliación familiar, y gozar de más tiempo para disfrutar de nuestras aficiones y aumentar nuestro consumo, hará girar la rueda de la misma forma que lo hizo en 1914.
Las mejoras que comporta la reducción de jornada
No es una previsión que nos llegue de nuevas. Allá por 2023, Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase, el banco más grande de Estados Unidos y una de las mayores empresas financieras del globo, vaticinaba que la llegada de una semana laboral de 3,5 días no sólo iba a comportar un cambio dramático para nuestra productividad, sino que también apuntaba a ser una absoluta necesidad para impulsar nuestra calidad de vida.
En cierto sentido es inevitable pensar que, en la situación socioeconómica actual, el caso de Henry Ford mejorando salarios y condiciones laborales es una utopía, y que lo que perseguirán las empresas son más beneficios mientras empujan aún más que sigamos calentando la silla todas las horas posibles.
Sin embargo, lo que no tienen en cuenta esas predicciones es, no sólo el poder de la negociación colectiva y los sindicatos para virar hacia condiciones más favorables, sino también todos los estudios sobre la reactivación de la economía que sustentan un futuro más prometedor.
Tal y como recogía el estudio de la OCDE que derivó en la reducción de la jornada laboral en España hasta las 37,5 horas semanales, ese mayor número de horas libres para el trabajador no sólo mejora su calidad de vida reduciendo su estrés y permitiendo que sean más productivos, sino también permitiendo que, reduciendo las horas pero manteniendo el salario, ese tiempo se aproveche en más actividades de ocio que terminen generando un impacto positivo en la economía.
Frente a la idea de que lo ocurrido hace más de 100 años con el caso de Henry Ford no necesariamente implica idénticos resultados, el caso de Corea del Sur termina empujando a pensar lo contrario. Tras reducir la jornada laboral de las 68 a las 52 horas semanales en 2018, el tiempo libre aumentó y, con ello, el gasto mensual en ocio saltó de los 15.000 won mensuales hasta los 151.000 won. Una buena muestra de hasta qué punto esos cambios permiten no sólo que la rueda siga girando, sino que también lo haga con más fuerza.
Imagen | Alpiz en Midjourney
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