Investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley han descubierto que las técnicas ómicas, empleadas normalmente en biología y que han resultado ser clave para entender el genoma humano, también pueden hacer que las baterías que utilizan los aviones eléctricos tengan una mayor vida.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan este tipo de baterías es que su vida útil y eficiencia se degradan con mucha facilidad. La culpa la tienen una serie de reacciones químicas indeseadas que, aprovechando las técnicas ómicas de análisis, podrían tener los días contados. Es un nuevo descubrimiento que supone una revolución en varios sectores, incluido el de la aviación.
Gracias a la técnica los científicos descubrieron que al mezclar ciertos tipos de sales en el electrolito se daba forma a una capa protectora en las partículas del cátodo que hacían que fuesen más resistentes a la corrosión, lo que de rebote mejoraba las capacidades de la batería no sólo ofreciendo más energía durante más tiempo, sino también alargando su vida útil.
Próxima parada, un vuelo de prueba
Valiéndose de esta información, los científicos dieron forma a una batería que contenía esa nueva solución y demostró que soportaba cuatro veces más ciclos de carga mientras mantenía la relación de potencia y energía necesaria para el vuelo aéreo. El próximo paso es realizar un vuelo de prueba en 2025 que termine de demostrar hasta qué punto se ofrecerá una revolución respecto a las baterías convencionales.
Imagen | Grantisgreat
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