Aunque creamos que en nuestro medio está todo sabido, masticado y es ampliamente conocido, hay detalles e historias curiosas y desconocidas para muchos, como la existencia de la primera y única consola de sobremesa de Capcom. Sí, los padres de Resident Evil se aventuraron en 1994, curiosamente al mismo tiempo que la saga de zombis viró hacia el concepto de acción en tercera persona, a desarrollar una consola para llevar sus juegos arcade al mercado doméstico: la Capcom CPS Changer. Un hardware tan peculiar que, como no podía ser de otra forma, apenas abandonó Japón, país donde únicamente se pudo comprar a través del correo postal.
¿Te imaginas pedir una Xbox Series X o una PS5 por correo? Y no digo como tenemos interiorizado ahora de entrar en Amazon y que llegue al día siguiente a casa, sino teniendo que pedirle a Microsoft o Sony expresamente una de sus consolas para que te la envíen por correo postal. Eso mismo es lo que pasó Capcom con su consola. Los 90 eran otros tiempos.
Una placa base ochentera y que nació para los arcade
Aunque la consola de los japoneses llegó en los 90, en realidad la base sobre la que se construyó la Capcom CPS Changer fue una placa ochentera bajo el nombre de CP System. La CPS, una placa base arcade lanzada en 1988, se construyó con un hardware puntero y original para la compañía, aunque heredada de la competencia.
Placa CPS System 1 | Imagen de Arcade Hacker
En 1986, el por aquel entonces presidente de Capcom, Kenzo Tsujimoto, vio cómo el mercado doméstico ganaba terreno al arcade, algo que el tiempo le ha dado la razón. Inspirado por la NES de Nintendo, el auge del videojuego que disfrutar en casa suponía un mercado amplísimo, sí, pero también sorprendentemente desconocido para la compañía. En total, el equipo de ingeniería tardó dos años y medio en desarrollar y confeccionar el proyecto entero. Uno que supuso un gasto enormísimo para la compañía, quien gastó, solo por el desarrollo de los dos chips originales, uno en colaboración con Motorola, la friolera de 9,8 millones de dólares estadounidenses (24 millones de dólares actuales).
Street Fighter Zero
Hablamos de una placa con una RAM de 64 KB, con otros 192 KB de memoria VRAM, capacidad de sacar imagen a 384×224p, chips de sonido Yamaha YM2151 y los dos coprocesadores comentados: el Motorola 68000 y Zilog Z80, un chip fabricado por varias compañías a lo largo de su existencia, entre ellas Toshiba. Un sistema 10 veces más potente que una arcade normal y que, como sabrán los más veteranos, cada placa servía para un solo juego.
Capcom quería mantener el legado de las arcade vivo
Con la salida del sistema CP de Capcom, la compañía consiguió nutrir el mercado de las arcade con hasta 33 juegos lanzados, entre los que encontramos Street Fighter II: Champion Edition o Street Fighter II: Hyper Fighting, pero la incipiente llegada del boom de la sobremesa aceleró la producción de un sistema que en realidad buscaba no dejar morir a las arcade. Para 1992, y siguiendo la estela de SNK con su Neo-Geo, los japoneses decidieron llevar sus juegos de recreativas a los hogares de cientos, quizá miles de jugadores.
En lugar de crear una consola de cero, con las regalías y el riesgo económico y de reputación que suponía trabajar con otra compañía para crear una consola, Capcom decidió poner en la mesa sus placas CP System originales y pensar cómo podrían llevarla a los hogares. La solución fue "sencilla", al menos dentro de los estándares de los que hablamos: crear la CPS Charger, un combo de adaptador y placa CP System que se vendería junto con un joystick y los botones característicos de las arcade.
CPS Changer (combo de la placa CP System, el adaptador y joystick)
Sin embargo, los japoneses no pudieron ofrecer al consumidor su CP System 2, la versión actualizada de la placa original y que llegó en 1992 con RAM volátil, el paquete CPS Charger se tuvo que limitar a la primera generación. Eso sí, nada impidió a los japoneses lanzarla en 1994 con salida de video compuesto de TV, el chip de audio Q-Sound del CP System 2 y dos puertos para joysticks, aunque se vendería uno con la consola.
Esta CPS Charger se lanzó a un precio de 39.800 yenes, algo así como 240 euros actuales, y con la placa de Street Fighter II Turbo. En caso de que quisiéramos otras placas con otros juegos, podríamos comprarlas por 20.000 yenes cada una, pero el paquete original fue el abanderado de la compañía.
Última CP Changer lanzada con Street Fighter Zero
Eso sí, lo que para Capcom parecía ser una oportunidad interesante, no fue sino un tropiezo. Sus altos precios y la necesidad de comprar la consola por correo contactando previamente con la compañía, limitaron considerablemente su venta. Así pues, en marzo de 1996 Capcom abandonó todo soporte para CPS Changer, no sin antes un último golpe en la mesa: una edición especial con un port de Street Fighter Zero, lanzado para el sistema CP System 2, y que se vendió por 35.000 yenes, algo más de 200 euros.
Actualmente, el CPS Changer rara vez aparece por las páginas de subastas japonesas, menos aún las internacionales. Eso sí, cuando se ha visto una, se ha llegado a vender entre 700 y 1000 dólares estadounidenses por unidad. Eso lo convierte en una pieza de coleccionista codiciadísima para cualquiera que esté interesado en hardware japonés poco conocido.
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