Análisis de The Division 2. El nuevo líder de los loot shooters

Análisis de The Division 2. El nuevo líder de los loot shooters
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Los shooters multijugador están de moda, pero no todos arrancan con suerte. Ubisoft demuestra que tiene tomada la medida al género, y saca a la venta la propuesta más redonda que hemos visto hasta ahora en este campo. Análisis de The Division 2, un gran lugar en el que invertir cientos de horas.

Cómo encarar el análisis de un "loot shooter" es uno de los tradicionales caballos de batalla de la crítica moderna de los videojuegos. ¿Hay que tener en cuenta únicamente lo que ofrece el juego de salida? ¿O hay que valorar también en lo que se convertirá? En 3DJuegos solemos abogar por centrar lo que contamos en lo que se lanza desde el día 1, por supuesto, pero siempre teniendo en mente el horizonte de contenido que propongan sus creadores para ampliar la experiencia. Sin embargo, lo que prima, como es lógico, es lo tangible. Y es así para disgusto del lector despechado que tiene una reserva del producto en cuestión, y se aferra como clavo ardiendo a ese manido tópico (por suerte cada vez menos recurrente) de que estos juegos hay que analizarlos cuando llevan tres meses en el mercado; pasando así por alto cualquier concepto de utilidad que una crítica pudiera tener para el que valora si comprarlo o no en ese momento. La gran noticia que nos depara The Division 2 es que en su primer día a la venta sale sin concesiones, sin guardarse nada y con toda la artillería disponible para los aficionados.

No sólo es lo justo para el aficionado, sino que es ejemplar para el resto de desarrolladoras. El shooter de Ubisoft marca un camino para los demás en cuanto a cómo lanzar un producto que no se aferre al futuro para justificar su existencia, sino que base sus robustos pilares en un presente al que, en este caso, hay poco que reprocharle. No sólo porque llega cargado de contenido hasta los topes, sino también porque todo lo que ofrece está bien equilibrado, profundamente pensado y viene a demostrar que eso de escuchar a la comunidad (si se hace debidamente y en factores concretos) puede brindar resultados fantásticos a los estudios. La base del The Division original de 2016 ya era fantástica, nos gustó mucho; y, aunque la segunda parte pierde el factor sorpresa, lo compensa habiendo aprendido todo lo que Ubisoft ha podido extraer del dilatado y numeroso soporte postlanzamiento del que gozó aquel.

Vídeo Análisis


Marca un camino para los demás en cuanto a cómo lanzar un producto que no se aferre al futuro

Por supuesto, este The Division 2 no te va a gustar si no te divierten los shooters multijugador volcados en conseguir botín y colaborar con amigos. Pero sí funciona perfectamente para dos tipos de público. Por un lado, es idóneo para el fan de los loot shooter que gusta de una experiencia algo más táctica que lo que los mucho más frenéticos referentes suelen ofrecer y, por otro, es también totalmente recomendable para quien quiera sumergirse por primera vez en el género. Pocas propuestas mejores que esta podrá encontrar.

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La Última Esperanza

Parafraseando a Clint Eastwood en El Bueno, El Feo y El Malo, hay dos tipos de "loot shooter", los que dan importancia a la historia… y los que no. Hemos asistido recientemente al estreno de un Anthem que presentaba un universo rico y fascinante, pero que fallaba a la hora de su puesta en escena: Por sobreexposición, y por centrarse en desarrollarlo con menos interés y dinamismo del esperable en una propuesta de estas características. Mientras que a Destiny siempre se le ha echado en cara su forma de ponerlo de largo, con un ritmo mucho mejor que el del juego de BioWare, pero muy poca profundidad y bastante vagancia a la hora de explorar una mitología que podría haber dado más de sí.

El editor de personaje ha crecido mucho respecto al del original. Sigue sin ser ninguna locura, pero ahora ofrece más posibilidades.
El editor de personaje ha crecido mucho respecto al del original. Sigue sin ser ninguna locura, pero ahora ofrece más posibilidades.


¿Qué postura toma The Division 2 en esta forma de plantear la narrativa? La de no estorbar, literalmente. Casi todo lo que hace avanzar la historia se nos cuenta a través de mensajes de radio que podemos escuchar mientras nos desplazamos, y que son de relativa importancia, mientras que si asistimos a una cinemática debemos poner toda nuestra atención porque son puntuales y están ahí porque realmente vamos a recibir una información verdaderamente relevante. Por lo demás el título quiere que profundicemos tanto como deseemos, y para ello siembra su universo de cosas que encontrar para ampliarlo. Ya sean los echos, que nos ofrecen pequeñas pildoritas pasadas de la vida de gente común de Washington DC, o toda la información que podemos ir recopilando con la exploración de su mundo y que en muchas ocasiones es no verbal.

Al final, como seguro que ya sabes, el título está ambientado en la capital de los Estados Unidos y sus alrededores, y el famoso virus que ha puesto patas arriba el mundo que conocemos también ha dejado su sello en la urbe. La ha convertido en una ciudad fantasma donde sólo los más intrépidos se atreven a infiltrarse, y que tiene a varias facciones de paramilitares peleando por su control. Nosotros formamos parte de la "The Division" que da nombre al juego, y debemos colaborar para restaurar el orden.

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Comparado con otros shooters multijugador basados en conseguir botín, The Division 2 es el más lento y sesudo

Lo bueno es que, esta vez y en mayor medida que la entrega anterior, la obra se las arregla muy bien para hacernos sentir que de verdad contribuimos a conseguirlo. Tiene varios resortes para ello. Por ejemplo, nos implica más en la reconstrucción, y nos permite colaborar más activamente en ella de una forma directa: por ejemplo, aportando lo que necesiten los líderes de las diferentes áreas en clave de recursos que podemos donar, o liberando bastiones para que pasen a estar controlados por nuestra facción. Al final hay muchas cosas que hacer entre misión y misión, y todo parece estar orientado a estimular nuestro interés por recorrer cada rincón del mapa y completar todas las variadas actividades que hay disponibles. Todo esto tiene una representación muy gráfica que ayuda a consolidar esa sensación de que colaboramos, los vemos con nuestros hombres y éstos nos ayudan, pero también aporta abundantes ventajas que nos hacen la vida en este lugar un poco más fácil como describiremos más adelante en la sección destinada a la progresión.

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Los mapas de las misiones tienen una verticalidad que es más que bienvenida a la hora de inyectar variedad a los tiroteos.
Los mapas de las misiones tienen una verticalidad que es más que bienvenida a la hora de inyectar variedad a los tiroteos.


¿Las misiones para que ayudemos todavía más a restaurar el orden de las cosas? Dan una de cal y una de arena, pero lo cierto es que la sensación general que dejan es positiva. Por un lado, es cierto que sus objetivos son repetitivos y nada imaginativos. Lo puedes disfrazar como quieras, pero sus encargos al final sean principales o secundarios giran alrededor de limpiar zonas de enemigos. No tiene mayor complicación. ¿Que hay un momento de toma y daca en el que cambiamos el rol ofensivo por el defensivo? ¿Que hay un jefe final que cambia un poco la dinámica jugable? Son aspectos bienvenidos, por supuesto, pero nunca me cansaré de pedirles más a los estudios a la hora de crear situaciones más cambiantes dentro de que, por supuesto, esto es un shooter y la cosa debe girar alrededor de matar al personal.

¿Cómo se las arregla entonces el título para proponer algo positivo dentro de todo esto para combatir lo reiterativo que podría acabar siendo? Con un majestuoso diseño de escenarios. Sí, todo gira alrededor de lo mismo, pero los trazados se las arreglan para aportar una importante sensación de frescura, y lo hacen en dos facetas. La primera porque son mapas que tienen mucha personalidad. Una de las cosas que más nos gustan de la saga The Division es el hecho de que no tenga tiempos de carga entre ninguna zona. Todo se siente como algo orgánico y vivo, y eso tiene mucho valor para lograr una enorme inmersión en un lugar tan fascinante como éste. Sin embargo, eso no es óbice para que el título proponga muchas cosas diferentes dentro de su mundo. Colarte en un ingenioso museo con representaciones de diferentes épocas y conflictos, pasearte por la estación de tren, infiltrarte en algunos de los edificios institucionales más emblemáticos de una Washington DC que está a tus pies para descubrir... Ubisoft se las arregla muy bien para que siempre sintamos hambre de ver qué es lo que nos deparará la siguiente misión, y a qué otro lugar potente nos va a trasladar.

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Con el Arma a Punto

Uno de los aspectos que mejor sabor de boca nos dejaron en la primera parte de The Division fue el de su cuidado sistema de combate. La segunda parte, como era de esperar, no juega con fuego, y no dedica sus esfuerzos a modificar lo que ya funcionaba; todo lo contrario, se apoya en ello, y construye a partir de ahí. ¿Qué significa eso? Que seguimos hablando de una experiencia muy táctica, una que se cuece a fuego lento y en la que hay momentos para el frenesí; pero en la que sobre todo lo que encontramos son secuencias de acción donde importa más dónde nos ubicamos, qué tipo de cobertura empleamos y cuándo creemos que es el momento idóneo para "asomar la cabeza" y disparar.

En comparación con otros shooters multijugador basados en conseguir botín que hay en el mercado, The Division 2 es el más lento y sesudo de todos ellos. No ser flanqueado, controlar las superioridades numéricas del enemigo y potenciar las sinergias de habilidades y armas son elementos capitales para salir adelante. Eso y, por supuesto, saber de qué somos capaces y de qué no lo somos. Para ampliar nuestros horizontes siempre viene bien tener en The Division 2 un equipo de amigos o un buen clan con gente de total disponibilidad, y es que el juego es mucho más divertido y satisfactorio si se juega acompañado.

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Mucha gente nos pregunta si se puede jugar a este título en solitario. Se puede hacer en un sentido estricto de la palabra, desde luego, puesto que el juego es relativamente amable en sus primeras decenas de horas con el lobo solitario. De hecho, algunas sensaciones de soledad total, aislamiento e indefensión ante los adversarios están muy logradas, y eso unido a la exploración de Washington (que sigue estando muy cuidada) hace que haya pocas cosas como disfrutar de su campaña sin compañía. No obstante, y como entraremos a detallar más adelante, cuando comenzamos a invertir tiempo en la propuesta y a subir la dificultad nos vamos a dar cuenta de que la colaboración es tremendamente necesaria, y también lo es el sacarle enorme partido a todo lo que tenemos disponible en cuanto a arsenal y habilidades.

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Las coberturas y su uso le dan al juego ese barniz táctico tan fantástico del que tanto se beneficia. Saber cuándo asomarse es capital.
Las coberturas y su uso le dan al juego ese barniz táctico tan fantástico del que tanto se beneficia. Saber cuándo asomarse es capital.


El manejo de armas es tan exacto como cabía esperar de un título que basa todo su sistema en lo que gira alrededor de su uso. Sin embargo, si en este sentido el juego es conservador, donde se arriesga mucho es en convertir a nuestros enemigos en algo más que adversarios que sean meras esponjas de balas. Todavía es fácil observar ocasionales despistes en algunas de las unidades más básicas, maniobras algo estúpidas que les invitan a abandonar una cobertura antes de tiempo o que les lleva a ser tan agresivos que en ocasiones pierden por completo cualquier aprecio por su propia vida. No obstante, cuando funcionan en grupo acostumbran a ser una máquina bien engrasada y estupendamente conjuntada. Es habitual ver a un oponente abriendo fuego de supresión sobre nuestra posición, coordinado simultáneamente con el movimiento lateral de sus compañeros para flanquearnos, por ejemplo. O auténticas avalanchas de unidades volcadas en el cuerpo a cuerpo que tratan de buscar precisamente nuestro mayor punto débil en el momento en el que éste quede más expuesto.

Como siempre en estos casos, el que quiera despedazar el juego en redes sociales enseñando despistes de la inteligencia artificial va a tener la posibilidad de hacerlo porque de vez en cuando comete errores bastante groseros. No obstante, la mayoría de sus acciones son muy estimulantes y todo un desafío, especialmente cuando optamos por unos niveles de dificultad más altos, y ayudan a que nos creamos ese mundo sin escrúpulos en el que está ambientado el programa.

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No tener tiempos de carga entre zonas hace que se sienta como algo orgánico y vivo

Así pues, los mapas tienen bastante más complejidad y verticalidad que en el primero y también hay secciones impresionantes y disruptivas que nos ayudan a desconectar de una posible sensación de monotonía que, por lo demás, es imposible sentir cuando llevemos cientos de horas en el título. Por ejemplo, hay cierta secuencia en un laboratorio pequeño y estrecho donde dos enemigos muy poderosos, embutidos en una pesada armadura, corren detrás de nosotros martillo en mano, obligándonos a huir como alma que lleva el diablo, haciendo parkour mientras rompemos sus defensas. En otra secuencia, una enorme sala apaga todas sus luces, se oye una gran explosión y aparece un gran jefe del techo, envuelto en llamas y disparando letales granadas desde el techo. Hay muchos buenos momentos como estos que rompen el tono monocorde del primer juego, pero claro; al final todo se reduce a defender y capturar zonas, interactuar con maquinaria y limpiar zonas de enemigos, y al final terminamos queriendo hacer lo que hemos venido a hacer: prepararnos para hacer misiones difíciles.

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Progresión, Botín y Recompensas

Como cualquier RPG de acción que se precie, The Division 2 tiene un sistema de niveles que acompaña y complementa nuestros progresos en Washington D.C. Aunque en líneas generales hablamos de un título bastante abierto y permisivo a la hora de dejarnos hacer lo que se nos apetezca, Ubisoft dosifica las misiones y armas a las que podemos acceder entre los niveles 1 y 30. Así pues, el juego te ofrece la posibilidad de ir a donde quieras desde el primer minuto (es más, te recompensa con experiencia por descubrir nuevas áreas), pero también hay enemigos patrullando constantemente que te harán morder el polvo si no vas debidamente preparado.

Reclamar botín es primordial en un juego de estas características. El más valioso suele venir de cosas desafiantes, pero también hay mucho que se puede conseguir explorando.
Reclamar botín es primordial en un juego de estas características. El más valioso suele venir de cosas desafiantes, pero también hay mucho que se puede conseguir explorando.


Tal vez suene frustrante, pero en realidad es una de las mejores cosas que tiene el juego: la campaña no está hecha para ser tomada a la ligera y propone una dinámica más seria y pausada. No hay una narrativa intrusiva que esté interrumpiendo el juego constantemente, no hay muchas cinemáticas y las que hay, se pueden saltar. No nos obliga a seguir el curso de la historia artificialmente, pero sí a descubrir el juego poco a poco, a apreciar cada nueva dosis de contenido que vamos desbloqueando sobre la marcha, a saborear mejor lo que tenemos a nuestra disposición. No es nada que nos inventemos nosotros: sus responsables confiesan que The Division 2 está hecho de tal forma que no puedas llegar al nivel 30 si te limitas a completar las misiones de historia.

En realidad, no vemos esto como algo necesariamente malo. La escasez de puntos de experiencia y la cantidad de cosas que desbloqueamos al subir de nivel nos animan a participar en cada fortaleza, misión secundaria y evento de mundo que encontramos a nuestro paso, y al hacerlo el juego nos recompensa con nuevo botín de forma constante, así como algo de EXP. Sólo hay siete tipos de arma, eso sí, y ninguna es especialmente imaginativa (rifles, rifles de asalto, subfusiles, ametralladoras ligeras, escopetas, rifles de francotirador y pistolas), algo que entronca con el componente realista de la obra en cuanto a su arsenal y gadgets. Lo que está claro es que conforme progresamos en el juego, veremos que ofrecen una gran variedad de habilidades, ventajas y posibilidades de personalización que compensan en buena medida lo limitado que puede parecernos el arsenal a simple vista.

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Desde las primeras horas vamos notando que The Division 2 es un título bastante generoso con el botín. No es nada raro encontrar enemigos que sueltan dos o más piezas de equipamiento, materiales y modificaciones para nuestro inventario, y aunque están sujetos a un factor de aleatoriedad, el juego se asegura de que consigamos alternativas mejores y más interesantes cada pocos minutos. Las opciones para mejorar, modificar y transferir habilidades de un arma a otra están ahí, pero durante las primeras 15-20 horas nos limitamos a ir cambiando de arma para mejorar más rápidamente. No le cogemos demasiado apego a ninguna pieza durante nuestra primera vuelta de la campaña.

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Las Zonas Oscuras son uno de los lugares más atractivos del juego para conseguir botín. También ofrecen las experiencias más intensas.
Las Zonas Oscuras son uno de los lugares más atractivos del juego para conseguir botín. También ofrecen las experiencias más intensas.


No pretendemos engañar a nadie. El botín juega un papel crucial en esta clase de juegos, y llega un punto en el que se nos hace un poco aburrido jugar sabiendo que no vale la pena modificar esa escopeta tan chula que nos ha tocado porque la vamos a cambiar dentro de 20 minutos por otra de nivel superior. La historia brinda una relativa variedad de tipos de acción determinada por esa brillantez en el diseño de escenarios de la que hemos hablado unos párrafos más arriba, pero para complementar todo ello el juego ofrece algunas alternativas más.

Por ejemplo, hay un multijugador competitivo. Nos parece la parte más deslavazada y, desde luego, algo desconectada del resto de propuestas del programa. En un mundo tan orgánico como el que ofrece The Division 2, este añadido roza el estar fuera de lugar. ¿En sí mismo? No está mal, pero tampoco está particularmente bien. No nos da nada que no hayamos visto una y mil veces en los últimos años y, aunque lo hace con efectividad, el tipo de acción de la propuesta no siempre parece el más adecuado para un PvP de las características y modalidades que ofrece. Habitualmente damos la bienvenida a cuanto más contenido mejor en una obra de este perfil, sin embargo toda esta faceta da la sensación de que podría haberse consolidado mejor dentro del conjunto y que todavía necesita algunos ajustes de equilibrio para ser más justo con el aficionado.

Lo que sí raya a gran altura, y además está perfectamente integrado, es la Zona Oscura. Su funcionamiento es idéntico al de la primera entrega, aunque con pequeños cambios aquí y allá. Es un área del mapa, tres concretamente, donde está el botín de mayor nivel, pero extraerlo de la parcela fortificada supone unos momentos de tensión brillantes que ayudan mucho a romper con el ritmo más pausado del resto de la campaña. Esas partes de cuenta atrás en las que esperamos el helicóptero que envía nuestro material a zona segura, sabiendo que todos los ojos de jugadores de la zona nos miran y que lo hecho durante nuestra estancia pende de un hilo, son brillantes. Y, como tantas otras modalidades de The Division 2, tiene su propia horquilla de progresión que prácticamente lo convierte en un juego independiente y cargado de posibilidades.

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El Final es el Comienzo

Hasta que lleguemos a nivel 30, el juego nos abre más y más zonas, desbloqueamos pisos francos, nuevas habilidades y mejoramos la Casa Blanca y otros asentamientos cercanos. Cada uno tiene su propio sistema de progresión, recompensas y beneficios; y además los puntos de control se disputan constantemente entre aliados y enemigos. No dejamos de hacer cosas nunca, incluso si estas se reducen a matar malos en diferentes escenarios. Sí, hay muchas cosas que hacer y algunos momentos potentes, pero al final está tan enfocado al combate que en cierto punto sólo podemos pensar que queremos algo más exigente y con más posibilidades. Ahí es donde entra el 'endgame' o contenido poscréditos, y no podemos hablar de ese tema sin frotarnos las manos.

El videojuego es mucho más claro en cuanto a las estadísticas, los interfaces y el inventario que el anterior. Mucha información, pero más nítida.
El videojuego es mucho más claro en cuanto a las estadísticas, los interfaces y el inventario que el anterior. Mucha información, pero más nítida.


Tras algo menos de 30 horas sumando puntos de experiencia, tiramos a la basura las etiquetas del nivel del protagonista y de su equipo. Tanto nuestra hoja de personaje como nuestro equipamiento muestran ahora la valoración de equipo, una característica que también se implementó en el primer juego y que sirve para determinar cómo de fuertes somos. Funciona prácticamente igual que en World of Warcraft, Destiny o Anthem, y si has jugado a alguno de esos juegos sabrás lo que eso significa: ahora toca estrujarse la materia gris y quedarnos despiertos hasta tarde perfeccionando nuestras estadísticas, ilusionándonos con la idea de hacer frente a actividades más desafiantes en el futuro.

Hablando a un nivel más técnico, Massive demuestra haber escuchado con atención las críticas e impresiones de la comunidad dedicada del primer título y nos trae una serie de mejoras en la hoja de personaje. Por ejemplo, la polémica y tremendamente imprecisa estadística de DPS ya no existe, por lo que tenemos que calcular nuestra eficiencia en base a la potencia y cadencia de nuestras armas. El poder de habilidad sigue ahí, pero ahora sirve únicamente para desbloquear mods de habilidades (por ejemplo, tal vez encuentres un mod del escudo que te pida 4.500 de poder de habilidad para poder ser activado) más o menos como el aprendizaje de Dark Souls. Se acabaron las habilidades excesivamente poderosas que veíamos en el primer The Division. Ahora todo está más relacionado con nuestro desarrollo de personaje, habilidad y táctica; y menos con la explotación de puntos flacos del juego.

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El audio del juego es excepecional

En efecto: tenemos potenciales ranuras para mods en armas, armaduras de todo tipo e incluso habilidades, y también tenemos más alternativas que nunca para conseguir mods completando contratos y desafíos día a día. De hecho, tenemos infinidad de comodidades y novedades en este sentido. Puedes marcar el desarrollo de una plantilla como un proyecto personal y seguir el progreso desde la Casa Blanca hasta que tengas tu nueva pieza, traspasar habilidades en la estación de recalibrado o fabricar un subfusil exótico oculto obteniendo piezas en nuevas cajas de facción. No queremos ahondar mucho más en este asunto, pero sí deseamos dejar claro que es un aspecto muy bien resuelto y de importancia crucial para quienes deseen sacar partido al juego a largo plazo.

Ya estamos hablando de muchas posibilidades de personalización, pero si quieres más, The Division 2 revisita el sistema de especializaciones que ya conocíamos con varias vueltas de tuerca. Tenemos una cuarta ranura de arma para la recta final del juego, reservada para una pieza increíblemente poderosa (lanzagranadas, ballesta o rifle de francotirador pesado) con posibilidades únicas y munición muy escasa, así como un nuevo árbol de habilidades para cada una. Sus responsables ya han anticipado la llegada de nuevas especializaciones como parte del soporte poslanzamiento de The Division 2, que, al menos durante el primer año, es gratuito.

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Cuando llegamos al nivel 30 y empezamos a potenciar nuestro equipo a lo grande, nuestro personaje acaba teniendo un aspecto majestuoso.
Cuando llegamos al nivel 30 y empezamos a potenciar nuestro equipo a lo grande, nuestro personaje acaba teniendo un aspecto majestuoso.


¿Qué podemos hacer con personajes tan trabajados? Por suerte, el final del juego abre las puertas a un buen puñado de novedades. Aparece por primera vez la facción de los Colmillos Negros, Black Tusk, reservada exclusivamente para los jugadores más dedicados, que pone todo patas arriba. Además de sus propios encargos, también tienen nuevas "misiones invadidas" que dan nuevas perspectivas a los objetivos que ya conocíamos. Todas ellas tienen algunos factores de aleatoriedad y se pueden configurar en tres dificultades, por lo que hay opciones para todos. Sea como fuere, además de las unidades estándar también tienen unas cuantas sorpresas: médicos de campo que reviven oponentes sobre la marcha, todo tipo de drones e incluso pequeños tanques y robots pensados para obligarnos a pensar más rápido y ser más eficientes (no demasiado, sólo lo justo).

Ahora que vamos mejor pertrechados, los Black Tusk transforman nuestra forma de entender el mapa. Si en la primera vuelta al juego nos expandíamos, ahora es una mesa de guerra donde los puntos de control son más importantes, y podemos jugar un nuevo tipo de misión: las fortalezas de facción. Terminar con la ocupación militar de estos oponentes desbloquea una nueva categoría mundial ('World Tier' en inglés) que pone a prueba nuestro equipamiento y avances en el juego. Pasarán muchas horas hasta llegar a WT4 y pasar de 450 de poder de equipo, aunque no tardaremos en recibir novedades en forma de fortaleza e incluso una incursión para ocho jugadores por primera vez en la franquicia. También hay cazadores (jefes ocultos) que deambulan por el mapa ofreciendo máscaras exclusivas para quienes sean capaces de resolver los extraños rompecabezas a los que están vinculados.

¡Casi nada! Y eso que no hemos mencionado todas las cosas que se pueden hacer en el endgame de The Division 2. La idea que queremos transmitir con todo que te contamos es que The Division 2 ha empezado a hacer la casa por el tejado, y eso nos parece bien. No es ningún secreto que otros 'loot shooters' lo han tenido difícil para despegar: Destiny, Anthem o el primer The Division salieron a la venta con problemas de progresión o desaprovechando sus propios contenidos, y algunos de esos ejemplos tardaron meses o años en quedarse a la altura de lo que prometían. El juego de Ubisoft Massive es justo lo contrario. Estamos de acuerdo en que es un "más de lo mismo" en comparación con el primero, pero al menos es uno muy bien mimado y lo vemos muy capaz de mantener a su comunidad fidelizada por mucho tiempo. No todo es perfecto, claro, pero al menos sí es el que mejor estado tiene de lanzamiento de toda su estirpe. Es un juego que engancha, y da gusto ver que desde Ubisoft se han esforzado en añadir todo tipo de comodidades para quienes lo ven como el glorioso pozo sin fondo de horas que es.

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Zona de Guerra -Gráficos y Sonido-

The Division 2 es un videojuego de contrastes. Ha habido un avance visual desde la primera entrega, eso es innegable, pero quizá no el suficiente para que sigamos hablando de un título puntero en lo estético habiendo transcurrido tres años en los que hemos visto a referentes de este género rayar a mayor altura en la faceta estética. Al final los videojuegos que vienen fruto de esfuerzo colaborativos tan grandes como The Division 2, interminable sucesión de nombres de estudios al arranque del juego, sufren de ciertas irregularidades. ¿El mayor problema? Seguramente en los personajes. El modelado no está mal, no es para volverse loco pero hace los deberes si lo observamos desde la distancia y algo distraídos por el fragor de la batalla. No obstante, si nos fijamos en los detalles (especialmente en las caras) se le empiezan a ver las costuras al conjunto. También hay algunas animaciones como la de caminar y, sobre todo, la de esprintar que podrían estar bastante mejor. El conjunto queda más equilibrado porque hay otras de desplazamiento, de disparo o de uso de coberturas que están a un nivel mayor.

Hay mucha variedad en los escenarios, y la iluminación ayuda a construir parajes naturales de una importante belleza.
Hay mucha variedad en los escenarios, y la iluminación ayuda a construir parajes naturales de una importante belleza.


Las fortalezas del SnowDrop Engine están en otros lugares. Precisamente, en la existencia de un horizonte lejano, el de la ausencia de tiempos de carga. Como no podía ser de otro modo hay esperas cuando arrancamos una partida por primera vez (muy larga por cierto), o también cuando hacemos uso del viaje rápido o abandonamos el ámbito primordialmente PvE del programa para sumergirnos en las partidas puramente competitivas. Sin embargo, el resto de partes de The Division 2 no nos obliga a esperar ni un momento, y constituye una experiencia orgánica y sin interrupciones que ayuda mucho a no romper en ningún momento esa inmersión máxima que depara esta Washington DC decrépita y ruinosa. Eso, en comparación con otros loot shooters que están plagados de esperas y tiempos de carga, es una auténtica maravilla.

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También están realmente bien los escenarios, el verdadero punto fuerte del título. No sólo porque, como hemos hablado líneas más arriba, el trabajo artístico es formidable para dotarles de enorme identidad. Muy cuidado, además, todo lo relacionado con la climatología con condiciones cambiantes y unas especialmente adversas en forma de tormentas, por ejemplo, que ponen los pelos de punta.

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¿El rendimiento? Algo caprichoso en PC, con más oscilaciones en la tasa de imágenes por segundo de lo que habríamos esperado. No es que funcione mal o que sea demasiado exigente, es que en algunas ocasiones sufre en exceso sin razón aparente y eso se traduce en una tasa de imágenes por segundo algo fluctuante, aunque siempre satisfactoria. Lo que sí encontramos son una infinidad de opciones de configuración en esa versión. Si hablamos de Xbox One y PS4, el rendimiento es bastante razonable aunque con los clásicos recortes visuales y un popping (generación tardía de objetos en pantalla) bastante desagradable. La cosa es bastante mas resultana en las versiones potenciadas de ambas máquinas de las que, por supuesto, sale vencedora la poderosa Xbox One X.

Para tocar la faceta del audio hay que empezar hablando del gran trabajo que ha hecho el compositor Ola Strandh con la banda sonora. Buenas músicas, muy variadas y con un toque electrónico que le va muy bien a un shooter tan volcado en la tecnología como éste, pero que no renuncia en ningún momento a cuajar de guitarreos algunos de sus momentos de mayor frenetismo en la acción. Los efectos de sonido están muy cuidados, desde los estruendosos disparos que muestran las lógicas diferencias entre los entornos exteriores y las zonas más cerradas, hasta los cuidados sonidos de tormentas o efectos climatológicos presentes durante toda la aventura. Por supuesto, y como viene siendo tradicional en los videojuegos de Ubisoft, el título llega traducido y doblado a nuestro idioma, aunque con la posibilidad de elegir lenguaje.

Magnífico

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The Division 2

Por: El equipo de 3DJuegos
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Un videojuego muy completo; Esa es la principal sensación que deja The Division 2 en el jugador. Es un título en el que se puede invertir sin miedo tanto nuestro dinero como, lo que es más importante, nuestro tiempo. Ofrece un sinfín de horas de contenido en su campaña y su endgame, y no transmite la sensación de estirarlo todo artificialmente para mantener a los jugadores habituales a los "loot shooters" enganchados más tiempo.

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  • La Zona Oscura sigue siendo algo que transmite sensaciones muy únicas y viscerales
  • Llega a las tiendas realmente cargado de contenidos y con un extraordinario Endgame
  • A pesar de que tiene despistes puntuales, la conclusión general de la IA es muy positiva
  • Invertiremos cientos de horas en él, así que algo más de variedad no le vendría mal
  • El PvP es bastante convencional y no demasiado imaginativo
  • Gráficamente está bien, pero esperábamos más salto visual
Jugadores: 1-8
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: Incalculable
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