Análisis de Cartel Tycoon. Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

Análisis de Cartel Tycoon. Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos
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Los años ochenta, un clima caribeño perfecto para el cultivo masivo de estupefacientes y una ambición desbocada… ¿Qué podría salir mal? Históricamente, unas cuantas cosas; eso sí, en Cartel Tycoon puedes dar rienda suelta a tus deseos de grandeza y de riqueza criminal sin miedo de acabar en un centro de máxima seguridad en medio de un desierto americano. Te contamos todas las luces y sombras de su estrategia de gestión en nuestro análisis.

Llevamos unos cuantos años loquísimos en lo que a tendencias literarias y cinematográficas se refiere; al margen del bombazo de la novela erótica y de la autoayuda, fenómenos que parece que han llegado para quedarse, también está proliferando una especie de arte prohibido, criminal, de submundos que las personas normales no hemos visto fuera de la pantalla. Se trata de un arte que responde a la marginalidad, a la ilegalidad, que representa problemas propios de las personas que viven en estas situaciones; de hecho, hasta tiene nombre: "narcoliteratura". En el plano seriéfilo, por ejemplo, lo vimos de manera muy, muy clara con Narcos, una de las primeras superproducciones de Netflix, cuyos capítulos nos llevaban por las aventuras y desventuras personales del traficante más célebre y, a la vez, infame de la historia, Pablo Escobar. Casos como el de Narcos los hay a patadas (la excepcional Fariña, mismamente) y casi todos tienen una cosa en común, es decir, el narcotráfico es el elemento que hace de nexo entre todos los acontecimientos.

Puede que estés pensando que esto ya se daba en el pasado; que, en esencia, The Wire también trataba el tema de las drogas, o que Breaking Bad, allá por 2008, utilizaba la sátira y el humor negro para contar una historia de un descenso a la amargura y la criminalidad más absoluta. Si seguimos tirando del hilo, también podemos empezar a pensar en obras maestras del cine clásico de mafias, como El Padrino, Érase una vez en América, o Scarface, y me parece que hasta cierto punto estaríamos bien encaminados. Muchas veces esta narcoliteratura parece la evolución natural de estas últimas, solo que ahora el foco ha cambiado: ya no hablamos de italoamericanos malviviendo en la Nueva York del periodo de entreguerras, o de la clase media americana, sino del mundo de la Sudamérica y EEUU más marginales, que tenían y tienen problemas distintos pero igualmente profundos. Las reglas han cambiado, y en los videojuegos también se nota. Weedcraft Inc., un título de gestión que trataba el cultivo y la venta de marihuana, es un buen ejemplo de ello… Y Cartel Tycoon, del que os hablo a continuación, ya ni te digo.

Plata o plomo

Evidentemente, Cartel Tycoon nos pone al frente de nuestra propia banda de narcotraficantes. Nos encontramos ante un título de gestión a la antigua usanza, con conceptos que giran alrededor de la administración económica y logística de nuestro imperio de sustancias estupefacientes. A grandes rasgos, eso es lo que vas a hacer en los tres modos de juego disponibles: Historia, Salvadera y Supervivencia, es decir, campaña, escenario libre y un modo difícil en el que hay que cumplir condiciones especiales. Vamos por partes; en cuanto al primero, tengo que avisarte que no te vas a encontrar con el tipo de campaña al que estamos acostumbrados en el género de la estrategia, ya que la libertad de acción y la toma de decisiones están muy limitadas. Por el contrario, el desarrollo de la trama es mucho más lineal, con personajes predefinidos, líneas de diálogo muy marcadas, y un devenir de los acontecimientos que viene totalmente prefabricado de serie.

¿Esto es un problema? No tendría por qué serlo, claro. Este tipo de narrativa es la más frecuente en la industria del videojuego, y su popularidad está totalmente justificada, puesto que permite que los personajes evolucionen en los entornos que los creadores consideren más oportunos. El problema viene cuando un argumento lineal no lleva a nada, y mucho me temo que ese es el caso de Cartel Tycoon que, a pesar de su estructura, no se preocupa demasiado por contar una historia, sino más bien por ponerte condiciones y objetivos genéricos con alguna que otra escena de diálogos de por medio, para rebajar un poco la tensión de estas misiones.

Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

Lo cierto es que pasaban las horas y yo seguía sin entender del todo las motivaciones de Mauricio Romero, el protagonista del tutorial, y lo mismo me pasó con César Garcetti y compañía. Por mucho que lo intentes, es complicado empatizar con un narco que aparece de pascuas a ramos para mandarte misiones, por mucho que tenga sus chascarrillos "spanglish" para darle más cuerpo todavía a la ambientación de exceso y delitos sangrientos de aquella Latinoamérica tan brutal de los años ochenta. Un contexto despiadado que, lejos de cualquier broma o topicazo de turno, trajo incontable sufrimiento a sus gentes.

Con la historia de Cartel Tycoon se me queda la sensación agridulce de lo que pudo ser y no fue

En cualquier caso, este problema del desarrollo de la historia de Cartel Tycoon no existiría si el título se hubiera decantado por una narrativa más emergente, más libre; por ejemplo, nadie se para a pensar en si el sucesor al trono de Hispania, en Crusader Kings III, está bien construido psicológicamente o no, porque la gracia es precisamente que se comporte de manera distinta cuando se ve sometido a situaciones diferentes. Es más, ¡es imposible predecir quién será! Se trata de un sistema en el que los personajes están solo definidos en los aspectos más básicos, todo lo demás es acción y reacción, una decisión creativa que siempre ha funcionado de maravilla en el género y que da pie a que el jugador cree sus propias historias. Esa es la auténtica magia de la estrategia.

Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

Lo mismo pasa en los XCOM modernos; tu granadero de élite, probablemente renombrado como Paquito el Mecheros (suponiendo que tengas un sentido del humor tan lamentable como el mío), no tiene más desarrollo que el que ha vivido contigo, y con el resto del equipo, en las distintas misiones que le has encomendado. Su vida, sus éxitos, sus fracasos e incluso su muerte están sujetas a cambio, lo que da una sensación de círculo que se cierra, de argumento que cambia realmente en función de tus decisiones e incluso de tu estilo de juego. En otras palabras, se vuelve memorable porque es parte de tu experiencia.

A Cartel Tycoon algo así le vendría de maravilla: una campaña que comprenda varios años, con distintas facciones bien diferenciadas, y con personajes capaces de seguir este tipo de progresión libre, centrada en el jugador… Solo de pensarlo me entra la sensación agridulce de aquello que pudo ser y no fue. Eso sí, no todo es negativo; por ejemplo, el tutorial tiene elementos narrativos que ayudan a generar interés en las primeras horas, y los otros dos escenarios de historia disponibles ofrecen alguna que otra trama del submundo muy bien tirada, pero es verdad que el conjunto, al final, se queda un poco deslucido e inconexo. Hay demasiado cliché, demasiado capo con camisa hawaiana y voz ronca, también te digo. En general, apostar por una narrativa más tradicional, más directa, fue un movimiento arriesgado, sin duda, y me temo que el resultado les ha salido regular a Moon Mose y a Tiny Build.

Las guerras del opio

Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

Saltamos directamente a cuestiones jugables porque realmente eso es lo único que conecta a los tres modos de juego. Por tanto, ¿cómo se juega a Cartel Tycoon? Empecemos por lo básico: tienes que construir granjas de producción de materias primas (drogas, para que nos entendamos), y establecer conexiones entre almacenes, compañías de transporte y puntos de venta, generalmente en forma de aeródromos, fronteras o embarcaderos, y a partir de ahí todo se complica. Entran en escena aspectos como las entregas de dinero sucio, la localización de residencias y de mansiones que permitan recaudar los beneficios derivados de la venta de sustancias ilegales y, por supuesto, también tienes que dirigir la construcción de determinadas tapaderas en las capitales para poder blanquear esos billetes que están manchados con la sangre de tus crímenes. Todo consiste en establecer correctamente los puntos de entrega y de envío de dinero, a fin de automatizarlo (hacerlo a mano es un lío tremendo) y, por supuesto, de hacer relaciones con las altas esferas. Aquí todos los alcaldes son corruptos. Da que pensar.

Luego viene la cuestión de la violencia, que tampoco podía faltar a la ocasión. Hay, cómo no, guerras de bandas, maltrato policial, extorsión e incluso tramas políticas que harían palidecer a más de un político español; también existe la posibilidad de atacar edificios controlados por matones rivales, con el objetivo de robar sus reservas de dinero o incluso de sumarlos a nuestro paraíso del crimen organizado. Más o menos lo mismo sucede con las capitales, es decir, con las ciudades: hay una en cada provincia y normalmente están controladas por otro cartel de la droga. Es tu responsabilidad civil, qué digo, moral, ir allí y partirles la cara. Eso sí, el combate se basa en una mera cuestión de números: tus capos y lugartenientes tienen todos una estadística de combate, y gana el bando que tenga el número más alto. Aquí no hay estrategia de ningún tipo, y es quizás, junto con el árbol de investigación de nuevas teorías, el apartado que menos luce en una jugabilidad que, de por sí, engancha rápidamente.

Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

En general, todo lo que tiene que ver con la optimización de nuestro imperio de narcóticos es un puntazo. Detallitos como elegir la localización perfecta para cada tipo de cultivo, o esconder los envíos de marihuana en latas de verduras, e incluso el mero hecho de temer por la vida de nuestro capo, son aspectos que cautivan y que te hacen sentir parte de una película de mafias de finales del siglo veinte, algo que no deja de ser el objetivo principal del título. También contribuyen, aunque no siempre para bien, las interacciones con la policía, que puede embargar algunas de tus posesiones e incluso bloquear carreteras si la cosa se te ha ido de las manos y el pánico se apodera de la región. Ahí es cuando tiras de favores y de contactos políticos, y en general da la sensación de que casi todas las bases del juego están muy bien pensadas e integradas en la acción estratégica… Hasta que te encuentras con un fallito inexplicable que tardas en resolver y se te va toda la operación a la porra en un momento. En un juego tan implacable es inconcebible que el transporte y la microgestión sean tan sumamente desesperantes.

Todo lo que tiene que ver con la optimización de nuestro imperio de narcóticos es un puntazo

Seguimos con los trapos sucios, con lo que no funciona del todo bien. El trazado de carreteras y vías merece una mención especial a este respecto, porque es terrible hasta límites difíciles de explicar. Ya no es solo que esté a años luz de lo visto en constructores de ciudades como Cities: Skylines, algo entendible, es que encima evidencia otro de los grandes problemas del título: la inteligencia artificial. La construcción de carreteras, por pura lógica, debería ser intuitiva y dar pie a la creatividad, pero en Cartel Tycoon es engorrosa, molesta, y te saca de lugar con demasiada frecuencia. No pocas veces me vi en la tesitura de tener que borrar conjuntos enteros de vías simplemente porque el juego no es capaz de comprender nada más allá de unas cuantas rectas y punto. Y no me malinterpretes, no es que yo quisiera poner dos circunvalaciones y una réplica de la M30 al lado de mis campos de opio, pero tengo que confesar que me desanimó completamente ver que no había ningún tipo de personalización o de inventiva a mi alcance. ¿El motivo? Que, según tus jefes de la mafia, los trabajadores se pierden con facilidad. Genial.

Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

También se me ha quedado un regusto un tanto amargo con las interacciones entre bandas, ya que, en la mayoría de los casos, son un tanto "unilaterales"; viene tal persona, se presenta, te dice cuatro cosas y bueno, que sepas que ahora nos odiamos a muerte. No hay un apartado diplomático propiamente dicho, como sí que vimos en incontables títulos de estrategia en la última década y media (Civilization, Endless Space, etc), y la verdad es que se siente todo un poco plano y vacío. No hay historia de narcos sin choque de egos, sin conflictos de intereses, ni sin traiciones terribles o amores prohibidos, pero por desgracia en Cartel Tycoon no hallarás nada de eso. No son cuestiones obligatorias, aunque muchas veces se echan demasiado en falta. No solo le falta cierta alma a la historia, la jugabilidad también se ha quedado un poco en tierra de nadie en temas de profundidad. Otra fuente de amarguras

En temas audiovisuales, Cartel Tycoon se defiende con relativa solvencia. Las secuencias de animación que aparecen de tanto en tanto en el modo historia tienen una estética cartoon de buena factura, y los modelos de lugares y de construcciones tienen acabados decentes, si bien a veces se ven un tanto ensombrecidos por el hecho de que ninguno de ellos resulta especialmente único a simple vista. Esto, que podría parecer un tanto testimonial, es relativamente importante en un título de gestión, donde identificar rápidamente el tipo de edificio que estás buscando adquiere una importancia mucho mayor. En cuestiones sonoras, muy buen nivel de la banda sonora, que está repleta de temas que ayudan a construir la atmósfera caribeña-criminal-ochentera del título (existe, incluso, la posibilidad de cambiar de canción, como si fuera una emisora). Las voces también dejan buenas sensaciones pero, por desgracia, solo vienen en inglés, algo bastante anticlimático si tenemos en cuenta que, después de todo, los personajes de la aventura deberían ser hispanohablantes nativos. Sí que hay traducción, pero ya te aviso de que a veces hace un poco lo que le da la gana.

Divertido pero mejorable

Sin sello
Drogas, crimen organizado y corrupción en este juego de estrategia al estilo Narcos

Cartel Tycoon

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Cartel Tycoon busca ponernos a los mandos de un cartel del narcotráfico en la Sudamérica de los años ochenta y eso es evidente que lo consigue: su jugabilidad es adictiva, la optimización de recursos y de la economía, herencia directa del género al que pertenece, está muy conseguida, y en temas audiovisuales, a pesar de sus voces en inglés, lo cierto es que cumple. Los problemas vienen cuando miramos un poco más a fondo, cuando ya sumamos dos dígitos en el contador de horas y vemos que, en efecto, la IA es terrible, la construcción de carreteras es caótica y poco intuitiva, y que la historia, por muchas vueltas que dé, no lleva a nada. En definitiva, el juego solo es recomendable para los expertos en la materia, pero no es el gran juego de estrategia criminal que podría haber llegado a ser. Tendremos que seguir esperando.

5 Cosas que debes saber:
  • Estrategia de gestión clásica, con énfasis en la economía y en la logística del narcotráfico.
  • Historia y ambientación que bebe de Narcos y compañía pero que se queda en tierra de nadie.
  • Jugablemente es muy adictivo y atesora buenos momentos, aunque no innova en nada.
  • Inteligencia artificial, diplomacia y trazado de carreteras muy pobre, lo que puede llevar a problemas y cierta frustración.
  • Buena banda sonora y apartado gráfico del montón.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español. y voces en inglés.
Duración: 25 - 40 horas (campaña)
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