¿Te gustan los metroidvania? ¿Añoras los clásicos plataformas de acción de la era de los 8 y 16 bits? Entonces tienes muchas papeletas de que te guste Infernax, un indie de estética y jugabilidad retro que me ha sorprendido por su robusto sistema de juego y ajustada dificultad. Aquí su análisis.
Los juegos estilo retro están dejando muchas alegrías a los amantes de los clásicos. Infernax se une a este conjunto de videojuegos, y por sorpresa, con un planteamiento que combina plataformas y acción con mucha esencia metroidvania. Me ha llevado a otra época, a hace 30 años cuando jugaba a títulos tan bien conocidos como Castlevania II: Simon's Quest y el no demasiado aplaudido, pero interesante, Zelda II: The Adventure of Link. Como estos juegos, la creación del estudio independiente Berzerk destaca por su ajustada dificultad y una estética retro que se sitúa entre la etapa de los 8 y los 16 bits. Todo muy bien traído a la era moderna, con un sistema de juego sencillo pero impecablemente ejecutado. Y es que no he dejado de jugarlo. Me he sorprendido constantemente por cómo un juego así puede luchar por mi tiempo, y ofrecerme tanta diversión con unos recursos de producción tan básicos. Y no es nostalgia solamente. Es la existencia de un magnífico diseño de juego, un mapa interesante de recorrer y un desafío constante.
Infernax es un juego con un intrincado mapeado, mucho backtracking, cantidad de enemigos, mazmorras, presencia de jefes finales, adquisición de habilidades y hasta decisiones que te llevan a distintos finales. Dadas sus características, me ha parecido completísimo, una aventura compacta pero excelentemente resuelta que no hace falta que te diga que es muy recomendable para amantes de este tipo de propuestas. Pero antes de comenzar con los golpes, déjame que te explique en qué consiste este heroico periplo.
Viaje retro al infierno
Todo comienza cuando nuestro protagonista, el valeroso caballero Alcedor, vuelve con éxito de una de sus épicas batallas. Para su desgracia, la tierra que dejó se ha convertido en un auténtico infierno. Las fuerzas de la oscuridad campan a sus anchas y siembran el terror entre la población. Sin duda, es un buen pretexto para coger el controlador y ponerte a aporrear demonios y criaturas espantosas. Ni largas intros, ni conversaciones que rompan el ritmo. Infernax sabe a lo que vienes, y como jugador lo he apreciado muchísimo.
La trama, por tanto, es típica de la época a que representa, pero a mí por lo menos me ha metido de lleno en su oscura ambientación. Aquí no faltan las decapitaciones, las ejecuciones más violentas, e incluso cuando atacamos saltan píxeles de sangre (y en ocasiones vísceras) que se quedan adosados a nuestro cuerpo. En particular, cuando pierdes la vida, que es a menudo, ves cómo los enemigos hacen atrocidades con tu cuerpo mientras todo se tiñe de rojo. La representación de un mundo en decadencia -y en peligro- es algo que te mete de lleno en un universo tenebroso, y a su modo llamativo.
Quiero que lo sepas porque es uno de los puntos fuertes del juego. Durante la aventura te encontrarás con cantidad de personajes que te hablan con una o dos frases, aunque suficientes para darte a entender que la cosa está muy mal. En particular, uno de los aspectos más sobresalientes de Infernax es que -en bastantes ocasiones- te obliga a tomar decisiones. ¿Perdonar la vida a un pueblerino o ejecutarlo? ¿Hacer tratos con unos enigmáticos vagabundos o invitarlos a irse?
Todo tiene sus consecuencias, y te llevan por caminos a veces insospechados. Por ejemplo, determinadas elecciones harán que consigas uno u otro poder, mientras que otras podrían encaminarte hacia distintos finales. Hablar con todos los NPC también tiene premio, y es que más de uno tenderá a pedirte algún que otro favorcillo en forma de pequeñas quests. Para ser un juego tan de la vieja escuela, sorprende que tenga tantas misiones secundarias, ideales para obtener dinero, experiencia y seguir creciendo como jugador.
Pero más allá de todo esto, lo más importante de Infernax es la exploración y los combates. Con respecto al entorno, hay más poblados y rutas de las que te podrías imaginar en un juego de estas características, y una de las cosas más llamativas es que el ciclo día-noche hace que determinados eventos se activen según llegue el amanecer o el anochecer. Aparte, el diseño del mapa es bastante inteligente, de manera que no puedes acceder a nuevas zonas hasta encontrar determinado objeto o habilidad. La esencia Castlevania está muy remarcada, acompañada en esta ocasión de un buen puñado de checkpoints que, literalmente, te salvarán la vida.
Guardar partida de forma frecuente es fundamental durante tu partida. De hecho, una estrategia recurrente que seguro que utilizarás será salvar progreso cada pocos minutos. Por lo menos, fue mi caso. En mitad de las mazmorras, no dudaba en salir, grabar y continuar donde lo había dejado. La razón está en que si mueres, no solo estás obligado a partir desde el último punto de guardado, sino que pierdes todos los puntos de experiencia y dinero acumulados. Y sí… eso duele mucho. Doy fe de ello.
Por eso, el juego incluye el modo clásico (que ya os he comentado) y el modo casual. Este último no te penaliza tanto, aunque una vez seleccionado ya no puedes volver a la dificultad original. Y ahí está la clave. Cada vez que pierdes la vida, el juego te recuerda la existencia de este modo más asequible, pero de alguna forma te sientes con la obligación de seguir intentándolo, de continuar por la senda más complicada. Después de todo, si estás aquí es porque te gustan los juegos de los noventa y su reto, así que todo tiene sentido.
Guardar partida de forma frecuente es fundamental durante tu partida
Por otro lado, la dificultad no es que sea elevadísima. Hay muchas secciones plataformeras que se las traen, con saltos muy ajustados. También partes en que los enemigos, bastante variados y con pautas de acción a veces complejas, acabarán por aplastarte. Sin embargo, el desafío está bastante equilibrado, y esto es gracias a las mejoras de personaje, entre las que se encuentran el incremento de salud, ataque y poder mágico. Lo bueno es que los puntos EXP que obtienes por derrotar a enemigos los gestionas como más te apetezca, algo que favorece la sensación de personalización.
Por todo esto te decía que el sistema de juego es simple pero competente. Para luchar tienes una única arma, pero lo cierto es que nunca me he cansado de ella. El control responde a la perfección y nunca tienes la sensación de que algo ha fallado cuando, por alguna razón, has perdido la vida. Las magias son interesantes: las hay de curación, de absorción de energía sobre los enemigos… y hay una que lanza rayos y puede hasta crear un incendio si la aplicas sobre poblados.
¿Sorprendido? Lo estarás. Infernax parece un juego retro, pero está cargado de detalles que no podrías haber tenido hace 30 años. Por eso, aunque los sprites emulan a la etapa de la NES, la paleta de colores se corresponde más a la era de la SNES. Es un mix de sensaciones que tiene como objetivo modernizar lo clásico y hacer que disfrutemos con ello. Las pocas secciones de introducción que existen están hechas con gráficos pixel-art, así como todo lo que se refiere a los avatares de los personajes, las líneas de texto (traducidas al español) o los efectos visuales.
Estéticamente, es un maravilloso y talentoso homenaje a lo retro. Musicalmente también. Hay algunos temas que están inspiradísimos, con claras reminiscencias al trabajo de algunos de los mejores compositores de Konami o Capcom. Y es que no hay nada dejado al azar. Es una auténtica obra de artesanía digital que no puedo dejar de decirte lo mucho que te lo recomiendo si creciste, como yo, entre cartuchos y gamepads.
Infernax es un claro ejemplo de cómo un concepto puramente retro se puede traer a la actualidad. Acción metroidvania en un título que recuerda a clásicos como Castlevania, tanto por su estupendo diseño como por su ajustada dificultad. Un indie de buena duración, adictivos combates, exploración inteligente, un convincente sistema de progresión y ante todo mucha diversión. Si eres de los que crecieron jugando a los clásicos de los 8 y 16 bits, es una contundente recomendación.
- Un metroidvania con combates y exploración interesantes… y dificultad muy ajustada.
- Buen diseño de mapeado y niveles, basado en una progresión muy satisfactoria.
- Sistema de decisiones simple pero efectivo, con bastante presencia en la aventura.
- Estética pixel-art que recoge a la perfección la esencia de los 8 y 16 bits.
- Apartado musical con temas brillantes que recuerdan a grandes títulos retro.
