Darkest Dungeon II era una de las secuelas más esperadas para un dungeon crawler que no tuvo piedad de nosotros hace unos años. Lo que nos ha sorprendido era que lo nuevo de Red Hook buscase renovar buena parte de su fórmula desde los cimientos. Hemos pasado unas cuantas horas jugando con Darkest Dungeon II y estas son nuestras impresiones.
No tengo el mismo concepto de secuela que la mayoría. Al menos, de lo que debería ser. Para mí, una secuela interesante capta la esencia de aquello que quiere continuar, pero en cierta manera lo transforma para ser un producto igual de único. Algo parecido a lo que James Cameron hizo con Aliens. Se trata de que vuelvas a sorprenderte como la primera vez, pero en un mundo que ya conoces; lo cual, no es tarea fácil.
Es por ello que me gusta la valentía que veo en los primeros pasos de este Darkest Dungeon II. Te saca de tu zona de confort y de la creencia de que vas a saber desenvolverte en su cruel mundo desde la primera hora. La secuela de Red Hook se ha transformado tanto que ha pasado de emular lo que bien podría ser una partida de juego de mesa para convertirse aún más en un roguelite. Los combates imperan y son más numerosos, mientras que la estrategia gira en torno a un fatigoso camino a lomos de nuestro carromato.
Ahora, como si de una partida de Slay the Spire se tratase, salimos de la calidez de una posada para patrullar los senderos de un mundo en ruina. Todo ha cambiado: no nos preparamos con comida, antorchas y recursos, sino que el juego espera que los encontremos por el camino y hagamos un uso exhaustivo de ellos. Las bifurcaciones de la carretera serán los momentos en los que tomar riesgos y decidir si buscar luz y comida, combatir para cumplir objetivos y conseguir objetos y reliquias o encontrarnos con comerciantes, hospitales y lugares donde mejorar a nuestros héroes.
Un largo camino por delante en Darkest Dungeon 2
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Es quizá el sistema de estrés el que dicta aún más si cabe nuestras partidas. Ahora es crucial, mucho más que nuestra salud, que aumenta automáticamente por el camino mientras vamos en el carro. El estrés, en cambio, es la diferencia entre la vida y la muerte. Influye en el comportamiento en combate, pero también en las nuevas relaciones entre nuestro grupo. Un buen manejo de esta barra hará que entablen amistades y se respeten, mientras que, si jugamos mal, nuestros héroes se odiarán y echarán a perder nuestras jugadas. Así que te recomiendo que mejores la habilidad de Onza de Prevención de la Doctora de la Plaga, porque la vas a necesitar.
Y es que mejorar a nuestras unidades será crucial si queremos hacer frente a los peligros de esa montaña que colma el horizonte. Para ello, haremos uso de los puntos de maestría que ganemos en combates y otras acciones. Si encontramos el templo de la reflexión donde debemos descubrir el pasado de cada uno de los héroes, podremos desbloquear nuevas y muy útiles habilidades. A veces, ocurre automáticamente, narrando sus peripecias mediante una simple locución, pero en otras ocasiones tendremos que disputar un combate a modo de flashback, que las primeras veces es fácil y cada vez lo va siendo menos. En algunas ocasiones son más puzles que combates; y si perdemos, no conseguiremos la codiciada habilidad.
Todo nuestro periplo gira en torno al carromato. Uno que podemos mover de un lado a otro en la carretera, ya que en ocasiones habrá objetos que puede merecer la pena recoger. Lo cierto es que todavía tengo mis peros con estos momentos ya que el camino de un punto a otro a veces se torna algo lento y el movimiento del carro es muy peculiar. Está hecho adrede para que sea difícil de controlar y perdamos algunos recursos, pero, con todo, sí creo que con este sistema de viaje a veces se pierde un poco de ritmo en las partidas.
La mecánica de desbloqueables funciona para permitirnos crear nuevas estrategias
Este ritmo creo que es el aspecto que más tienen que pulir todavía en Red Hook para lograr un juego tan absorbente como su primera entrega. Porque, además del viaje, se nota que el carácter Roguelite del título es mucho más marcado. Ahora, para subir nuestro Perfil, es decir nuestro nivel, tenemos que conseguir Esperanza, es decir, experiencia. Y para ello, o bien alcanzamos el final del camino en la montaña y derrocamos al jefe de la zona; o sufrimos una muerte que puede antojarse tan lenta que elegiremos, simplemente, rendirnos. Y cuando por fin lo hagamos, se desbloquearán objetos e incluso personajes nuevos para generar otras estrategias.
No parece que podamos alternar mucho de personajes entre posada y posada (al menos yo no he sabido cómo), lo que hace que los combates sean un tanto similares entre sí. Es lógico, sin embargo: Darkest Dungeon II acaba de salir en Acceso Anticipado en Epic Games Store y, por lo tanto, hay mucho, muchísimo camino que recorrer todavía. Por el momento, se nota que lo más trabajado son los enfrentamientos, que siguen siendo a vida o muerte y apostando por el riesgo y la recompensa. Las estrategias que seguir creo que quedan algo más claras, las limitaciones de turnos tienen más presencia y aunque la luz de la antorcha se ha simplificado un poco, se le ha añadido una nueva barra de Aversión que tendremos que reducir luchando si no queremos que las cosas se hagan demasiado complicadas.
Y aunque su diseño visual conserve toda la personalidad del primer Darkest Dungeon, hay mucho más de lo que se ve en la superficie. Esta secuela es un título completamente tridimensional y eso hace que los ataques de nuestros héroes y los enemigos se representen de una manera brutal. Lo notas cuando el bandolero prepara el cuchillo antes de un ataque, o cómo el viejo capitán arrastra la maza por el suelo soltando chispas después de cada golpe. Es increíble lo cuidadas que están todas las animaciones y como refuerza el impacto (o el fallo) de cada golpe. Y, por supuesto, no podía faltar a la cita el famoso narrador, que sigue interpretado por el mismo actor y tiene preparado otro numeroso repertorio de frases para que terminen resonando en nuestra cabeza.
Hay cosas en Darkest Dungeon 2 que me hacen no parar de jugar
Hay cosas en este Darkest Dungeon II que me han obsesionado y han hecho que no pueda parar de jugar. Y hay otras que, de momento, no me han parecido tan variadas como el original a la hora de variar de héroes o de profundizar en las mejoras de la base. Pero hay que tener en cuenta dos cosas: Darkest Dungeon II no se apoya en la estructura del primer juego, sino que ha venido a revolucionar las cosas; ahí reside su valentía. Además, solo hemos visto la cima de esta montaña y hasta que su Acceso Anticipado no complete buena parte del camino, no sabremos cómo será el juego final. De momento, lo que hemos jugado reaviva nuestra llama para adentrarnos en la mazmorra más oscura.