Con una virulencia casi igual al soulslike, el mercado de los videojuegos se ha llenado preocupantemente de propuestas roguelike algo descafeinadas que han lastrado al género. Es cierto que la peculiaridad del género, la dificultad y el desafío, y ese ciclo constante de vida y muerte, es fácil de replicar y aún más fácil de añadir a casi cualquier idea temática. Y sí, es algo que ha hecho mucho daño al género. Por eso, cuando pude dar el salto a Battle Shapers, lo hice con una percepción muy dañina, al menos para el sabor en la boca que me pudiera dejar el juego, que se tradujo en sorpresa.
No voy a decir que es lo mejor que he probado nunca, porque estaría mintiendo (y también lo estaríais vosotros). La cuestión es que después de poder trastear con esta "demo" que nos ha pasado su estudio de desarrollo, Metric Empire, he encontrado la clave: creía que no me gustaban los roguelikes; lo que no me gustaba es que fueran todo menos divertidos. Porque puedes ser desafiante y duro, pero nunca aprisiones a tu jugador entre cuatro paredes y le digas "o avanzas o mueres, y no te va a gustar ninguna de las dos".
Lo curioso es que mi primera partida en Battle Shapers fue, ante todo, extraña. Nada más entrar, asumí que esto no era sino un escenario algo "cutre" de Unreal Tournament con una estética de juguetes Bionicle o cualquiera que te pudiera vender hace unos años Hasbro. Esa mala percepción previa es lo que tiene. Todo era extraño: un robot que te daba indicaciones sin saber muy bien qué o quién era; un par de enemigos robots spawneando de la nada; y música de ascensor. Una sucesión de cosas que me hacían arquear la ceja hasta que entré en "la zona" y me dejé llevar por la locura del estudio.
Ya sabéis, ese estado mental en el cual un jugador está completamente inmerso en el juego, aprovecha todo lo que le ofrecen y lo ejecuta sin miedo a penalizaciones porque conoce bien qué hace cada elemento. Y es algo que Battle Shapers no podría haber conseguido jamás si no fuera juego divertido. Por muchos millones que haya detrás, desarrolladores y años de trabajo, no todos los juegos están hechos para ser divertidos, al menos no en su conjunto. Ha sido una locura que me ha llevado tiempo domar, pero que me ha enviciado porque, reduciéndolo al extremo, es intuitivo y divertido.
Mecánicamente es "vive, muere, repite", pero en una torre
¿Recordáis la Torre de Sísifo de Returnal? Battle Shapers se basa en los mismos fundamentos. La idea es que cada uno de los jefes del juego estará sentado cómodamente en lo alto de su torre particular a la espera de que vayas a hacerle frente. Huelga decir que si mueres, te tocará empezar desde lo más hondo de la misma, con un desafío adicional: los jefes se irán adaptando según cómo juegues. Y no hablo solo de ellos, sino de los propios desafíos de sus torres.
En cierto momento, me enfrenté a uno de estos "jefes supremos" tras pasar en su preciosa y ornamental torre una hora tratando de matar a sus secuaces, todo para que me defenestrara en apenas unos segundos. Aquí mi cara de tonto cuando vi que esos mismos "masillas" que plagan los pisos inferiores habían cambiado. No en tipo, sino en número o incluso en lugar de aparición. Aquellos con unos puños similares a taladros habían plagado los niveles más bajos, algo que no había visto en mi run anterior. Incluso momentos puñeteros en los que un boss dota de habilidades especiales o armas aleatorias a sus súbditos. No, no son buena gente.
Es bastante divertido y una vez vuelvo al quid de la cuestión: no siempre es fácil hacerlo. Battle Shapers juega en una liga complicada y para hacer que el jugador se lo pase bien, apuesta por ponerle ojitos a DOOM con sus esquivas, celeridad y dinamismo. La cosa es que ya hemos visto a varios juegos que también siguen la ola de DOOM. ¿Qué hace tan especial a Battle Shapers? Que los ingredientes que añade a la mezcla están bien medidos.
Es la sensación a los mandos, aunque aquí he jugado con ratón y teclado, lo que marca la diferencia. Es esa sensación de creer que sabes lo que estás haciendo aunque estás improvisando conforme avanzas. Que esa locura en pantalla no frene tus dedos mientras tecleas para salir con vida de unos tiroteos tan locos que es difícil seguirlos, es ciertamente complejo. Me recuerda, salvando las distancias, a Metal Hellsinger, aunque sin la música metal. Y es que aquel juego se enfrentó de lleno al mismo problema de "hay muchos como él", pero jugablemente, el gunplay, era (y es) bueno, lo que le hace ganar muchos puntos. Lo mismo con Battle Shapers.
Tiene esa "calidad DOOM" de mantenerte en tensión con cada enfrentamiento. No por el peligro de la muerte, porque lo hay y la vida/escudo de nuestra protagonista es menos de la mitad que tus enemigos, sino por el hecho de querer ejecutar unas set pieces bellísimas. No sé para quién, porque no es cooperativo, pero te anima a "lucir bien" y dominar el campo de batalla con los dash, saltos y habilidades.
Con cada intento, puedes ser un personaje diferente
Si bien quizá no tanto como personaje, sí que puedes modificar el núcleo de nuestra protagonista para afrontar los enfrentamientos futuros. ¿Te ha salido mal ir de frente con unas garras metálicas que desgarran todo a su paso en un momento alucinante de tiempo bala? Prueba algo diferente. Eso sí, no es fácil. El desafío aquí radica en que cada clase, o conjunto de habilidades, se desbloquea al matar a uno de estos "jefes supremos". Cuando acabemos con ellos, absorberemos su poder y estará disponible para usarlo a nuestro favor.
Eso sí, debes vivir o morir con uno de estos conjuntos por run. Aquí la versatilidad del juego. Es algo que me recuerda, a su vez, al último Jedi Survivor con sus poses de combate, unas que no podías cambiar si no encontrabas un lugar de meditación. El proceso se relega a morir y cambiar de idea. Esto nos obliga a viciarnos. No es broma, estuve horas liado con una torre por el simple hecho de que quería dominar un poder similar a la telequinesis, con el que podía devolver disparos o atraer enemigos para atacar cuerpo a cuerpo.
No todo es jugársela a una carta con un estilo de combate para acabar con decenas de héroes. Habría matado de pleno la diversión. Con cada sala despejada, tendremos acceso a alguna que otra arma, todas aleatorias, por lo que no podremos calcular nada previo a una run. A todo esto se le unen las lootboxes, pero las buenas, las que están escondidas y nos dan armas o habilidades secundarias de diferente rareza. De hecho, no nos dan una, sino tres a elegir. ¿Nos renta tener más escudo o que los golpes críticos inflijan daño por fuego? Eso dependerá de nosotros.
Por supuesto, lo que he podido jugar no es lo que tendremos de lanzamiento. El juego llegará en early access a lo largo de este 2023 y se expandirá con más habilidades, enemigos, jefes, torres y un buen etcétera. Sin embargo, lo que hay, de base, no es malo para engancharnos un par de horas y colocar Battle Shapers en la lista de deseados de Steam. Se lo merece solo por divertirnos.
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