Cuando unos fans estaban creando su propio remake de Resident Evil 2, recibieron la llamada de una Capcom que quería ponerle fin al proyecto. Sin embargo, los creadores de la saga de zombis más popular de la historia de los videojuegos no adjuntaron a su petición una de las ya famosas cartas "Cease and Desist". En su lugar, el sobre tenía unos billetes de avión y una invitación a las oficinas de la compañía en Osaka. Los desarrolladores les mostraron cómo avanzaba el remake oficial que luego se estrenó sentando cátedra en 2019 y también algunas imágenes de un Resident Evil 7 todavía en desarrollo por entonces.
Lo que era prácticamente un grupo de amigos se convirtió desde ese mismo día en una desarrolladora de pleno derecho, porque incluso Capcom les dijo que debían ponerse en serio y llevar a cabo su propio proyecto. Tenían mucho talento y pocos fondos, pero gracias al mecenazgo de la comunidad juntaron el dinero necesario para sacar adelante un proyecto que acabó con el lanzamiento de Daymare 1998. Un juego que lo tenía imposible para estar a la altura de las expectativas y que dejó un sabor amargo: "Sería deseable ver una secuela con mayor presupuesto que permita a la gente de Invader Studio dar rienda suelta a su talento", escribían mis compañeros en 2020.
Una secuela que hace justicia a su propio 'remake' de Resident Evil
El día en el que los muchachos de Invader Studio lanzan el nuevo juego que ya deseábamos hace unos años está cada vez más cerca, aunque no han apostado por una continuación directa. La apuesta ha sido, finalmente, la creación de una precuela. Un Daymare: 1994 Sandcastle que mantiene una evidente inspiración en el survival horror clásico, pero que presenta fundamentos más sólidos que la anterior aventura de este grupo de creadores independientes. Mismo miedo, misma atmósfera sobrecogedora y mismo recuerdo perenne a la saga Resident Evil. Sin embargo, en todo lo que no han dado exactamente lo mismo es porque han ofrecido muchísimo más.
La ambientación de Daymare: 1994 Sandcastle es fantástica
Daymare 1994 es la idea de atravesar un pasillo y encontrar tres o cuatro cuerpos en el suelo. No le das mucha importancia porque toca seguir avanzando y llegas a una zona en la que no tienes muy claro qué hacer. Toca perderse unos minutos explorando una sala, resolver el puzle y dar un rodeo que te lleva al mismo corredor en el que empezaste el camino. La diferencia es que ahora que has vuelto esos cuerpos no están y tu situación armamentística es tan precaria que, si esto fuera una película, el protagonista diría la tan manida frase de "me voy a guardar una bala para mi". Es sabor puro a los años a esos años 90 en los que, los mismos creadores, se vivió la época dorada de los survival horror.
Es el miedo sin sustos el que resulta verdaderamente terrorífico, aquel que se combina con una relativa exigencia mecánica y al que le da igual regalarte un subfusil capaz de disparar lo que los expertos en armas denominan “un chorro de balas” o una escopeta tan contundente como cualquiera. Al menos en la demo que pudimos probar, Daymare 1994 te da de inicio todas las herramientas que esperarías en el 'endgame' de un survival horror clásico porque quiere ponerte en una situación muy concreta. Sin embargo, hay un motivo todavía más sencillo por el que tienes tantos regalos: a la hora de la verdad no hay arma que te vaya a quitar la sensación de estar indefenso.
Demasiada acción en un surival horror siempre 'da miedo' a los fans, pero en Daymare está bien medida y es agobiante
Aquí somos un miembro de los equipos especiales, alguien que fue enviado a una verdadera misión imposible a luchar contra una amenaza –similar a los zombis– de naturaleza desconocida en uno de los lugares con más secretos de la Tierra. La ambientación funciona de maravilla y la historia, en la que no pudimos sumergirnos mucho durante una hora de juego, da señas de esa característica serie B que todavía acompaña a la saga Resident Evil. Invader Studio no esconde sus referentes, porque tiene la confianza de aquellos que se saben diferentes. Pese al punto de partida común, los caminos no tardan en separse.
Aunque estoy un poco cabreado porque apenas me dejaron usar este 'juguete' durante quince minutos en la demo, Daymare 1994 cuenta con una mecánica muy interesante que habíamos visto en los tráileres. La protagonista tiene un artilugio capaz de lanzar nitrógeno líquido. Puede hacerlo en forma de proyectil, esparciéndose para congelar enemigos o como último recurso defensivo, además de otras utilidades que hemos visto en los tráileres. Esta mecánica, que también nos ayudará en algunos de los numerosos puzles, le da una variación interesante al combate y pone sobre la mesa decisiones con respecto a la gestión de munición, siendo clave en enfrentamientos contra jefes.
Apunta el código para el lanzamiento
Merece la pena estar atento a Daymare 1994. Es un survival horror muy bien construido que, al menos en esta breve sesión de juego, me ha dejado con mucho interés. Eso que hice una de las cosas que más odio: jugar por la mañana e invadido por la luz solar. El juego funciona bien y no me ha dado ningún problema en PC, pudiendo moverlo en la máxima calidad a 1080p con un Ryze 2700X, 16GB de Ram y una Nvidia GeForce 2070. Debería ser lo normal, pero siempre gusta quedarse tranquilo con respecto al rendimiento que ofrecerá. La verdad, tengo muchas ganas de echarle el guante a la versión final. Una historia tan chula como la de Invader Studio se merece acabar bien.
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