No es ningún secreto que Dwarf Fortress, además de ser una gran historia de éxito por parte de sus creadores, es uno de los videojuegos con mayor capacidad para crear anécdotas y narrativas emergentes. De hecho, yo mismo sufrí una inundación catastrófica y la llegada de unos enanos depravados a mi colonia. Ejemplos hay muchos, pero hoy os vamos a hablar de Urist Stakudrbal, el niño enano que se curó de la depresión en la cámara de la muerte.
Dado que en este simulador de fortalezas enanas es posible personalizar casi cualquier cosa, y que el motor narrativo del juego acumula un montón de datos a lo largo del tiempo, se ha formado una corriente en Internet que lleva a los jugadores a documentar las historias más rocambolescas vividas. Y esta es la que le sucedió al usuario de Reddit KyleChief.
"Este pequeño mierda, 'Urist Stakudrbal', no dejaba de corretear por la base buscando peleas, armando berrinches y generando un montón de oleadas de acusaciones criminales dirigidas a mi impotente Capitán de la guardia. Si algún niño merecía saltarse la excepción de cometer crímenes contra críos, es este pequeño cabroncete.", comenta este jugador en un post publicado en el subreddit de Dwarf Fortress.
Dos problemas: gatos y un niño travieso
No era el único problema de Kyle, ya que a la vez que contaba con un invasión en su fortaleza. No eran hombres serpiente o violentos ogros, monstruos presentes en el mundo de fantasía de Dwarf Fortress. Se trataba de una oleada de gatos callejeros que se paseaban por la base del jugador buscando cualquier desperdicio que llevarse a la boca para sobrevivir.
Así es la celda de Urist
¿La decisión de Kyle? Matar dos pájaros de un tiro, y meter a Urist y 30 gatos callejeros en la "cámara de la muerte", una zona de su base reservada para llevar a los invasores que osen atacarle y después acabar con ellos con todo tipo de trampas. "Le di algo de comida apestosa, bebida y unos juguetes, y tiré la cama del cabroncete en una esquina [...] O bien él y los gatos acaban con los goblins, o bien mueren... Me valía cualquier opción", relata.
Una terapia fortuita
Pero lo curioso es que este niño parecía estar en su salsa entre gatos e incursiones enemigas: "De alguna manera, él y la mayoría de los gatos sobrevivieron a dos ataques. Urist adoptó a unos cuantos un poco después, pero no me molestó porque lo odio tanto que me alegró ver que tenía algo que perder. Durante ese año, acabó adoptando a los 21 gatos y poniéndoles nombre. El bastardo estaba feliz en la cámara de la muerte."
Después de ese tiempo en ese infierno convertido en paraíso, Urist tuvo permiso para volver a la fortaleza, donde pasó a ser un miembro respetado de la sociedad; dejando atrás sus ataques de ira y la depresión que le llevaba a comportarse así. "Creo que hay algo importante detrás de esto, así que planeo seguir experimentando en el futuro con las terapias de gatos", concluye Kyle.
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